Capítulo
IV
El
carácter duradero del mundo
En este
capítulo la autora comienza explicándonos cuales son las cualidades del homo
faber, y explica que el homo faber trabaja y fabrica sobre algo en particular,
mientras que el animal laborans labora, es decir mezcla con la fábrica una
variedad indeterminable de cosas, donde al elaborar la suma total de las cosas
fabricadas constituye el artificio humano.
Este
artificio de carácter duradero no es absoluto, al hacer uso o no de él se va
agotando, por ende este artificio estará impregnado de la misma vida.
El
carácter duradero que poseen las cosas le da una cierta independencia del
hombre, de la naturaleza como tal, como por ejemplo el construir cosas de la
naturaleza para protegernos de la misma.
Luego la
autora nos habla acerca del uso, labor y trabajo, donde nos dice que nos son lo
mismo pero que entre todos parecen tener una contribución. El uso en si
contiene un elemento de consumo, donde al realizar un contacto con el objeto se
va desgastando, esto ocurre al momento que el objeto de uso tiene relación con
el organismo vivo de consumo. Por ende, mientras mayor sea el contacto
entre el hombre y el objeto usado mayor será la igualdad entre ambos.
Reificación
La
fabricación, el trabajo del homo faber, el cual podemos entenderlo como el
destructor de la naturaleza, consiste en reificación.
Para
comprender mejor lo que es el homo faber debemos entender que se arranca lo de
la naturaleza para la fabricación generando siempre un grado de violencia, como
nos dice la autora, se comporta como el Sr. y amo de la tierra. Por otro lado
el animal laborans con su cuerpo y la ayuda de los animales domesticados nutre
la vida, por ende él a diferencia del homo faber será un siervo de la tierra.
Hannah
Arendt nos dice que el mayor trabajo en el mundo moderno se hace en modo de
labor.
Luego nos
da una diferencia entre multiplicación y repetición, donde la multiplicación
será la creación la cual es inherente al trabajo y la repetición es parte del
ciclo vital, característica de la labor.
Todo
proceso de fabricación está determinado por medios y fin. La labor produce para
un fin que es el consumo y al generarse este consumo carece de su mundana
permanencia del objeto de trabajo. Este fin del que nos habla la autora
no es un fin que se encuentra determinado por el producto final, sino más bien
por el agotamiento que se da en el poder laboral.
Los
productos pasan a ser medios, medios de subsistencia y reproducción de la
fuerza que encontraremos en la labor.
El impulso
que se genera en la repetición procede de la necesidad
que tiene cada uno de los artesanos para ganar su medio de subsistencia, donde
en su caso el trabajo coincidirá con la labor, este proceso se irá repitiendo
pero por razones que son externas a él.
La misma
labor será parte del movimiento cíclico del proceso vital del cuerpo, por lo
tanto carece de principio a fin.
Por su
parte la acción puede tener un principio definido mas no tendrá un fin
determinado, es difícil predecirlo. Una semejanza que tendrá el proceso
de fabricación con la acción será que no es irreversible, es decir, que toda
cosa producida por las manos del hombre puede destruirse.
El homo
faber, por ende, será dueño de si mismo y de cada uno de sus actos, será libre
de producir, libre de destruir. Mientras que por su parte el Animal Laborans
estará sujeto a la necesidad de su propia vida.
Instrumentalidad
y el Animal Laborans
Cada uno
de los instrumentos que aligeran y mecanizan la labor del animal laborans son
invención y creación del homo faber.
El animal laborans
estará sujeto a cada uno de os procesos de la vida, la duración en el mundo y
su estabilidad estará representada por los útiles e instrumentos, por esta
razón los útiles toman un carácter instrumental en cada una de sus funciones.
Para
ejecutar la labor y adquirir mejores resultados se requiere una ejecución
rítmicamente ordenada, es decir, una coordinación de los movimientos
individuales al momento de agruparse en muchos laborantes, se debe tener un
ritmo adecuado en su proceso. De igual forma, el animal laborans emplea
instrumentos para obtener una facilidad en las labores de su propio proceso de
la vida.
La
máquina, nos dirá la autora, la podemos ver como el reemplazo del ritmo
humano, la cual se encargará de ser la guía del ritmo del cuerpo, de
sustituirlo, y de igual manera son cambiados los útiles por la maquinaria.
Por otro
lado, nos dirá que la tecnología nuclear, las diversas bombas atómicas, si se
llegasen a soltar podrían destruir toda la vida orgánica de la tierra, por lo
tanto, ya no se tratará de desencadenar los procesos naturales elementales,
sino el manejo total de nuestra vida cotidiana.
En relación
a las máquinas se ha dicho que las mismas fueron creadas para buscar mejorar y
alivianar la carga de la labor del hombre.
La diferencia
entre útiles y máquinas podemos ver que los útiles que emplea el
artesano son siervos de la mano, mientras que la máquina exige que
el trabajador les sirva a ellas, por ende deben ajustar su ritmo natural de su cuerpo
al movimiento mecánico que emplea la máquina.
Debemos
entender que se le dirán mecánicos a todos esos movimientos que se mueven por
sí mismos.
Dentro de
la producción que produce la automatización se logra dar una distinción
entre operación y producto, donde ambas carecen de sentido. Dentro de
esta automatización no encontraremos la categoría del homo faber ya que quienes
abogan por dicha automatización suelen adoptar una actitud contraria al aspecto
mecanicista de la naturaleza.
El homo faber,
entendiéndolo como el fabricante de utensilios, creó los instrumentos para
erigir un mundo y no para ayudar al proceso de la vida humana.
La
cuestión está en comprender si las máquinas sirven al mundo y a sus cosas o si
por el contrario las máquinas y su proceso automático han comenzado a dominar o
destruir el mundo y las cosas.
Para
aquellos laborantes el mundo de las máquinas se ha llegado a convertir en
el sustituto del mundo real. Dentro de este mundo de las máquinas se pierde ese
carácter independiente que poseen los útiles, los instrumentos.
Por otro
lado la autora nos dirá que la tecnología se presenta como un desarrollo
biológico de la humanidad.
Instrumentalidad
y el Homo Faber
Esta parte
del capítulo la autora comienza explicándonos que los instrumentos del Homo
Faber determinan todo el trabajo y fabricación. y en este caso el fin justifica
los medios y además los produce y organiza.
Esto
quiere decir que el fin justifica la violencia ejercida sobre la naturaleza
para obtener el material., donde durante el proceso de trabajo todo se juzgará
en términos de conveniencia y utilidad para obtener el fin deseado y nada más.
Dentro de
todo este contexto la autora nos explica la dificultad del modelo utilitario el
cual radica en que en un mundo utilitario todos los fines estarán sujetos a
tener breve duración y por ende transformarse en medios para posteriores fines.
La duda o problema que radica dentro del utilitarismo es que el mismo se
encuentra atrapado en una interminable cadena de medios y fines sin llegar a
algún principio que pueda justificar la categoría de medios y fin.
Por esta misma razón no hay forma de terminar la cadena de medios y fines
e impedir que todos los fines sean utilizados como medios. Por lo tanto,
un fin alcanzado deja de ser un fin perdiendo su capacidad para guiar y
justificar la elección de medios, y por ende para organizarlos y
producirlos.
Por su
parte el homo faber en la medida que solo es un fabricante y solo piensa en
términos de medios y fines, está incapacitado para lograr una comprensión
acerca del significado, a diferencia del animal laborans que puede entender
acerca de la instrumentalidad.
El propio
hombre, nos dirá Arendt, pasa a ser fin último que acaba con la interminable
cadena de medios y fines. Dentro de todo esto encontramos el infortunio en el
momento en el que el homo faber parece haberse realizado, en relación a su
propia actividad y comienza a degradar el mundo de las cosas, sean las cosas
valiosas, el material sobre el que trabaja, el homo faber convierte todo en
simples medios perdiendo con ello su intrínseco valor.
De igual
manera, el hombre en la medida que es homo faber instrumentaliza y al
instrumentalizar logra una degradación de todas las cosas. No solo se da
en las cosas en general sino que también se da en la tierra y en
todas las fuerzas de la naturaleza.
El tema
central será la generalización de la experiencia de fabricación en que
establece la utilidad como modelo para la vida y el mundo de los hombres.
La
experiencia que se da a través de los medios y fines no logra ausentarse
con el producto terminado, sino que la misma se extiende hasta su último
destino que es servir de objeto de uso.
Por
su parte los griegos ya en un pasado temían esta devaluación del mundo,
despreciaban la vulgaridad de lo que significaba el utilitarismo.
Mercado de cambio
En
la época moderna hubo un intento de excluir al hombre político, al hombre que
actúa y habla de la esfera pública, nos dice la autora, donde fue una exclusión
semejante a la del homo faber en la actualidad.
Ya
en la época moderna se tenía conocimiento de que la esfera pública no sería
todo el tiempo, es decir, era una función de la sociedad, la cual estaba
destinada a proteger la facultad social y productiva de la naturaleza humanada
mediante la administración del gobierno, esta actividad fue considerada como
una charla ociosa.
Por
su parte el homo faber está capacitado para tener una esfera pública propia, a
diferencia del animal laborans donde su vida social carece de mundo y por esta
misma razón es incapaz de habitar la esfera pública.
La
esfera pública del homo faber será el mercado de cambio donde puede mostrar los
productos de sus manos y recibir la estima que le corresponde. Aquí solo
encuentra su propia relación con los demás por el intercambio que se da a
través de los productos. A medida que el homo faber fabrica productos es decir,
objetos de uso no solo los producirá de manera aislada sino que para su uso
privado y de esa manera aparecen y emergen en la esfera pública al convertirse
los mismos en artículos de primera necesidad
dentro del mercado de cambio. El valor por ende, solo puede ser
entendido en la esfera pública donde los artículos aparecen como de primera
necesidad como anteriormente dijimos, que ni la labor, ni el trabajo ni el
capital pueden dárselo, solo la esfera pública. Debemos entender el valor como
la cualidad que nunca se puede tener el privado solo en público, por ende los
valores nunca serán los productos de una específica actividad humana, sino que
cobran su peso por así decirlo entre los intercambios entre hombres.
En
palabras de Marx nadie produce valores en aislamiento, solo se convierten en
valores en su relación social.
La permanencia del mundo y la obra de
arte
Dentro
de todo el artificio humano se encuentran ciertos objetos que por decirlo de
alguna forma, carecen estrictamente de utilidad alguna y además no son
intercambiables, es decir, no pueden ser intercambiados y por lo tanto no
responden a esa lógica.
En
el caso de las obras de arte podríamos decir que son mundanas, totalmente
tangibles, poseen un carácter duradero puesto que no están sujetas al uso del
hombre ni de las creaturas.
El
carácter duradero es más elevado que el que necesitan las cosas en general para
existir, por ende pueden lograr su permanencia a lo largo del tiempo.
Dentro
de la obra de arte encontramos como la fuente inmediata la capacidad de pensar,
se trata de capacidades que poseen el hombre no de atributos del animal humano.
Por
lo tanto, las obras de arte serán cosas del pensamiento, partes del mismo, pero
que la misma no sea un impedimento en que sean cosas.
El
pensamiento en sí no es capaz de fabricar las cosas palpables, más bien el crea
las cosas, está relacionado a la acción, ya que a través de la misma conlleva
ese pensamiento convirtiéndose el mismo en una realidad. Dentro de las cosas
más cercanas al pensamiento podríamos encontrar el de la poesía.
Dentro
de todo este contexto podemos encontrar una diferencia entre pensamiento y
cognición que nos da la autora. El pensamiento por su parte es el origen de la
obra de arte, se manifiesta en la filosofía sin ninguna transgresión, mientras
que la cognición siempre persigue un objetivo definido, y una vez que alcanza
este objetivo el proceso cognitivo llega a su fin.
Por
otro lado, el pensamiento no posee fin u objetivo, ni mucho menos dará
resultado alguno, es decir, la actividad de pensar es tan repetida como la vida
misma.
Hannah
Arendt nos dice que el mundo de las cosas hemos por el hombre, es decir, el
artificio humano construido por el homo faber se convierte en un hogar para los
hombres mortales, donde su estabilidad estará ligada al movimiento siempre
cambiante de la vida misma y de las acciones solo hasta que se logre trascender
de la funcionalidad misma de las cosas producidas para el consumo y su pura
utilidad de los objetivos producidos para el uso.
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