martes, 10 de septiembre de 2013

Capítulo I. Guerra y Revolución

GUERRA Y REVOLUCIÓN

(Introducción del texto Sobre la Revolución)

Larry Tadino

El siglo XX se ha caracterizado por la glorificación de la guerra y las “revoluciones”, y se ha hecho uso de la violencia en sustitución de la política. La violencia no es esencia de la política, es un medio para la política, pero no se puede constituir en un fin en sí mismo. Si bien en la política se ejerce poder, éste también se distingue de la violencia. El poder parte de la relación con otros, nace del grupo, no puede ser individual, porque refiere a la capacidad humana para persuadir, no de disuadir. “Las relaciones políticas no están sujetas al imperio de la violencia” (desde la polis griega).
Para hacer política se requiere libertad, y aunque tenga implícito estar liberado son cosas distintas. Libertad, se entiende como aquella posibilidad que tienen “los hombres” (no el hombre) de revelarse en un espacio público mediante la palabra, lo cual se distingue de estar liberado, que es no estar atado a las necesidades. En Arendt, la libertad es el fin de la revolución (pese a que los “revolucionarios” califican la libertad como prejuicio pequeño burgués). Una revolución no será justa ni injusta bajo la justificación de la necesidad, sino que el fin de la revolución será la libertad.
“Es importante recordar que la idea de libertad se introdujo en el debate acerca de la guerra sólo cuando se hizo evidente que habíamos logrado tal grado de desarrollo técnico que excluía el uso racional de los medios de destrucción” (Arendt;2006;15).
“Existe, en primer lugar, el hecho de que la guerra total remonta sus orígenes a la Primera Guerra Mundial, desde el momento mismo en que dejó de respetarse la distinción entre soldados y civiles (…) La guerra total significa la negación de los postulados fundamentales sobre los que descansa la relación entre el elemento militar y el civil del gobierno: la función del ejército consiste en proteger y defender a la población civil. Pues bien, la estrategia de la disuasión ha transformado claramente el papel protector de la milicia en el de un vindicador tardío y completamente inútil” (Ibíd;16)
En segundo lugar, a partir de la Primera Guerra Mundial, hemos dado por supuesto que ningún gobierno, ningún Estado ni forma de gobierno será bastante fuerte como para sobrevivir a una derrota militar (…), independientemente de la estabilidad y la confianza que depositen los ciudadanos en su gobierno, no se concibe que puedan resistir al terror de la violencia desatada por la guerra moderna sobre la población (Ibíd;17).
El tercer hecho, es la aparición de la disuasión como principio rector en la carrera armamentista. Como se evidencia en la política internacional, el escenario político no ha encontrado otro árbitro que no sea la violencia, la cual no tiene como meta la victoria, sino la intimidación, como garantía de paz (con la invención de la bomba atómica, el desarrollo técnico se enfoca en crear armas capaces de la aniquilación total –mutua destrucción asegurada- para amenazar logrando disuadir y evitar la guerra). Por ello, pasamos de las guerras calientes, a las guerras frías.
La estrategia de la disuasión «trata, más que ganarla, evitar la guerra para la que pretende prepararse.
Trata de lograr sus propósitos mediante una amenaza que nunca se lleva a efecto, sin pasar a la acción propiamente dicha» (Arendt citando a Raymon Aron; Idém).
Existe, finalmente, la interdependencia de guerras y revoluciones, esto no es un fenómeno nuevo, bien sea una guerra de liberación, como en el caso de la Revolución americana, o una guerra defensiva y de agresión, como en el caso de la Revolución Francesa. Hoy es común pensar que el fin de la guerra es la revolución y la única causa que quizá podría justificar es la causa revolucionaria de la libertad.
Para Arendt, la victoria será para los que comprendan el fenómeno revolucionario que tiene como fin la libertad, en tanto que depositen su fe en la política de poder (que se engendra en el grupo) y por consiguiente, la guerra como recurso último de la política exterior.
De la política no se puede hacer ciencia, ni predicciones, ni hablar de procesos. Por ende, Arendt critica a los consejeros con aspiraciones científicas, que a su juicio, no piensan lo que se hará, sino que aconsejan hacer la guerra, pero los acontecimientos tienden a interrumpir los procesos y se escapan a los estadistas y futurólogos, criticando la concepción de que “toda organización política que hayan podido construir los hombres tiene su origen en el crimen”, porque se parte de la concepción metafísica que de un «estado de naturaleza», que no es otro que el de la prepolítica, el de la violencia y la antipolítica, y que olvida la condición humana y la capacidad de un nuevo comienzo que tiene el hombre.
CAPITULO I
EL SIGNIFICADO DE REVOLUCIÓN
Hannah Arendt  en su obra  analiza la revolución por medio de  la reconstrucción  de lo que ha significado o se ha considerado  movimientos revolucionarios. Para ello busca ubicar a lo largo de los fenómenos políticos e históricos lo que se ha considerado una revolución,  en su búsqueda aborda una serie de elementos que según sus fundamentos son necesarios para poder identificar lo que podría tomarse como  una revolución.
  1. Objetivo primordial la libertad política: el término de revolución solo puede aplicarse únicamente cuando el objetivo de alcanzar la liberta política.
La idea de libertad debe coincidir con la experiencia de un nuevo origen en la constitución de cuerpos políticos, dejando de lado los principios de origen como la búsqueda de la justicia o la grandeza.
  1. La novedad; es primordial en la concepción de lo que es revolución, está unido a la idea de que el curso de la historia comienza súbitamente de nuevo.
Tanto la revolución americana como la francesa estaba dirigidas en su etapas iniciales a restaurar el orden de cosas que habían sido perturbado y violado por el despotismo de la monarquía y los abusos de un gobierno colonial, esto con el fin de establecer las antiguas libertades, sin embargo lograron la novedad.
  1. La irresistibilidad: cuando el movimiento rotatorio sigue un camino predestinado y es ajeno a toda influencia del poder humano, ejemplo fueron los hechos de julio de 1789 la toma de la Bastilla en la revolución francesa, donde esta escapo al poder humano la posibilidad de detenerla ya que era algo irrevocable tanto del poder del rey.
  2. La violencia: solo cuando la violencia es utilizada para constituir una forma diferente de gobierno o cuerpo político nuevo, cuando existe la liberación de la opresión conduciendo a la constitución de la libertad, pero ni la violencia ni el cambio pueden describir el fenómeno de revolución.
Precursor de  la revolución esta en Maquiavelo como figura relevante para la historia de la revolución de la cual medito sobre la posibilidad de fundar un cuerpo político permanente, duradero y perdurable.
Estableció elementos característicos de este tipo de cambio como era la conspiración, la lucha de facciones, los métodos de agitación violenta, el desorden e inseguridad esto con el fin de trastocar la totalidad del cuerpo político para lograr su renovación por medio de la alteración beneficiosa imaginable. De igual manera describe el derrocamiento violento de principados y la sustitución de una forma de gobierno por otra.
  1. Tener un nuevo origen: suponía el comienzo de una era completamente nueva en el caso de la revolución Francesa fue la utilización de un nuevo calendario y la aplicación del año número uno de la revolución a partir de la ejecución del rey y la proclamación de la república.
Las revoluciones comenzaron como restauraciones, ya que la palabra fue tomada de la astronomía donde se identificaba con el movimiento rotatorio de las estrellas el cual era eterno y designando un movimiento de retroceso a un punto restablecido u orden predestinado. Este fue el caso de la primera revolución moderna (revolución gloriosa en  Inglaterra en el siglo XVII) donde esta palabra toma el sentido político y  buscaba la restauración por medio de la victoria.
  1. Generar el cambio; Arendt  analizan una serie de cambios  que  llegaron a considerarse  como revolucionarios pero que son descartados, utilizando los elementos que  según Arendt deben estar dentro de las características de una verdadera revolución.          
            Motivación económica; Arendt expone que en los griegos estaban familiarizados con el cambio político y el uso de la violencia que resultaba de este sin embargo esto no significaba que fuese revolución, ya que no existían el nacimiento de una realidad enteramente nueva por el contrario estos eran cambios simplemente sin llegar a generar la producción de algo nuevo.
Estos cambio políticos en los griegos eran motivados por interese económicos como norma suprema de los asuntos políticos. Esto se evidencia en los postulados de las formas de gobiernos que se emanaron por los griegos como era el caso de la oligarquía, democracias cumpliendo un proceso cíclico que era tomado desde una visión cosmología del mundo y de la existencia del hombre.
            Cambios  en la cuestión social;  en el contexto de la edad moderna el hombre duda que la pobreza fuera inherente a la condición humana, es decir inevitable y eterna como forma de distinción entre unos pocos y los demás. Un ejemplo de ello fue la experiencia colonial en América donde esta se constituyó una sociedad sin miseria llegando a ser símbolo de prosperidad para el mundo, estos cambio generaron una nueva visión del trabajo no como estado de pobreza sino por el contrario se toma como forma de generar riqueza esto bajo pensadores como John Adams y Adams Smith quienes constituyeron la base de la riqueza como el trabajo. Este cambio en la cuestión social no puede identificarse como revolución.
            De igual manera la cuestión religiosa se trató de ubicar como  raíz de cualquier revolución. Esto enmarcando el espíritu rebelde que se constituyó en la iglesia cristina primitiva como base para la igualdad y el cambio que esta idea introdujeron en diversas sociedades. De igual manera se trató de manjar la reforma como una revolución, pero este se ubico como un cambio dentro de la cuestión religiosa ya que se separaron la esfera religiosa de la secular abriendo posibilidades de cambio en cada uno de las esferas y su autonomía.

            Como conclusión la revolución debe  verse como:
  • Encarnación de los mejores atributos de la política, donde el poder de actuar en  la pluralidad y el  poder de la acción conjunta para retomar la esfera de lo público.
  • El reconocimiento de la política como dimensión de ruptura y nuevo inicio.
  • La revolución debe ser el  momento privilegiado de la política.
  • Ni la violencia ni el cambio pueden describir el fenómeno de revolución.
  • Las revoluciones son recuperadas a partir de su veta histórica donde Arendt retoma dos modelos: la revolución americana, logro conserva su carácter político y el representado por la revolución francesa, la cual sucumbe a la compasión, por su apego a la solución de necesidades y su olvido de lo político, pasando a enmarcar las revoluciones posteriores, donde la necesidad histórica y la cuestión social dejan de lado la búsqueda de la libertad.

Referencias: Arendt H; 2006; Sobre las Revoluciones, Alianza Editorial.

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