Darío Márquez
Hannah
Arendt: “La Condición Humana”
Cap. II- La esfera pública y la privada
“Todas las actividades
humanas están condicionadas por el hecho de que los hombres viven juntos...”
La “vita activa” concepto que la autora
maneja a lo largo de su obra, La
Condición Humana (que parece ser el punto focal de la misma), se ve
condicionada profundamente, ya sea directa o indirectamente por la presencia de
otros seres humanos. Esto se refiriere, no tanto a las actividades humanas de
la labor y el trabajo, sino a la de la acción, ya que ésta se ve condicionada
por la pluralidad (el hecho de que los “hombres” y no el hombre habite en la
Tierra).
La pluralidad es la condición humana,
específicamente de la política, si bien las otras condiciones se relacionan con
esta, no poseen un carácter inherente, como lo es el hecho de relacionarse con
otros hombres.
De esta noción surge el cuestionamiento de si
el hombre, es un animal social o político. La autora inspirada en la filosofía
clásica, se remonta a aquella época y con base en ello, dirá que para ellos lo
social, es decir el hecho de vivir con semejantes no es per se una condición humana, más bien es una característica relacionada
a satisfacer las necesidades que impone la vida biológica.
Sólo la acción y el discurso son cualidades aptas para “hacer política”,
esto para los griegos era establecer el bios politikos. El
hombre tiene la capacidad de hacer política, pero dicha capacidad se encuentra
en directa oposición a toda forma de asociación natural, como lo es la familia
y el hogar.
Es por eso que la polis, visto como centro
para que el hombre haga política (exprese su discurso), hace frente al
despotismo y la violencia propios de esta asociación. Se podría decir entonces que el hombre a
través de la acción, condicionado por la pluralidad y mediante la utilización
del discurso, va más allá de lo social, y pasa a ser un zoon politikon
(animal político).
Siguiendo en la misma línea de pensamiento
para la construcción de su obra, Arendt recuerda la distinción clave, entre
Polis y familia, que mantenían los griegos de aquella era. Para ellos sólo en
la Polis (ciudades estados) se alcanzaba la libertad, ya que todos eran
iguales, y habían alcanzado el dominio de sus necesidades, es decir, estos
habían trascendido la esfera privada para formar parte de la esfera pública,
campo en el cual el instrumento a utilizar sería el discurso (argumentación y
persuasión).
La esfera privada, es donde se encuentra la
familia, es el reino de la necesidad, y el dominio de estás condiciones
vitales, es lo que condiciona la libertad de la Polis. Aquí se ve el uso de la
violencia como instrumento, y una especie de jerarquía dentro de los
integrantes de la misma.
Arendt hace esta distinción con el propósito
de señalar como en la modernidad, estas esferas han sufrido una suerte de
fusión, dando paso a una “esfera social”. Sobre todo al administrar los asuntos
del Estado, como si fuera un familia, donde lo económico, lo relacionado con la
vida y supervivencia son de un mero carácter familiar, y no político.
En el mundo moderno la política se ve como
una función de la sociedad, donde la acción y el discurso se ven relativizados
por los intereses nacionales. A lo largo del tiempo, con la instauración de la
nación-Estado, lo social ha tenido cierto apogeo, que ha hecho que la esfera de
lo privado, se vuelque hacía lo intimo, y lo social permeé lo que era lo
público y privado para los antiguos.
Esta tendencia coincide con la decadencia de
la familia, quien se ve absorbida por el rey, la burocracia, el gobierno de
nadie, lo económico y las ciencias sociales (y su instrumento metodológico) que
para Arendt son fenómenos
secundarios del auge que ha
tenido lo social.
La sociedad excluye la acción, imponiendo así
normas, para normalizar a la población, intentando que esta se vea como un
conjunto, borrando así la individualidad, tan preciada para la esfera privada
de los clásicos.
El crecimiento demográfico
hace que lo social tenga mayor oportunidad de construir la esfera pública que
lo político esto mediante el uso del
instrumento metodológico de las ciencias sociales; las estadísticas. La
cual no considera como un ideal inofensivo, ya que éstas borran al individuo y
convierten la acción en conducta.
La
esfera pública y privada
Para
Arendt le esfera pública es, lo común, esto quiere decir que por una parte, lo
público se refiere a lago que todo el mundo puede ver, oír y tiene la más
amplia publicidad posible, y por otro, es
el mundo en si, lo que compartimos y tenemos como común, el espacio público.
Dicho
espacio es donde el hombre se relaciona y genera distintos significados, un
reconocimiento mutuo lo que ayuda a crear sujetos capaces de construir la
libertad humana.
En
cuanto a la esfera privada, considerada en el sentido privativo, significa la
ausencia del contacto con los semejantes,
de ver u oír a los demás y de ser visto u oído por ellos (aquí se encuentra lo
fútil o vergonzoso).
En
el sentido no privativo, se ve como un refugio, que permanece oculto de la
publicidad. Esta esfera se encuentra asegurada por la propiedad, destinada para
satisfacer las necesidades más urgentes y no para la acumulación de riquezas.
Se le da un valor de uso a la propiedad.
En
la época moderna y con el auge de lo social, se volcó el interés de lo privado,
y de la propiedad, en un interés público, surgió una “sociedad de propietarios”, que en vez de pedir su acceso a la
esfera pública, pedirá protección para acumular más riquezas, es decir la
propiedad moderna perdió su carácter mundano, y se centró en la propia persona;
dándole así un valor de consumo, más que de uso o satisfacción de las
necesidades.
Todo
esto se resume en, que lo público es lo que hay que mostrar, y lo privado lo
que hay que mantener oculto. Cada actividad humana (vita activa) tiene su lugar
en el mundo, y dentro de alguna esfera.
La esfera privada no sólo es el ámbito donde
se encuentra la necesidad, lo fútil y vergonzoso, también se encuentra un espacio para la bondad. Y señala
si bien la bondad es una importante variedad de la posible acción humana, debe
permanecer en el mundo de lo privado, ya que esta al ser de carácter público
pierde su esencia. Por lo tanto, la bondad es imposible que se halle dentro de
la esfera pública, Arendt dirá, que incluso puede ser hasta destructiva cuando
se muestra en ella.
La
autora con esto demuestra el significado que puede tener determinada acción, y
que esta perdería, tal vez, su significado dependiendo de si se hace a la luz
pública o en privado.
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