Capítulo III
Labor
11. “La labor de
nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos”
La distinción entre labor y trabajo,
la palabra labor entendida como nombre, nunca designa el producto acabado, el
resultado de la labor, sino que se queda en nombre verbal para clasificarlo con
el gerundio, mientras que el propio producto deriva invariablemente de la
palabra que indica trabajo.
El motivo de esta distinción se haya
pasado por alto en la antigüedad y no se haya explorado su significación es
bastante claro. El desprecio hacia la labor, que originalmente surge de la
apasionada lucha por la libertad mediante la superación de las necesidades, y
del no menos apasionado rechazo de todo esfuerzo que no dejara huella,
monumento ni gran obra digna de ser recordada, se propago con las recientes
exigencias de la vida de la polis sobre el tiempo de los ciudadanos, así como
debido a su insistencia en la abstracción de lo que no fueran actividades
políticas, hasta que englobo todo lo que suponía un esfuerzo.
Laborar significaba estar esclavizado
por la necesidad, y esta servidumbre era inherente a las condiciones de la vida
humana. ¿Donde se gasta la mayor cantidad de tiempo y esfuerzo, en público o en
privado?
La distinción entre labor productiva
e improductiva o la de trabajo experto o inexperto, y posteriormente la
distinción en trabajo manual e intelectual. Dicho con otras palabras, la
distinción entre labor productiva e improductiva contiene, aunque con
prejuicio, la distinción más fundamental entre trabajo y labor. En efecto,
signo de todo laborar es que no deja nada tras de sí, que el resultado de un
esfuerzo se consume casi tan rápidamente como se gasta el esfuerzo.
La productividad de la labor no es
esta en sí misma, sino el superávit del poder de la labor humana, la
introducción de este término señalo, el elemento más elemental y revolucionario
de todo su sistema. A diferencia de la productividad del trabajo, que añade
nuevos objetos al artificio humano, la productividad del poder de la labor solo
produce objetos de manera incidental y fundamentalmente se interesa por los
medios de su propia reproducción; puesto que su poder no se agota asegurada su
propia reproducción, puede usarse para la reproducción de más de un proceso de
vida, si bien no produce más que vida.
En la obra de Marx todo el laborar es
productivo, y la anterior distinción entre las tareas domesticas que no dejaban
huella y la producción de cosas lo suficientemente duraderas para su
acumulación pierde su validez. En una humanidad socializada por completo, cuyo
único propósito fuera mantener el proceso de la vida, la distinción entre labor
y trabajo desaparecería por entero; todo trabajo se convertiría en labor debido
a que las cosas se entendería no en su mundana y objetiva cualidad, sino como resultado
del poder de la labor y de las funciones del proceso de la vida.
Siempre que el trabajador intelectual
desea manifestar sus pensamientos, ha de usar sus manos y adquirir habilidad
manual como cualquier otro trabajador. Dicho por otras palabras, pensar y
trabajar son dos actividades diferentes que nunca coinciden por completo; el
pensador que quiere que el mundo conozca el contenido de sus pensamientos, lo
primero de todo ha de hacer una pausa y recordar sus pensamientos.
12. El carácter de cosa del mundo
El lenguaje y las fundamentales
experiencias humanas que lo sustentan, es lo que nos ensena que las cosas del
mundo, entre las que se consume la vita activa, son de naturaleza muy diferente
y producida por muy distintas clases de actividad. Consideramos en su
mundanidad, acción, discurso y pensamiento tienen mucho más en común que
cualquiera de ellos con el trabajo o la labor. No producen, no engendran nada,
son tan fútiles como la propia vida. Para convertirse en cosas mundanas, es
decir, en actos, hechos, acontecimientos y modelos de pensamientos o ideas, lo
primero de todo han de ser vistos, oídos, recodados y luego transformados en
cosas, en rima poética, en página escrita o libro impreso, en cuadro o
escultura, en todas las clases de memorias, documentos y monumentos.
13. Labor y vida
La vida es un proceso que en todas
partes consume la durable, lo desgasta, lo hace desaparecer, hasta que
finalmente la materia muerta, resultado de pequeños, singulares y cíclicos
procesos de la vida, retorna al total y gigantesco circulo de la propia naturaleza,
en el que no existe comienzo ni fin y donde todas las cosas naturales giran en
inmutable en inmortal repetición.
Nacimiento y muerte presuponen un
mundo que no está en constante movimiento, pero cuya cualidad de durable y de
relativa permanencia hace posible la aparición y desaparición, que existía
antes de la llegada de cualquier individuo y que sobrevivirá a su marcha final.
La palabra vida, limitada por un
principio y un fin, es decir, por los supremos acontecimientos de aparición y
desaparición del mundo, sigue un movimiento estrictamente lineal, llevado por
el motor de la vida biológica que el hombre comparte con otras cosas vivas y
que retiene para siempre el movimiento cíclico de la naturaleza.
Solo cuando entran en el mundo hecho
por el hombre, los procesos de la naturaleza pueden caracterizarse por el
crecimiento y la decadencia; solo si consideramos los productos de la
naturaleza, este árbol o este perro, como cosas individuales, con lo cual ya
los sacamos de su medio ambiente natural y los ponemos en nuestro mundo,
comienzan a crecer y decaer.
Desde el punto de vista de la
naturaleza, el trabajo más que la labor es destructivo, puesto que su proceso
saca la materia de las manos de la naturaleza, sin devolvérsela en el rápido
curso del natural metabolismo del cuerpo vivo. La protección y preservación del
mundo contra los procesos naturales son duros trabajos que exigen la
realización de monótonas y diarias tareas.
14. Labor y fertilidad
El repentino y espectacular ascenso
de la labor desde la más humilde y despreciada posición al rango más elevado, a
la más estimada de todas las actividades humanas, comenzó cuando Locke
descubrió que la labor es la fuente de toda propiedad.
El esfuerzo de la labor nunca libera
al animal laborante de la repetición una y otra vez de dicho esfuerzo y por lo
tanto, queda como una eterna necesidad impuesta por la naturaleza.
La labor añade a la naturaleza algo
propio del hombre, pero la proporción entre lo que la naturaleza, y lo que el
hombre añade es exactamente lo contrario en los productos de labor y en los
productos de trabajo. Las buenas cosas para el consumo nunca pierden por
completo su naturaleza, el grano de trigo nunca desaparece por entero en el
pan, ni el árbol en la mesa. De todas las actividades humanas solo la labor, no
la acción ni el trabajo, es interminable, y progresa de manera automática en
consonancia, con la propia vida y al margen de las decisiones o propósitos
humanamente intencionados.
La fertilidad del metabolismo humano
con la naturaleza, que surge de la natural redundancia de la fuerza laboral,
toda vía participa de la superabundancia que observamos por todas partes en la
familia de la naturaleza. La bendición o júbilo de la labor es el modo humano
de experimentar la pura gloria de estar vivo.
La fuerza de la vida es la
fertilidad. El organismo vivo no se agota tras proveer lo necesario para su
propia reproducción, y su excedente radica en su potencial multiplicación.
15. Lo privado de la propiedad y riqueza
La labor de nuestro cuerpo y el trabajo de nuestras manos pasan a ser
uno y lo mismo, ya que ambos son los medios para apropiarse de lo que Dios… ha
dado… en común a los hombres. La igualdad de productividad con fertilidad en la
filosofía de la labor propia de la época moderna se haya visto seguida por las
diferentes variedades de filosofía de la vida que se basan en la misma
igualdad.
16. los instrumentos del trabajo y la división de la labor
La condición humana es tal que el
dolor y el esfuerzo no son meros síntomas que se pueden suprimir sin cambiar la
propia vida; son más bien los modos en que la vida, junto con la necesidad a la
que se encuentra ligada, se deja sentir, para los mortales, la vida fácil de
los dioses seria una vida sin vida. ¿Pero los dioses no están condicionados por
sus necesidades? ¿Tendríamos realmente libertad de escoger al no tener
necesidades, si nuestra vida no es vida? ¿Son las necesidades lo que le da
sentido a la vida humana?
El hombre no puede ser libre si no
sabe si no sabe que está sujeto a la necesidad, debido a que gana siempre su
libertad con sus intentos nunca logrados por entero de liberarse de la
necesidad. El proceso de fabricar una cosa es limitado y la función del
instrumento acaba con el producto terminado; el proceso de vida que requiere el
laborar es una actividad interminable y el único instrumento que le igualara
tendría que ser un perpetuunm mobile, es decir, el instrumentum vocale, tan
vivo y activo como el organismo al que sirve.
La especialización del trabajo y la
división de la labor solo tienen en común el principio general de organización,
que en si nada tiene que ver con el trabajo o con la labor, sino que debe su
origen a la esfera estrictamente política de la vida, al hecho de la capacidad
del hombre para actuar y hacerlo junto y de acuerdo con otros.
17. Una sociedad de consumidores
Se dice con frecuencia que vivimos en
una sociedad de consumidores, y puesto que, como hemos visto, labor y consumo
no son más que dos etapas del mismo proceso, impuesto al hombre por la
necesidad de la vida, se trata tan solo de otra manera de decir que vivimos en
una sociedad de laborantes.
El arte de la violencia, de la
guerra, de la piratería, y finalmente, del gobierno absoluto, llevaron a los
derrotados a servir a los vencedores, con lo que estos tuvieron en suspenso a
la necesidad durante el periodo más largo de la historia. La elevación de la
labor y la necesidad inherente al metabolismo laborante con la naturaleza
parecen estar íntimamente relacionadas con la degradación de todas las
actividades que surgen directamente de la violencia, como el empleo de la
fuerza en las relaciones humanas, o que contienen en sí mismas un elemento de
violencia que, como ya veremos, es el caso de toda habilidad en la elaboración
de cosas.
El triunfo logrado por el mundo
moderno sobre la necesidad se debe a la emancipación de la labor, es decir, al
hecho de que al animal laborans se le permitió ocupar la esfera pública; y sin
embargo, mientras el animal laborans siga en posesión de dicha esfera, no puede
haber autentica esfera pública, sino solo actividades privadas abiertamente
manifestadas. El resultado es lo que llamamos con aufemismo cultura de masas, y
su enraizado problema es un infortunio universal que se debe, por un lado, al
perturbado equilibrio entre labor y consumo y, por el otro, a las persistentes
exigencias del animal laborans para alcanzar una felicidad que solo puede
lograrse donde los procesos de agotamiento y regeneración de la vida, del dolor
y de librarse de él, encuentren un perfecto equilibrio.
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