miércoles, 28 de agosto de 2013

Michelle Serni. "La condición humana" Capítulo IV.

Capítulo IV

El carácter duradero del mundo
En este capítulo la autora comienza explicándonos cuales son las cualidades del homo faber, y explica que el homo faber trabaja y fabrica sobre algo en particular, mientras que el animal laborans labora, es decir mezcla con la fábrica una variedad indeterminable de cosas, donde al elaborar la suma total de las cosas fabricadas constituye el artificio humano.
Este artificio de carácter duradero no es absoluto, al hacer uso o no de él se va agotando, por ende este artificio estará impregnado de la misma vida.
El carácter duradero que poseen las cosas le da una cierta independencia del hombre, de la naturaleza como tal, como por ejemplo el construir cosas de la naturaleza para protegernos de la misma.
Luego la autora nos habla acerca del uso, labor y trabajo, donde nos dice que nos son lo mismo pero que entre todos parecen tener una contribución. El uso en si contiene un elemento de consumo, donde al realizar un contacto con el objeto se va desgastando, esto ocurre al momento que el objeto de uso tiene relación con el organismo vivo de consumo.  Por ende, mientras mayor sea el contacto entre el hombre y el objeto usado mayor será la igualdad entre ambos.

Reificación
La fabricación, el trabajo del homo faber, el cual podemos entenderlo como el destructor de la naturaleza, consiste en reificación.
Para comprender mejor lo que es el homo faber debemos entender que se arranca lo de la naturaleza para la fabricación generando siempre un grado de violencia, como nos dice la autora, se comporta como el Sr. y amo de la tierra. Por otro lado el animal laborans con su cuerpo y la ayuda de los animales domesticados nutre la vida, por ende él a diferencia del homo faber será un siervo de la tierra.
Hannah Arendt nos dice que el mayor trabajo en el mundo moderno se hace en modo de labor.
Luego nos da una diferencia entre multiplicación y repetición, donde la multiplicación será la creación la cual es inherente al trabajo y la repetición es parte del ciclo vital, característica de la labor.
Todo proceso de fabricación está determinado por medios y fin. La labor produce para un fin que es el consumo y al generarse este consumo carece de su mundana permanencia del objeto de trabajo.  Este fin del que nos habla la autora no es un fin que se encuentra determinado por el producto final, sino más bien por el agotamiento que se da en el poder laboral.
Los productos pasan a ser medios, medios de subsistencia y reproducción de la fuerza que encontraremos en la labor.
El impulso que se genera en la repetición procede de la necesidad que tiene cada uno de los artesanos para ganar su medio de subsistencia, donde en su caso el trabajo coincidirá con la labor, este proceso se irá repitiendo pero por razones que son externas a él.
La misma labor será parte del movimiento cíclico del proceso vital del cuerpo, por lo tanto carece de principio a fin.
Por su parte la acción puede tener un principio definido mas no tendrá un fin determinado, es difícil predecirlo.  Una semejanza que tendrá el proceso de fabricación con la acción será que no es irreversible, es decir, que toda cosa producida por las manos del hombre puede destruirse.
El homo faber, por ende, será dueño de si mismo y de cada uno de sus actos, será libre de producir, libre de destruir. Mientras que por su parte el Animal Laborans estará sujeto a la necesidad de su propia vida.

Instrumentalidad y el Animal Laborans
Cada uno de los instrumentos que aligeran y mecanizan la labor del animal laborans son invención y creación del homo faber.  
El animal laborans estará sujeto a cada uno de os procesos de la vida, la duración en el mundo y su estabilidad estará representada por los útiles e instrumentos, por esta razón los útiles toman un carácter instrumental en cada una de sus funciones.
Para ejecutar la labor y adquirir mejores resultados se requiere una ejecución rítmicamente ordenada, es decir, una coordinación de los movimientos individuales al momento de agruparse en muchos laborantes, se debe tener un ritmo adecuado en su proceso.  De igual forma, el animal laborans emplea instrumentos para obtener una facilidad en las labores de su propio proceso de la vida.
La máquina, nos dirá la autora,  la podemos ver como el reemplazo del ritmo humano, la cual se encargará de ser la guía del ritmo del cuerpo, de sustituirlo, y de igual manera son cambiados los útiles por la maquinaria.
Por otro lado, nos dirá que la tecnología nuclear, las diversas bombas atómicas, si se llegasen a soltar podrían destruir toda la vida orgánica de la tierra, por lo tanto, ya no se tratará de desencadenar los procesos naturales elementales, sino el manejo total de nuestra vida cotidiana.   
En relación a las máquinas se ha dicho que las mismas fueron creadas para buscar mejorar y alivianar la carga de la labor del hombre.
La diferencia entre útiles y máquinas  podemos ver que los útiles que emplea el artesano  son siervos  de la mano, mientras que la máquina exige que el trabajador les sirva a ellas, por ende deben ajustar su ritmo natural de su cuerpo al movimiento mecánico que emplea la máquina.
Debemos entender que se le dirán mecánicos a todos esos movimientos que se mueven por sí mismos.
Dentro de la producción que produce la automatización  se logra dar una distinción entre operación y producto, donde ambas carecen de sentido.  Dentro de esta automatización no encontraremos la categoría del homo faber ya que quienes abogan por dicha automatización suelen adoptar una actitud contraria al aspecto mecanicista de la naturaleza.
El homo faber, entendiéndolo como el fabricante de utensilios, creó los instrumentos para erigir  un mundo y no para ayudar al proceso de la vida humana.
La cuestión está en comprender si las máquinas sirven al mundo y a sus cosas o si por el contrario las máquinas y su proceso automático han comenzado a dominar o destruir el mundo y las cosas.  
Para aquellos laborantes el mundo de las máquinas  se ha llegado a convertir en el sustituto del mundo real. Dentro de este mundo de las máquinas se pierde ese carácter independiente que poseen los útiles, los instrumentos.
Por otro lado la autora nos dirá que la tecnología se presenta como un desarrollo biológico de la  humanidad.

Instrumentalidad y el Homo Faber
Esta parte del capítulo la autora comienza explicándonos que los instrumentos del Homo Faber determinan todo el trabajo y fabricación. y en este caso el fin justifica los medios  y además los produce y organiza.
Esto quiere decir que el fin justifica la violencia ejercida sobre la naturaleza para obtener el material., donde durante el proceso de trabajo todo se juzgará en términos de conveniencia y utilidad para obtener el fin deseado y nada más.
Dentro de todo este contexto la autora nos explica la dificultad del modelo utilitario el cual radica en que en un mundo utilitario todos los fines estarán sujetos a tener breve duración y por ende transformarse en medios para posteriores fines.  La duda o problema que radica dentro del utilitarismo es que el mismo se encuentra atrapado en una interminable cadena de medios y fines sin llegar a algún principio que pueda justificar la categoría  de medios y fin.  Por esta misma razón no hay forma de terminar la cadena de medios y fines  e impedir que todos los fines sean utilizados como medios. Por lo tanto, un fin alcanzado deja de ser un fin  perdiendo su capacidad para guiar y justificar  la elección de medios, y por ende para organizarlos y producirlos.
Por su parte el homo faber en la medida que solo es un fabricante y solo piensa en términos de medios y fines,  está incapacitado para lograr una comprensión acerca del significado, a diferencia del animal laborans que puede entender acerca de la instrumentalidad.
El propio hombre, nos dirá Arendt, pasa a ser fin último que acaba con la interminable cadena de medios y fines. Dentro de todo esto encontramos el infortunio en el momento en el que el homo faber parece haberse realizado, en relación a su propia actividad y comienza a degradar el mundo de las cosas, sean las cosas valiosas, el material sobre el que trabaja, el homo faber convierte todo en simples medios perdiendo con ello su intrínseco valor.
De igual manera, el hombre en la medida que es homo faber instrumentaliza  y al instrumentalizar  logra una degradación de todas las cosas. No solo se da en las cosas en  general  sino que también se da en la tierra y en todas las fuerzas de la naturaleza.
El tema central será la generalización de la experiencia de fabricación en que establece la utilidad como modelo para la vida y el mundo de los hombres.
La experiencia que se da a través de los medios y fines no logra  ausentarse con el producto terminado, sino que la misma se extiende hasta su último destino que es servir de objeto de uso.
Por su parte los griegos ya en un pasado temían esta devaluación del mundo, despreciaban la vulgaridad de lo que significaba el utilitarismo.

Mercado de cambio
En la época moderna hubo un intento de excluir al hombre político, al hombre que actúa y habla de la esfera pública, nos dice la autora, donde fue una exclusión semejante a la del homo faber en la actualidad.
Ya en la época moderna se tenía conocimiento de que la esfera pública no sería todo el tiempo, es decir, era una función de la sociedad, la cual estaba destinada a proteger la facultad social y productiva de la naturaleza humanada mediante la administración del gobierno, esta actividad fue considerada como una charla ociosa.
Por su parte el homo faber está capacitado para tener una esfera pública propia, a diferencia del animal laborans donde su vida social carece de mundo y por esta misma razón es incapaz de habitar la esfera pública.
La esfera pública del homo faber será el mercado de cambio donde puede mostrar los productos de sus manos y recibir la estima que le corresponde. Aquí solo encuentra su propia relación con los demás por el intercambio que se da a través de los productos. A medida que el homo faber fabrica productos es decir, objetos de uso no solo los producirá de manera aislada sino que para su uso privado y de esa manera aparecen y emergen en la esfera pública al convertirse los mismos en artículos de primera necesidad  dentro del mercado de cambio. El valor por ende, solo puede ser entendido en la esfera pública donde los artículos aparecen como de primera necesidad como anteriormente dijimos, que ni la labor, ni el trabajo ni el capital pueden dárselo, solo la esfera pública. Debemos entender el valor como la cualidad que nunca se puede tener el privado solo en público, por ende los valores nunca serán los productos de una específica actividad humana, sino que cobran su peso por así decirlo entre los intercambios entre hombres.
En palabras de Marx nadie produce valores en aislamiento, solo se convierten en valores en su relación social.

La permanencia del mundo y la obra de arte
Dentro de todo el artificio humano se encuentran ciertos objetos que por decirlo de alguna forma, carecen estrictamente de utilidad alguna y además no son intercambiables, es decir, no pueden ser intercambiados y por lo tanto no responden a esa lógica.
En el caso de las obras de arte podríamos decir que son mundanas, totalmente tangibles, poseen un carácter duradero puesto que no están sujetas al uso del hombre ni de las creaturas.
El carácter duradero es más elevado que el que necesitan las cosas en general para existir, por ende pueden lograr su permanencia a lo largo del tiempo.
Dentro de la obra de arte encontramos como la fuente inmediata la capacidad de pensar, se trata de capacidades que poseen el hombre no de atributos del animal humano.
Por lo tanto, las obras de arte serán cosas del pensamiento, partes del mismo, pero que la misma no sea un impedimento en que sean cosas.
El pensamiento en sí no es capaz de fabricar las cosas palpables, más bien el crea las cosas, está relacionado a la acción, ya que a través de la misma conlleva ese pensamiento convirtiéndose el mismo en una realidad. Dentro de las cosas más cercanas al pensamiento podríamos encontrar el de la poesía.
Dentro de todo este contexto podemos encontrar una diferencia entre pensamiento y cognición que nos da la autora. El pensamiento por su parte es el origen de la obra de arte, se manifiesta en la filosofía sin ninguna transgresión, mientras que la cognición siempre persigue un objetivo definido, y una vez que alcanza este objetivo el proceso cognitivo llega a su fin.
Por otro lado, el pensamiento no posee fin u objetivo, ni mucho menos dará resultado alguno, es decir, la actividad de pensar es tan repetida como la vida misma.

Hannah Arendt nos dice que el mundo de las cosas hemos por el hombre, es decir, el artificio humano construido por el homo faber se convierte en un hogar para los hombres mortales, donde su estabilidad estará ligada al movimiento siempre cambiante de la vida misma y de las acciones solo hasta que se logre trascender de la funcionalidad misma de las cosas producidas para el consumo y su pura utilidad de los objetivos producidos para el uso.  

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