sábado, 24 de agosto de 2013

Michelle Serni V. Resumen. Capitulo III

Capítulo III
Labor
La autora Hannah Arendt parte en este capítulo diciéndonos que habrá críticas a Marx y que lamenta hacerlo en una época donde tantos escritos han publicado sus críticas hacia Karl Marx.
“La labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos”
En esta parte del capítulo la autora nos dice que dará una distinción entre trabajo y labor que es poco usual. En el uso moderno, nos que  la palabra labor ha sido designada solo como el nombre, es decir, no se refiere a un producto acabado, si no que se quedará en mera palabra, por otro lado trabajo será aquella que indicará el producto ya realizado.
En la antigüedad se da un desprecio hacia lo que era la labor, por la razón que en la búsqueda por la libertad se intentaba desprenderse de las necesidades y transcender de las mismas por lo tanto todo aquello que no fuese actividad política no estaba adecuadamente valorizado.
Por ende, la esclavitud existía en la antigüedad como forma de poder delegar las funciones físicas que limitan la libertad. 
Siguiendo con lo dicho por la autora, nos explica acerca de la labor productiva, la cual consiste en el poder humano, no para producir algo en particular, sino una fuerza empleada en palabras de Marx.  Su poder no se agota, por lo tanto puede estar en constante reproducción.
La división de trabajo, nos dice Arendt, que al ser dividida entre tantas partes no se necesita para casi habilidad para ser empleada, solo un mínimo de la misma, por lo mismo lo que será vendido o comprado no será obra solo de la labor individual, sino que será “poder de labor”, en cual cada uno de nosotros posee.
Luego nos hace referencia a la diferencia entre la categoría entre el que trabaja con las manos y el que trabaja con la cabeza. Nos explica, que el pensar no deja una marca permanente como tal, sino es llevado a lo tangible y de no ser así queda en mero pensamiento que finaliza con el fin de la vida, y que el intelectual al querer dejar algo permanente sobre su pensamiento tendrá que trabajar con sus propias manos para conseguirlo.  Por lo tanto, el pensar y trabajar son dos cosas diferentes, ya que  el intelectual que  quiere que se conozca su pensamiento tendrá que recordar lo pensado, es decir, lo intangible para lograr entonces una materialización.
El carácter de la cosa del mundo.
Este punto de la lectura comienza diciendo que el desprecio por el trabajo en la antigüedad y la glorificación que se le da en la etapa moderna provienen de la actividad del trabajador, que por un lado ha sido desconfiado de su penoso esfuerzo y por el otro elogiado por la producción que hace.
Siguiendo con lo que nos explica la autora, nos dice que dentro del mundo, el cual esta lleno de cosas duraderas, podemos encontrar aquellos bienes que aseguran la supervivencia del ser humano, las cuales son necesarias para cada uno de nosotros y que son producidas por la labor, nos dice Arendt, y nos dirá en palabras textuales: “Lo que los bienes de consumo son para la vida, los objetos de uso son para el mundo” (Arendt, 1958 pp. 116)
Ya al lograr captar la diferencia entre bienes de consumo y bienes de uso entran los productos de la acción y del discurso, ambos son totalmente intangibles y como nos dirá la autora, menos duraderos a diferencia de los bienes que son producidos para el consumo.  Ambos productos (acción y discurso) dependerá por lo tanto de la pluralidad, de la existencia de los demás.
Hannah Arendt nos dirá cerrando este punto, que en el mundo humano existen mas cosas permanentes que la misma actividad que la produce y que por la misma construcción que va produciendo el ser humano, se encuentra en constante transformación
Labor y vida:
La autora abre este punto diciéndonos que las cosas que no son permanentes son necesarias para la existencia del ser humano, para el proceso de la vida, ya que al permanecer en el mundo por un periodo definido regresan al proceso natural que fue el que los produjo. 
La vida debemos entenderla como aquello que consumo lo durable, lo utiliza y lo desgasta logrando con ello que regrese a un ciclo infinito, de la naturaleza, de la vida.  De este punto, acerca de lo cíclico de la vida entra el comienzo de la vida, el nacimiento y la muerte, lo cuales no son simples procesos naturales sino que pertenece al mundo donde el hombre aparece y parte ya que si existiese un mundo donde se es inmortal y permanente, reinaría la eterna repetición. Solo en el mundo humano se es presentado el crecimiento y la decadencia, por ejemplo como es en el caso de la naturaleza donde todo es “natural” y al hombre incorporarlo a su mundo comienza el proceso de crecimiento y decaimiento.
La necesidad del hombre por subsistir, domina la labor del hombre como también al consumo. El hombre al sacar material de la naturaleza para emplear su trabajo el mismo será más destructivo que la misma labor, ya que ninguno de estos materiales será devuelto a la naturaleza.
Labor y fertilidad.
Parte diciendo que Locke descubrió que la labor es la fuente de la propiedad, por el mismo curso Adam Smith dijo que la labor era la fuente de toda riqueza y por su lado Marx dijo que la labor era fuente de toda la productividad. Dentro de la definición que le dieron a la labor, estos tres autores no lograron ver la contradicción a la cual se estaban enfrentando ya que la misma está en que los tres igualaron el trabajo con la labor, dándole facultades a la labor que solo posee el trabajo.
Una de las facultades de labor que encontramos es que la misma es interminable, y la realización de la labor es placentera por ende lleva a la felicidad, cuando es un proceso de desgaste y regeneración.
Lo privado de la propiedad y la riqueza
Existen dos elementos centrales en este subtitulo. El primero la integración que hace Arendt sobre la propiedad en cuanto que este es un elemento que se convierte en privado porque es una apropiación, una singularidad, en cuanto es algo que posee una persona para si mismo de forma exclusiva. La autora explica, que en la época moderna la preocupación o promoción del Estado sobre este tema no era exactamente la propiedad como tal si no la expansión y adquisición de dicha propiedad.
El otro elemento de consideración es la riqueza, que viene siendo la acumulación cuantitativa de algo, relacionado con la prosperidad. En este subtitulo Arendt resalta la idea marxista de la humanidad en sociedad vinculando de esta forma o en todo caso reseñando lo dicho por Marx sobre la exposición de estos dos elementos (propiedad y riqueza) a la dinámica social, configurada por las crecientes relaciones económicas, en este sentido propiedad y riqueza son dos aspiraciones o ambiciones artificiales del hombre.
Los instrumentos del trabajo y la división de la labor
Los productos de la labor, nos dice Arendt, no pertenecen al mundo lo suficiente como para convertirse en parte del mismo. El animal laborans, es llevado por la necesidad de su cuerpo y a diferencia del homo faber que utiliza el cuerpo de manera libre. De aquí surge cuando Platón dijo que tanto los esclavos como los laborantes están atados a la necesidad y por lo tanto no podrán obtener la libertad por la misma razón y por ello no podrán tener la capacidad de controlar su parte animal. El hombre para ser libre debe saber que está sujeto a la necesidad.
Los instrumentos utilizados por la labor, que son los que facilitan el esfuerzo del mismo, podemos entenderlos como productos que son parte del trabajo.
La especialización del trabajo y la división de la labor solo tienen un punto de encuentro en los espacios de organización, es decir, en los espacios políticos donde le hombre es capaz de actuar juntos con otros hombres.  La división de la labor consiste entonces en que dos o más hombres pueden unir su fuerza laboral y actuar como si fuese una sola persona.
La labor es fertilidad, es decir, es vida y el hombre intentará llevar eso al mundo.
La sociedad de consumidores
En este punto, la autora los recalca que inevitablemente labor y necesidad está vinculada y que por lo tanto labor será un elemento de la vida, ya que es un esfuerzo de la vida misma. En esta labor existe una fuerza natural que es la fuerza de la necesidad misma. En cierta medida hay un falso triunfo sobre la necesidad llevando la labor a la esfera pública sin ser más que una esfera pública si no una ampliación de la esfera privada, ya que la labor sigue siendo necesidad.  Lo que ha traído como consecuencia es un mundo de altísimo consumo, donde se le da un papel a las cosas de uso como si fuesen cosas de consumo, alterando por ende la labor.



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