jueves, 22 de agosto de 2013

Piñero Yocimar
Capitulo III de la condición humana de Hannah Arendt:
La labor:
La labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos:
            La distinción que propongo entre labor y trabajo no es usual. La evidencia a su favor es demasiado grande para no tomarla en cuenta. Así la distinción de Locke entre manos que trabajan y cuerpo que labora es algo característico de la diferencia griega entre artesanos, a la corresponde la palabra alemana HARDWERKER, y aquellos que como los “esclavos y animales domésticos, atienden con sus cuerpos a las necesidades de la vida”. La labor y el trabajo ya se tratan como idénticos, puesto que la palabra usada no es (ponein) “labor”, sino (ergazesthai) “trabajo”. Solo en un aspecto que sin embargo, es el mas importante desde el punto de vista lingüístico, el uso antiguo y moderno de las dos palabras deja de ser sinónimo, es decir en la formación del hombre correspondiente. De nuevo encontramos aquí una unanimidad; la palabra labor entendida como nombre nunca designa el producto acabado, el resultado de la labor, sino que se queda en nombre verbal para clasificarlo con el gerundio, mientras que el propio producto deriva invariablemente de la palabra que indica trabajo, incluso el uso corriente ha seguido el desarrollo moderno tan estrechamente que la forma verbal de la palabra trabajo se ha quedado atrás.
             El motivo de esta distinción se debe al desprecio hacia la labor, que originalmente surge de la lucha por la libertad mediante la superación de las necesidades, y del no menos rechazo de todo esfuerzo. Los griegos aparte de su desprecio por la labor, tenían sus propias razones para no confiar en el artesano, no obstante esta desconfianza solo se da en ciertos periodos, mientras que la estima por las actividades humanas, incluso la de aquellos que supuestamente elogian la labor, se basa en la convicción de que la labor de nuestro cuerpo, requerida por sus necesidades, resulta despreciable. De ahí que las ocupaciones que no consistían en laborar, aunque se emprendieran para hacer frente a las necesidades de la vida, y no por su propio fin se asimilaban al status de labor, lo que explica las variaciones y cambios en su estima y clasificación en diferentes periodos y diferentes lugares.
            Los antiguos razonaban de manera distinta, ellos creían que era necesario poseer esclavos debido a la servil naturaleza de todas las ocupaciones útiles para el mantenimiento de la vida. Precisamente sobre esta base se defendía la intuición por la esclavitud. Laborar significaba estar esclavizado por la necesidad, y esta servidumbre era inherente a las condiciones de la vida humana.
             La distinción entre labor productiva e improductiva contempla la distinción entre labor y trabajo, el signo de todo laborar es que no deja nada tras de si, que el resultado de su esfuerzo se consume casi tan rápidamente como se gasta el esfuerzo. Y no obstante dicho esfuerzo a pesar de su futilidad nace de un gran apremio y esta motivado por su impulso mucho mas poderoso que cualquier otro, ya que de el depende la propia vida.
             El caso del trabajo manual e intelectual es diferente, aquí el lazo subyacente entre quien trabajo con la mano y quien trabajo con la cabeza es de nuevo el proceso laboral, en un caso desempeñado por la cabeza y en el otro por parte del cuerpo.
El carácter de cosa del mundo:
            La productividad del trabajo se mide según las exigencias del proceso de la vida para su propia reproducción; radica en la potencial plusvalía inherente a la fuerza de trabajo humano, no en la cualidad o carácter de las cosas que produce. La diferencia entre labor y trabajo se convierte en una diferencia de grado si el carácter mundano de la cosa producida su lugar, función y tiempo de permanencia en el mundo no se tiene en cuenta.
            Lo que los bienes de consumo son parte de la vida, los objetos de uso son para el mundo. De ellos derivan los primeros su carácter de cosa; y el lenguaje, que no permite a la actividad laborante formar algo tan solido y no verbal como un nombre, sugiere con extrema probabilidad que no conoceríamos lo que es una cosa sin tener ante nosotros “el trabajo de nuestras manos”.
            La realidad del mundo humano descansan principalmente en el hecho de que estamos rodeados de cosas mas permanentes que la actividad que las produce; la vida humana, en la medida en que construye el mundo, se encuentra en constante proceso de transformación, y el grado de mundanidad de las cosas producidas depende d su mayor o menor permanencia en el propio mundo.
Labor y vida:
            Las cosas menos duraderas son las necesarias para el proceso de la vida. Su consumo apenas sobrevive al acto de producción. Tras corta permanencia en el mundo, vuelven al proceso natural que las produjo, ya por absorción en el proceso de la vida animal humano por decadencia. La vida es un proceso que en todas partes consume lo durable, lo desgata, lo hace desaparecer, hasta que finalmente la materia muerta, resultado de pequeños, singulares y cíclicos procesos de la vida, retorna al total circulo de la propia naturaleza, en el que no existe comienzo ni fin, y donde todas las cosas naturales giran en inmutable e inmortal repetición. El nacimiento y la muerte de los seres humanos no son simples casos naturales, sino que presuponen un mundo que no esta n constante movimiento, pero cuya cualidad de durable y de relativa permanencia hace posible la aparición y desaparición que existía antes de la llegada de cualquier individuo y que sobreviviría a su marcha final.
Labor y fertilidad:  
            Cuando Marx insiste en que el “proceso de la labor acaba en el producto”, forja su propia definición de este proceso como el “metabolismo entre el hombre y la naturaleza” en el que queda inmediatamente “incorporado” el producto, consumido y aniquilado por el proceso vital del cuerpo. Pueden permitirse distinciones, según Smith califica de labor productiva a todas las actividades relacionadas con el consumo, como si esto fuera una despreciable y accidental característica de lago cuya verdadera naturaleza consistía en ser productivo. Smith y Locke sabían muy bien que no toda clase de labor establece la diferencia de valor sobre todo, y que existe una actividad que no añade a la naturaleza de las nuevas cosas, y lo que el hombre es exactamente lo contrario en los productos de labor y en los productos de trabajo. Las buenas cosas para el consumo nunca pierden por completo su naturaleza.

Lo privado de la propiedad y riqueza:
            Ninguna teoría política anterior al socialismo y consumismo había propuesto establecer una sociedad sin propiedad, puesto que ningún gobierno antes del siglo XX había mostrado seria inclinación a expropiar a sus ciudadanos, el contenido de la nueva teoría no podía impulsarse basándose en la necesidad de proteger los derechos de la propiedad contra la posible intrusión de la administración gubernamental. La cuestión es que entonces, a diferencia de ahora en que todas las teorías de la propiedad están en evidente defensiva, los economistas no estaban a la defensiva, sino que como máximo se consideraba un mal necesario y un reflejo de la naturaleza humana, y en el peor de los casos, como un “parasito” en la que sin el seria saludable vida de la sociedad.

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