RESUMEN
CAPITULO II DEL LIBRO “LA CONDICIÓN HUMANA”
DE
HANNAH ARENDT
Es
importante resaltar que el siguiente resumen se enfocara principalmente en el
capítulo dos del libro que se viene trabajando en relación a la condición
humana que plantea Hannah Arendt, el cual se orienta especialmente en la esfera
pública y la privada y esa relación del ser humano en diferentes ámbitos
sociales.
La
autora comienza este capítulo diciendo que la Vita Activa, vida humana hasta donde se halla activamente
comprometida en hacer algo, está siempre enraizada en un mundo de hombres y de
cosas realizadas por éstos, que nunca deja ni trasciende por completo. Cosas y
hombres forman el medio ambiente de cada una de las actividades humanas, que
serían inútiles sin esa situación; sin embargo, este medio ambiente, el mundo
en que hemos nacido, no existiría sin la actividad humana que lo produjo, como
en el caso de los objetos fabricados, que se ocupa de él, como en el caso de la
tierra cultivada, que lo estableció mediante la organización, como en el caso
del cuerpo político. Ninguna clase de vida humana, ni siquiera la del ermitaño
en la agreste naturaleza, resulta posible sin un mundo que directa o
indirectamente testifica la presencia de otros seres humanos.
El
contenido de este párrafo es fundamental para explicar la condición humana y su
interrelación social con el mudo, ya que nos explica que el ser humana se
vuelve racional en sociedad creando así mecanismos y medios que ayuden a que la
vida sea más placentera en la convivencia humana, por ello es importante
destacar este aspecto ya que nos da a entender que el mundo en el que vivimos
en día es originario del ser humano y su creación.
Posteriormente
Arendt establece, que todas las actividades humanas están condicionadas por el
hecho de que los hombres viven juntos, si bien es sólo la acción lo que no cabe
ni siquiera imaginarse fuera de la sociedad de los hombres. La actividad de la
labor no requiere la presencia de otro, aunque un ser laborando en completa
soledad no será humano, sino un animal laborarans en el sentido más literal de
la palabra.
Esto
hace entender de que el hombre nació para vivir en sociedad y desenvolverse en
ella creando medios necesarios para su sostenibilidad sin que la misma decaiga,
por ello debemos entender de que ningún ser humano labora de una forma
completamente aislada y desligándose a su condición natural.
Ahora
bien, en las siguientes líneas se plantea que el pensamiento griego, la
capacidad que posee el hombre para lograr los medios de organización política
no es sólo diferente, sino que se halla en directa oposición a la asociación
natural cuyo centro es el hogar y la familia. El nacimiento de la Ciudad-estado
significo que el hombre recibía “además de su vida privada, una especie de
segunda vida, su bios politikos. Ahora todo
ciudadano pertenece a dos órdenes de existencia, y hay una tajante distinción
entre lo que es suyo y lo que es comunal.
Es fundamental el hecho de que el ser humano
se pueda desenvolver en diversos ámbitos de la vida por ello queda claro que,
su relación no es solo a nivel público (polís), ya que también se da una
interacción en lo privado del ser humano que las acciones de las mismas no
genera o afecta lo general, sino a un grupo exclusivo de personas que se desenvuelven
en esa esfera privada de interacción.
La
confusión entre las esferas de lo social y lo político se acentúa en la
modernidad. Mientras que la distinción entre lo público y lo privado es tan
antigua como la ciudad-estado, lo social, que no es ni una cosa ni la otra,
coincide con la llegada de la Edad Moderna, cuya forma política es la
nación-estado. Mientras que para el pensamiento clásico lo privado era el
ámbito de las necesidades, como la administración familiar, en el mundo moderno
lo social empieza a invadirlo todo y se empieza a considerar la administración
del estado como la de “una familia cuyos asuntos cotidianos han de ser cuidados
por una administración doméstica gigantesca y de alcance nacional” (42). Para
el pensamiento antiguo, hablar de “economía política” sería contradictorio, lo
económico, lo relacionado con la vida y la supervivencia, es un asunto familiar
y no político. Así, mientras la familia es el reino de la necesidad, la polis
lo es de la libertad y “existía una relación entre estas dos esferas, ya que
resultaba lógico que el dominio de las necesidades vitales en la familia fuera la condición para la libertad
de la polis” (43). La polis es el reino de la igualdad, pero no en el sentido moderno,
la familia el de la desigualdad. En la familia se puede usar la violencia, que
es pre política. En el mundo moderno, la política es una función de la
sociedad: acción, discurso y pensamiento son superestructuras relativas al
interés social. Para el mundo griego, en cambio, la distinción entre la esfera
doméstica y la vida política nunca se puso en duda.
Cada
actividad humana señala su lugar en el mundo. La esfera privada no sólo es el
ámbito de la necesidad, lo fútil o vergonzoso, también lo es de la bondad.
Arendt termina el capítulo reflexionando sobre la bondad. “La bondad en sentido
absoluto, diferenciada de lo “bueno para” o lo “excelente” de la antigüedad
griega y romana, se conoció en nuestra civilización con el auge del
cristianismo” (79). La única actividad que enseñó Jesús con palabras y hechos
fue la bondad y esta acoge una tendencia a no ser vista y oída. La hostilidad
cristiana hacia la esfera pública puede entenderse como una consecuencia
evidente de la entrega a las buenas acciones independiente de todas las
creencias y esperanzas. Cuando una acción buena se hace pública pierde su
carácter de bondad, la paradójica enseñanza de Jesús es que ningún hombre puede
ser bueno, algo análogo al amor por la sabiduría de los filósofos aunque este
sí se hace público al salir de la caverna. Las buenas acciones, en cambio, no
dejan huella como el testimonio de los filósofos, no son de este mundo. La
bondad es una cualidad súper humana, requiere la soledad en la única compañía
de Dios, el único testigo de las buenas acciones. “La bondad, por lo tanto,
como consistente forma de vida, no sólo es imposible dentro de los confines de
la esfera pública, sino que incluso es destructiva” (82). Para Maquiavelo, la
corruptora influencia de la Iglesia se debía más a su participación en asuntos
seculares que a la corrupción de los obispos y prelados, por ello o la esfera
pública corrompe el cuerpo religioso o a la inversa.
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Bibliografía
ARENDT, Hannah. (2003) “La Condición Humana”.
Argentina: Buenos aires. Editorial PAIDOS.
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