Capítulo III
Labor
La autora Hannah
Arendt parte en este capítulo diciéndonos que habrá críticas a Marx y que
lamenta hacerlo en una época donde tantos escritos han publicado sus críticas
hacia Karl Marx.
“La labor de nuestro cuerpo y el trabajo de
nuestras manos”
En esta parte
del capítulo la autora nos dice que dará una distinción entre trabajo y labor
que es poco usual. En el uso moderno, nos que la palabra labor ha sido designada solo como
el nombre, es decir, no se refiere a un producto acabado, si no que se quedará
en mera palabra, por otro lado trabajo será aquella que indicará el producto ya
realizado.
En la antigüedad
se da un desprecio hacia lo que era la labor, por la razón que en la búsqueda
por la libertad se intentaba desprenderse de las necesidades y transcender de
las mismas por lo tanto todo aquello que no fuese actividad política no estaba
adecuadamente valorizado.
Por ende, la
esclavitud existía en la antigüedad como forma de poder delegar las funciones físicas
que limitan la libertad.
Siguiendo con lo
dicho por la autora, nos explica acerca de la labor productiva, la cual consiste
en el poder humano, no para producir algo en particular, sino una fuerza empleada
en palabras de Marx. Su poder no se
agota, por lo tanto puede estar en constante reproducción.
La división de trabajo,
nos dice Arendt, que al ser dividida entre tantas partes no se necesita para casi
habilidad para ser empleada, solo un mínimo de la misma, por lo mismo lo que
será vendido o comprado no será obra solo de la labor individual, sino que será
“poder de labor”, en cual cada uno de nosotros posee.
Luego nos hace
referencia a la diferencia entre la categoría entre el que trabaja con las
manos y el que trabaja con la cabeza. Nos explica, que el pensar no deja una
marca permanente como tal, sino es llevado a lo tangible y de no ser así queda
en mero pensamiento que finaliza con el fin de la vida, y que el intelectual al
querer dejar algo permanente sobre su pensamiento tendrá que trabajar con sus
propias manos para conseguirlo. Por lo
tanto, el pensar y trabajar son dos cosas diferentes, ya que el intelectual que quiere que se conozca su pensamiento tendrá que
recordar lo pensado, es decir, lo intangible para lograr entonces una
materialización.
El carácter de la cosa del mundo.
Este punto de la
lectura comienza diciendo que el desprecio por el trabajo en la antigüedad y la
glorificación que se le da en la etapa moderna provienen de la actividad del
trabajador, que por un lado ha sido desconfiado de su penoso esfuerzo y por el
otro elogiado por la producción que hace.
Siguiendo con lo
que nos explica la autora, nos dice que dentro del mundo, el cual esta lleno de
cosas duraderas, podemos encontrar aquellos bienes que aseguran la
supervivencia del ser humano, las cuales son necesarias para cada uno de
nosotros y que son producidas por la labor, nos dice Arendt, y nos dirá en
palabras textuales: “Lo que los bienes de consumo son para la vida, los objetos
de uso son para el mundo” (Arendt, 1958 pp. 116)
Ya al lograr
captar la diferencia entre bienes de consumo y bienes de uso entran los productos
de la acción y del discurso, ambos son totalmente intangibles y como nos dirá
la autora, menos duraderos a diferencia de los bienes que son producidos para
el consumo. Ambos productos (acción y
discurso) dependerá por lo tanto de la pluralidad, de la existencia de los
demás.
Hannah Arendt
nos dirá cerrando este punto, que en el mundo humano existen mas cosas
permanentes que la misma actividad que la produce y que por la misma
construcción que va produciendo el ser humano, se encuentra en constante
transformación
Labor y vida:
La autora abre
este punto diciéndonos que las cosas que no son permanentes son necesarias para
la existencia del ser humano, para el proceso de la vida, ya que al permanecer
en el mundo por un periodo definido regresan al proceso natural que fue el que
los produjo.
La vida debemos
entenderla como aquello que consumo lo durable, lo utiliza y lo desgasta
logrando con ello que regrese a un ciclo infinito, de la naturaleza, de la
vida. De este punto, acerca de lo cíclico
de la vida entra el comienzo de la vida, el nacimiento y la muerte, lo cuales
no son simples procesos naturales sino que pertenece al mundo donde el hombre
aparece y parte ya que si existiese un mundo donde se es inmortal y permanente,
reinaría la eterna repetición. Solo en el mundo humano se es presentado el
crecimiento y la decadencia, por ejemplo como es en el caso de la naturaleza
donde todo es “natural” y al hombre incorporarlo a su mundo comienza el proceso
de crecimiento y decaimiento.
La necesidad del
hombre por subsistir, domina la labor del hombre como también al consumo. El
hombre al sacar material de la naturaleza para emplear su trabajo el mismo será
más destructivo que la misma labor, ya que ninguno de estos materiales será devuelto
a la naturaleza.
Labor y fertilidad.
Parte diciendo
que Locke descubrió que la labor es la fuente de la propiedad, por el mismo
curso Adam Smith dijo que la labor era la fuente de toda riqueza y por su lado
Marx dijo que la labor era fuente de toda la productividad. Dentro de la
definición que le dieron a la labor, estos tres autores no lograron ver la
contradicción a la cual se estaban enfrentando ya que la misma está en que los
tres igualaron el trabajo con la labor, dándole facultades a la labor que solo
posee el trabajo.
Una de las
facultades de labor que encontramos es que la misma es interminable, y la realización
de la labor es placentera por ende lleva a la felicidad, cuando es un proceso
de desgaste y regeneración.
Lo privado de la propiedad y la riqueza
Existen dos
elementos centrales en este subtitulo. El primero la integración que hace
Arendt sobre la propiedad en cuanto que este es un elemento que se convierte en
privado porque es una apropiación, una singularidad, en cuanto es algo que
posee una persona para si mismo de forma exclusiva. La autora explica, que en
la época moderna la preocupación o promoción del Estado sobre este tema no era exactamente
la propiedad como tal si no la expansión y adquisición de dicha propiedad.
El otro elemento
de consideración es la riqueza, que viene siendo la acumulación cuantitativa de
algo, relacionado con la prosperidad. En este subtitulo Arendt resalta la idea
marxista de la humanidad en sociedad vinculando de esta forma o en todo caso
reseñando lo dicho por Marx sobre la exposición de estos dos elementos
(propiedad y riqueza) a la dinámica social, configurada por las crecientes
relaciones económicas, en este sentido propiedad y riqueza son dos aspiraciones
o ambiciones artificiales del hombre.
Los instrumentos del trabajo y la división
de la labor
Los productos de
la labor, nos dice Arendt, no pertenecen al mundo lo suficiente como para convertirse
en parte del mismo. El animal laborans, es llevado por la necesidad de su
cuerpo y a diferencia del homo faber que utiliza el cuerpo de manera libre. De
aquí surge cuando Platón dijo que tanto los esclavos como los laborantes están atados
a la necesidad y por lo tanto no podrán obtener la libertad por la misma razón
y por ello no podrán tener la capacidad de controlar su parte animal. El hombre
para ser libre debe saber que está sujeto a la necesidad.
Los instrumentos
utilizados por la labor, que son los que facilitan el esfuerzo del mismo,
podemos entenderlos como productos que son parte del trabajo.
La especialización
del trabajo y la división de la labor solo tienen un punto de encuentro en los
espacios de organización, es decir, en los espacios políticos donde le hombre
es capaz de actuar juntos con otros hombres.
La división de la labor consiste entonces en que dos o más hombres pueden
unir su fuerza laboral y actuar como si fuese una sola persona.
La labor es
fertilidad, es decir, es vida y el hombre intentará llevar eso al mundo.
La sociedad de consumidores
En este punto,
la autora los recalca que inevitablemente labor y necesidad está vinculada y
que por lo tanto labor será un elemento de la vida, ya que es un esfuerzo de la
vida misma. En esta labor existe una fuerza natural que es la fuerza de la
necesidad misma. En cierta medida hay un falso triunfo sobre la necesidad
llevando la labor a la esfera pública sin ser más que una esfera pública si no
una ampliación de la esfera privada, ya que la labor sigue siendo necesidad. Lo que ha traído como consecuencia es un mundo
de altísimo consumo, donde se le da un papel a las cosas de uso como si fuesen
cosas de consumo, alterando por ende la labor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario