domingo, 25 de agosto de 2013

Guillermo Moreno Resumen Capítulo IV: TRABAJO



            Ya hemos visto a profundidad uno de los elementos de la Vida activa, ahora toca desarrollar el que sigue.  Comprendido el peso que juega la labor y como el transcurrir de la historia y los avances tecnológicos afectaron sobremanera la concepción de la labor, haciendo de esta no un elemento más de la vida activa y algo propio de la esfera privada, sino un tópico que cruza transversalmente nuestra sociedad haciendo de ella un sociedad de laborantes.


El trabajo como parte de la vida activa tendrá un suerte similar, pero desde otra perspectiva. Primero hay que decir que la autora ve al trabajo como un rasgo de la vida activa que tiene como finalidad proporcionar las herramientas y elementos claves para que el hombre construya su mundo. Realidad que a su vez le condicionara y proporcionara los elementos claves para su permanencia en el mundo, pero a diferencia de la labor, cuyo resultado se consume a sí mismo y que tiene como fin último la perpetuidad de la vida, el trabajo tiene como rasgo principal que sus obras debe pervivir a través del tiempo. Es la permanencia el rasgo principal que distingue al trabajo y su resultado de la labor.  

Otro rasgo característico y distintivo del trabajo es el hecho de la violencia tras este. La labor convive en cierta armonía con la naturaleza, pero el trabajo no respeta a la naturaleza pues extrae de ella, a la fuerza, lo que necesita para crear su mundo, el cual será ajeno y artificial, y tratará, por sobre todas las cosas, de mantener a raya a la naturaleza. Por lo tanto el Animal Laboran es un mero reproductor, mientras que el Homo faber es un creador, un domador de lo salvaje.

Pero aquí no termina la relación entre el trabajo-Homo faber-naturaleza, pues tal como la autora nos dice, con el trabajo y su producto surge una nueva idea que es la de la reificación. ¿Qué se entiendo por esto? Sencillo, la reificación consiste en que algo, generalmente creado por el hombre (ya sea una idea o cosa material) se erija por encima de este y le doble. Tenga un valor superior a su creador condicionándole en gran medida.
De este concepto surgen dos conceptos y hasta unas cuantas interrogantes. El primero de ellos es el valor. Categoría que no está presente en la consideración de la labor porque entendemos cual es el fin de esta última, pero que sin duda le da sentido al trabajo. La otra cuestión que se nos presenta es la de la utilidad y la instrumentalidad. El gran dilema que nos plantea en este punto Arendt es que el hombre ha creado instrumentos para facilitar su existencia en el mundo, instrumentos que a su vez facilitan la labor del animal laboran, quien a su vez no se ve como instrumento pero que al  final del día lo es.

 Durante la antigüedad esto estaba claro cuando se observaba la realidad de los esclavos, pero con la Edad Media y la Edad Moderna, sobre todo, esta percepción se hizo realmente difícil de captar. Y, será en esa época, donde el trabajo y la instrumentalidad variaran cuando surja el trabajo industrializado y las maquinas, que como creación del hombre condicionaran su labor y a la larga (con la cadena de montaje) condicionaran la existencia misma y pondrán en duda la idea, que hasta el momento, tenía el Homo Faber de que todo estaba hecho de acuerdo a sus ideas. Pues Arendt planteara la interrogante de ¿Los diseños están hechos en función a las ideas del Homo Faber, o las ideas del homo Faber están hechas en función a la maquina? La respuesta es sencilla: en lo que podríamos llamar un drama dialectico hombre y maquina se han condicionado de tal manera que el resultado ha sido que el hombre se encuentra ajustado por la maquina y por su parte el animal laboran se ha vuelto parte de la maquina. Todo esto ha dado como resultado algo llamado la automatización, la cual ha deformado el sentido último del trabajo, acercando o igualando, este aspecto de la vida activa con la labor.

Pero la instrumentalidad no solo se refiere a la relación hombre maquina y a al uso que este, que es creador de los instrumentos, le da al animal laborans, sino  que tiene que ver con las consideraciones que hace el homo faber de su trabajo, el cual vez en una relación medios-fines. Relación que la autora descubre que es tautológica, pues cuando un fin es alcanzado a través de un medio, se descubre a su vez que existe un nuevo fin o necesidad y aquel que se consideraba la meta se vuelve a plantear en términos de un medio. Por lo tanto la instrumentalización y el utilitarismo son procesos permanentes y que no acaban nunca, porque las relación medio-fin es perpetua.

De esta idea medio-fin viene la concepción del valor, el cual cobra sentido en función de que los objetos se puedan usar. Para los autores modernos, sobre todo Marx, el valor es de uso y de cambio, mientras que el valor intrínseco al objeto carece de sentido. El último por cierto la autora lo ha relacionado con la labor y las esferas. Por lo tanto entendemos que el valor de uso y cambio son propio de las esferas públicas, mientras que el último debería pertenecer solo a la esfera privada pero que al final se encuentra libre de las mismas.

Dado que la realidad, gracias al avance de la historia, ha alterado los parámetros y las esferas, este concepto de valor ha sido trastocado. El valor solo existe en presencia de lo público y de los otros, pero a pesar de ello la esfera que le corresponde es la privada, donde el hombre busca a comercial y resolver sus asuntos. No hay nada más privado que los negocios. Por su parte el valor intrínseco tendría una dualidad sin igual, seria tanto privado como carente de esfera al ser un objeto natural que se usa como materia prima. Lo cierto es  que el valor tienes esta condición a merced de que lo social invadió lo público.

            Ahora bien, ya comprendido esto nos preguntamos: ¿Si una de las características del trabajo es que su razón de ser es la creación del mundo donde el hombre existe, por lo tanto es fuertemente mundano y por ley debe permanecer en la tierra sin estar afectado por el desgate, como le afecta a este las dinámicas productivas producto de la revolución industrial y la producción en masa? La producción en masa creó una sociedad de laborantes, que a su vez tienen necesidades cada vez crecientes, las cuales no van bien con la mundanidad inherente al producto del trabajo. Debido a esto, la concepción del trabajo y el valor de los mismos han sido trastocados, de tal forma que este se ha acercado considerablemente a lo que es la labor. Al desdibujarse la frontera queda una duda ¿Existe el trabajo? ¿Hay algo que en esta sociedad tenga valor per se o carezca del mismo y a su vez sea capaz de trascender el tiempo? Arendt responde que sí; este elemento capaz de trascender al tiempo y nuestras concepciones es el Arte.


El arte, como manifestación del hombre y su espíritu, es algo que solo tiene valor para quien lo ha creado y para que quien ha decidido apreciarlo. Pero este valor es arbitrario e intrínseco pero no se encuentra ajustado a las tres concepciones del valor y a las esferas. Pero desde una perspectiva política cabe preguntarse ¿Cómo queda nuestro mundo y lo político cuando labor y trabajo están totalmente desfasado y cada uno ve al mundo desde una perspectiva diferente? ¿Qué papel juega el hombre allí? La respuesta  Arendt es sencilla: la desviación de la labor y el trabajo ha hecho que las esferas, los espacios y las condiciones idóneas para la acción se vuelvan inútiles, y que a su vez  la formas de medir la vida y la realidad queden fuertemente trastocada, de tal manera que el hombre tiene la necesidad de medir la vida o desde la frenética necesidad de perpetuar la vida biológica de la labor o desde la relación utilitaristas del instrumentalismo del trabajo. Frente a este dicotomía la autora dice que es una locura optar por los extremos; y para quien escribe solo queda clara una cuestión: hay que romper la dinámica impuestas por la modernidad y replantear estos fenómenos de la vida en términos nuevos que sean, cuando menos, eclécticos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario