miércoles, 21 de agosto de 2013

Molina Avianiher. Resumen Nº 3

Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Estudios Políticos y Administrativos
Seminario: Contemporaneidad del Pensamiento
Político de Hannah Arendt.

Autor: Molina Avianiher


La Condición Humana de Hannah Arendt
Resumen Capítulo III

            Se dará inicio a sintetizar las ideas principales expuestas por Hannah Arendt en el capítulo III, titulado: Labor. Está dividido en siete partes; a) Labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos. b) El carácter de cosa del mundo. c) Labor y vida. d) Labor y fertilidad. e) Lo privado de la propiedad y riqueza. f) Los instrumentos del trabajo y la división de la labor. g) Una sociedad de consumidores.
Dando comienzo al tema sobre la labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos. La autora expone de manera clara que pretende elaborar una  diferenciación entre labor y trabajo.  Narra que en la antigüedad no se dio la búsqueda de una significación, proviene de un desprecio hacia la labor, ya que esta surge en base a una lucha por la libertad por medio de la superación de las necesidades.  A finales del siglo V, se inicia en la polis en la clasificación de las ocupaciones según el esfuerzo necesitado.
            Siguiendo la idea anterior, Aristóteles calificó las ocupaciones en, aquellas que el cuerpo más se deteriora, como las más bajas.  Se negó a aceptar a los campesinos y escultores como ciudadanos.  Luego, los griegos presentaron un desprecio por la labor, quienes tenían sus razones para desconfiar de los artesanos, o en primera instancia del homo faber. Su opinión de que labor y trabajo eran despreciados en la antigüedad porque solo se relacionaba con los esclavos, es un principio de los historiadores modernos.  Para los antiguos residía en que se necesitaba poseer esclavos en si por la naturaleza servil de las ocupaciones que eran útiles para el mantenimiento de la vida.  En base a eso se defendió y se justificó la esclavitud.
            Laborar, tenía el significado de estar esclavizado por la necesidad, y ser  parte de la servidumbre era propio de las condiciones de la vida humana.  Se veía la transformación del hombre en semejante a un animal domesticado.  Más adelante con el auge de la teoría política, los filósofos superaron las distinciones antes mencionadas, que habían logrado diferenciar las actividades, poniendo en oposición la contemplación con todas las actividades semejantes.  Es así, como incluyendo la actividad política pasa a ser nivelada al rango de una necesidad, que pasó a ser común de todas las articulaciones dentro de la vita activa.
            Se encuentra la diferenciación entre labor productiva e improductiva. Además la de trabajo experto e inexperto, y, finalmente la distinción entre trabajo experto e inexperto.  Además de la división de todas las actividades en trabajo manual e intelectual.  En la Época Moderna, la labor tiene una elevación la cual fue basada en la productividad.  La diferenciación entre labor productiva e improductiva conlleva implícita la distinción entre trabajo y labor. Laborar se representa en el resultado de su esfuerzo que se consume casi tan rápidamente como se gasta el esfuerzo.  Está motivado por su impulso, el cual es el más poderoso de todos, de él depende la propia vida.
            Lo analizado por Karl Marx, sobre la propia actividad laboral, independientemente de su lugar en la esfera privada o pública, posee una productividad.  Dicha productividad no se basa en los productos de la labor, sino en el poder humano, cuya fuerza no queda agotada cuando ha producido los medios para garantizar su propia  subsistencia y supervivencia, que es capaz de producir lo necesario para su propia reproducción. A diferencia de la productividad del trabajo, que añade nuevos objetos en el artificio humano.
             La productividad del poder, entonces produce solamente objetos que le provean los medios  para la reproducción de más de un proceso de vida, si no que produce vida.  La distinción entre labor y trabajo llegaría a desaparecer ya que todo trabajo se convertiría en labor debido a que las cosas se entendería no en su mundana y objetiva cualidad, sino como el resultado del poder de la labor y de las funciones del proceso de la vida.  Hace la salvedad, que pensar y trabajar son dos actividades diferentes que nunca coinciden por completo, es decir que el recuerdo prepara lo intangible y lo fútil para su  final materialización. El propio trabajo siempre requiere entonces de algún material sobre el que actuar y que mediante la fabricación, la actividad del homo faber, se transformará en un objeto mundano.
            El carácter de cosa del mundo. El lenguaje y las fundamentales experiencias humanas que lo sustentan, es lo que nos enseña que las cosas del mundo, entre las que se consume la vita activa, son de naturaleza muy diferente y producida por muy distintas clases de actividad. Considerados como parte del mundo, los productos del trabajo y no los de la labor. En el mundo de las cosas duraderas se encuentran los bienes de consumo que aseguran a la vida  los medios para su propia supervivencia. Necesarias para nuestro cuerpo y producidas por su laborar.
            Originan la familiaridad del mundo, sus costumbres y hábitos de intercambio entre hombres y cosas, así como entre hombres. Lo que los bienes de consumo son para la vida, los objetos de uso son para el mundo. De ellos derivan los primeros su carácter de cosa.  No conoceríamos lo que es una cosa sin tener ante nosotros el trabajo de nuestras manos. Al encontrar las diferencias entre los bienes de consumo y los bienes de uso, se encuentra finalmente los productos de la acción y del discurso, que juntos constituyen las relaciones y asuntos humanos,
            La realidad de estos depende de la pluralidad humana, de la presencia de lo que los demás ven, y por ello atestiguan sobre su existencia. Son considerados su mundanidad,  la acción, discurso y pensamiento tienen mucho en común que cualquiera de ellos con el trabajo o la labor. Ya que no producen, no engendran nada, y para convertirse en cosas mundanas, en cosas mundanas, es decir: en actos, hechos, acontecimientos y modelos de pensamiento o ideas, lo primero de todo es que han de ser vistos, oídos, recordados y luego ser transformados en cosas.  Basado en la transformación de lo intangible en la tangibilidad de las cosas.  El mundo humano descansa en el hecho de que nos encontramos rodeados de cosas permanentes que la actividad que las produce.  Es por ende que la vida humana a medida que construye el mundo, este se encuentra en constante proceso de transformación, y el grado de mundanidad  de las cosas producidas dependerá de la mayor o menor permanencia en el propio mundo.
            Labor y vida.  Arendt expresa, que las cosas menos duraderas son las que son necesarias para el proceso de la vida. Todo lo que es creación del hombre  son producidas y consumidas con el repetido movimiento cíclico de la naturaleza.  Es decir que la vida, es un proceso que en todas partes consume lo durable, lo desgasta, lo hace desaparecer hasta que la materia muerta regresa al ciclo de la naturaleza.  El nacimiento y muerte de los seres humanos no son simples casos naturales, los individuos son entidades únicas, no intercambiables e irrepetibles, aparecen y parten.
            La principal característica de esta vida específicamente humana, cuya aparición y desaparición constituyen acontecimientos mundanos, consiste en que en si misma está siempre llena de hechos que en esencia  se pueden contar como una historia, un biografía. La característica que posee en común el proceso biológico del hombre y la decadencia del mundo, reside en que ambos son parte del proceso cíclico de la  naturaleza, por tanto son interminablemente repetidos. 
A diferencia de trabajar cuyo final llega cuando el objeto está terminado, listo para ser incorporado en el mundo común de las cosas. En cambio, laborar siempre se mueve en el mismo círculo, prescrito por el proceso biológico del organismo vivo, y el fin de su fatiga y molestia, solo llega con la muerte de este organismo. Labor y consumo son dos etapas del siempre repetido ciclo de la vida biológica. La necesidad de la subsistencia domina tanto a la labor como al consumo, corporalmente se mezclan lo proporcionado por la naturaleza.
El trabajo más que la labor es destructivo, puesto que su proceso saca de la materia de la naturaleza, sin devolvérsela en el curso del natural metabolismo del cuerpo vivo.  Labor y fertilidad: En sus trabajos, Locke descubrió que la labor es la fuente de toda propiedad. Continuó su desarrollo hasta que Adam Smith afirmó que la labor era la fuente de toda riqueza y alcanzó su punto culminante en el sistema de labor. Donde Marx, ésta pasó a ser la fuente de toda productividad y expresión de la humanidad del hombre. Solo Marx se interesó en la labor como tal, describiéndola como la suprema capacidad del hombre para constituir el mundo.
Los tres autores presentaron la contradicción, en que igualaron el trabajo con la labor y la dotaron de ciertas facultades que solo posee el trabajo.  Las buenas cosas para el consumo nunca pierden por completo su naturaleza.  Locke tuvo que reconocer la diferencia entre cosas de breve duración y las suficientes duraderas. Marx, concebía la revolución como aquello que permitiría al hombre emanciparse de la labor, solo así el reino de la libertad podría suplantar al reino de la necesidad.
De todas las actividades humanas, solo la labor, no la acción ni el trabajo, es interminable, y progresa de manera automática en consonancia con la propia vida y al margen de las decisiones o propósitos humanamente intencionados. En la Edad Moderna,  el significado de la productividad de la labor solo queda de manifiesto  en la obra de Marx, donde se basa en la igualdad de la productividad con la fertilidad.  La labor, es el modo humano de poder experimentar la gloria de estar vivo que compartimos con todas las criaturas vivientes, y también lo que permite que los hombres permanezcan y giren contentamente en el ciclo de la  naturaleza, laborando y consumiendo. La recompensa a la fatiga  y molestia radica en la fertilidad de la naturaleza.
La bendición de la labor consiste en que el esfuerzo y la gratificación siguen tan cerca como la producción y consumo de los medios de subsistencia, de modo que la felicidad es concomitante al propio proceso, al igual que el placer lo es al funcionamiento de un cuerpo sano. La fuerza de la vida es la fertilidad.  Desde el punto de vista de la especie, todas las actividades hallan su  común denominador en el laborar, y lo único que lo diferencia es la abundancia o escasez de los bienes que se consumen en el proceso de la vida.
Los  productos que provienen de la labor no se hacen más duraderos por su abundancia, ni pueden amontonarse y almacenarse para convertirse en parte de la propiedad de un hombre. Al contrario, pueden llegar a desaparecer o perecer si no se consumen antes de que se estropeen.   Lo privado de la propiedad y riqueza: Arendt explica que debido al proceso natural de la vida que se localiza en el cuerpo, no existe otra actividad tan ligada a la vida que la laborante.  No hay nada que sea más privado que las funciones corporales  del proceso de la vida,  sin excluir la fertilidad.  La humanidad socializada respeta e impone lo privado.  Son esas actividades ligadas al proceso de la vida. Entre ellas la labor, es una actividad y no solo una función,  es la menos privada, la única que no hay necesidad de ocultarse, se  halla muy próxima al proceso de la vida, esto hace diferenciar lo privado del cuerpo propio, de la propiedad.
El cuerpo, manos y boca son los apropiadores naturales, no pertenecen a la humanidad en el sentido común, sino que se dan a cada hombre para su uso privado. En el desarrollo de la Época Moderna y el auge de la sociedad, donde la actividad más privada de todas las actividades como lo es laborar, ha pasado a ser pública  y se le ha permitido establecer su propia esfera común.  El carácter de lo privado de las pertenencias propias, en su independencia con lo común, se garantiza mejor con la transformación de la propiedad en apropiación o con el aislamiento de lo común, siendo el producto de la actividad corporal.
El hedonismo, doctrina que sólo reconoce como reales las sensaciones del cuerpo, es la radical más forma de vida  no política, siendo absolutamente privada.  La labor es la única actividad  que corresponde a la no-mundanidad, donde el cuerpo humano a pesar de su actividad, no puede liberarse o trascender del repetido ciclo de su propio funcionamiento.  Ni el incremento de la fertilidad ni la socialización del proceso, puede eliminar el estricto el carácter privado de la experiencia de los procesos corporales en los que la vida se manifiesta o de la propia actividad de la labor.  Marx predijo, aquello sobre el cual el animal laborans, los hombres socializados dedicarían liberación de laborar a esas actividades estrictamente privadas y no mundanas que llamamos hobbies.
Los instrumentos del trabajo y la división de la labor: Los productos provenientes de la labor, del metabolismo del hombre con la naturaleza, no permanecen en el mundo lo bastante para convertirse en parte de él, y la propia actividad laborante, concentrada en la vida se olvida del mundo hasta la no- mundanidad. Los utensilios e instrumentos que facilitan de modo considerable el esfuerzo de la labor no son en sí mismos producto de la labor,  sino del trabajo; no forman parte del consumo, sino que son parte y parcela del mundo de los objetos que son usados. Desde la labor, los útiles fortalecen  y multiplican la fuerza humana hasta casi reemplazarla.  Incrementan la natural la natural fertilidad del animal laborans y proporcionan abundancia de bienes de consumo.
La calidad de las cosas fabricadas depende de la existencia de instrumentos adecuados. Su función acaba con el producto terminado. Con la Revolución Industrial, ha desplazado la artesanía por la labor, cuyo destino en el Mundo Moderno, cambia la noción de labor, cuyo destino ahora consiste  en que los productos de labor, su destino consiste en ser consumidos, en vez de productos del trabajo destinados a usarlos.   Expresa Arendt, que vivimos en una sociedad de laborantes, debido que solo el laborar, con su inherente fertilidad, es posible que origine la abundancia, y se ha cambiado el trabajo por el laborar.
Una sociedad de consumidores: Se dice que vivimos en una sociedad de consumidores, ya que la labor y el consumo son dos etapas del mismo proceso, impuesto al hombre por necesidad. Todas las  teorías actuales, definen labor como contrario a la diversión, de ahí que todas las actividades serias, prescindiendo de sus frutos, se llaman labor, y toda actividad que no es necesaria para la vida de los individuos o para el proceso de la vida de la sociedad se clasifica como diversión.
Toda actividad no relacionada con la labor se convierte en un hobby.  De acuerdo a Marx la emancipación de la labor que significaría la emancipación de la necesidad, que también significaría la emancipación del consumo, es  decir del metabolismo con la naturaleza que es la condición misma de la vida humana.  Cien años después de Marx sabemos que ese razonamiento es una falacia, el tiempo de ocio del animal laborans siempre se gasta en el consumo, y cuanto más tiempo le queda libre más ávidos y vehemente son sus apetitos.
Mientras que el animal laborans siga en posesión de la esfera pública, no puede existir dicha esfera pública como tal, puesto que son solo actividades privadas abiertamente manifestadas.
El mundo está formado no por cosas que se consumen, sino por cosas que se usan. La vida vista con los ojos del animal laborans es la gran proveedora de todas las cosas buenas, la cual mezcla mediante labor y consumo. La misma naturaleza vista desde el homo faber, el constructor del mundo, proporciona solo materiales casi sin valor en sí mismos, valorizados con el trabajo empleados en ellos, sin sacar cosas provenientes de la naturaleza, y sin defenderse de los procesos naturales de crecimiento y decadencia, el animal laborans no podría sobrevivir.  Hannah Arendt, culmina el capítulo III, diciendo que cuanto más fácil se haga la vida en una sociedad de consumidores o laborantes, más difícil será seguir conociendo las urgencias de la necesidad, y no será capaz de reconocer su propia futilidad,  la cual no se fija o realiza en una circunstancia permanente que perdure una vez transcurrida su labor.


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