En éste capítulo Hannah Arendt muestra un enfoque realizado, bajo la relación y la premisa de la vita activa y de la época moderna. Como bien sabemos el texto se encuentra desarrollado en pro de la explicación de la política, conceptos de la política y por tanto entonces, de las conductas, acciones y actos del hombre.
Para Arendt es el proceso de expropiación individual y la acumulación de riqueza social, la que determina las conductas de la época moderna. Sin embargo, es el hecho de que los hombres sean habitantes de la Tierra y habitantes de su país, lo que guiará sus conductas. Pero es ahora importante destacar el hecho de que los hombres viven ahora en una amplia Tierra y conquistando espacios que permiten la contigüidad de las partes.
En continuidad con dichas ideas nos muestra con una mirada en la historia, el hecho que marcó los primeros tiempos de la Época Moderna con los exploradores quienes habían sido enviados en pro de la ampliación de la Tierra y no de su reducción. Estos marcaron pauta en el sentido de la vida del hombre y en su observación de la distancia, hecho que es relevante en la creación de los mapas que llevaron a la Tierra a las manos de todos los hombres.
Dicho proceso trajo como consecuencia, que entre los hombres se distinguiera la capacidad del mismo para la topografía de la mente humana. Esto es argumentado por la facultad y oportunidad del hombre de utilizar números y símbolos que le lleven a medir la distancia terráquea para el entendimiento del cuerpo humano. Resalta Arendt, que ésta capacidad sólo funciona cuando el hombre deja a un lado sus intereses por lo que posee de fácil obtención y al alcance de su mano. El hombre al encontrarse en mayor distancia con su medio o entorno, se le hace mucho más sencillo realizar el proceso de medición anteriormente planteado.
Por otra parte la autora nos comenta que para enfocarnos en los puntos históricos, se debe tener en claro el concepto de la historia como relatos de acontecimientos y no de ideas que marquen un curso a seguir. Esto al realizarse,
hace que el hombre la observe entonces como algo no tangible y por tanto se quede como un fantasma.
Ahora bien, recordemos pues que Arendt plasma en el principio del capítulo a la expropiación del pueblo. Dicho planteamiento se encuentra presente Época Moderna junto a la destrucción de los objetos y así mismo de la devastación de ciudades, pero es con la finalidad de abrir las puertas de la renovación que genere de forma rápida la acumulación de la riqueza como respuesta del proceso de producción. Es decir nos dice la autora, que es la conservación de las cosas lo que genera para el hombre el estancamiento, y la no renovación.
Seguidamente, puede ahora adentrarse en la diferenciación el hombre de lo que la propiedad significa. Es aquí que el hombre se da cuenta que la propiedad indica una mitad privada del mundo común y que es ésta la condición política más importante para su mundanidad.
Las nuevas formas de visualización del hombre sobre algunos aspectos de su vida, trajo consigo la aparición de una moderna pérdida de fe, la cual no era de un carácter religioso, y no se encuentra tampoco restringido a la esfera religiosa. La misma indica Arendt, tuvo su comienzo en la inexplicable aparición de un eclipse de creencia en el más allá. Es aquí en donde el hombre es devuelto a sí mismo y no al mundo.
En éste orden de ideas, es importante ahora destacar que es entonces en la Época Moderna que se desarrolla el proceso de alienación del mundo y no la del yo. Bajo éste argumento es la expropiación y el proceso de privación de otros de su lugar en el mundo, lo que trae a la realidad la posibilidad de la acumulación de las riquezas con la capacidad de transformarla en labor.
Sin embargo debe también destacarse que dada la transformación de la riqueza en labor, la clase laborante ahora se encuentra sujeta a las necesidades y preocupaciones resultantes de procesos externos al de la vida. Es decir, que fue el excedente del poder laboral lo que permitió la aparición de la Época moderna en
pro de un equilibrio entre lo viejo y lo joven, resultando que se proveía el proceso de producción – apropiación, mayor productividad – apropiación.
Acá sostiene Arendt que entonces, la acumulación de capital o sea su conservación de acumulación, no llevó a un estancamiento del hombre sino que pasó a ser la forma de extensión del creciente flujo de riqueza. No obstante cabe destacar, que el desarrollo de éste proceso se podría continuar mientras que los productos finales le provean. Es decir, sacrificio del mundo y la mundanidad del hombre.
En una segunda instancia, nos encontramos con una sociedad que se relaciona en pertenencia con una clase social y que en conjunto seguía siendo intangible y en donde la seguridad social había sido reemplazada por la solidaridad que rige la unidad familiar. De la misma manera, aunque la familia se reemplazara por la pertenencia a una clase social, el hombre comienza un proceso de reemplazo de las sociedades nacionalmente ligadas y la Tierra sustituye al Territorio del Estado.
Esto trae consigo que los hombres no puedan ser ciudadanos del mundo como lo son de sus países y que por tanto el pensar en poseer colectivamente como hace la familia con su propiedad privada.
Ahora bien en otros aspectos que Arendt destaca en su texto encontramos el término de las ideas. Plasmando que en ésta esfera existe la originalidad y la profundidad, importantes pero que pertenecen al hombre de forma personal y no de manera objetiva, y es por ello que las mismas tienen la facultad de perdurar en el tiempo de forma inherente, aunque ellas van y vienen. Las ideas entonces, como dice Hannah Arendt no carecen de precedentes.
En éste sentido, el hombre se dejará llevar por sus sentidos y se encontrará sujeto a ellos. Sobre salta que será la percepción de sentido lo que capacitará al hombre para observar o imaginar lo que se encuentra más allá de sus posibilidades. Hecho que permitió la atribución a las ciencias naturales un aumento del poder y del conocimiento humano.
En el desafío de los sentidos por explicar las realidades, se nos otorga un universo del cual conocemos las características de todo lo que atenta contra nuestros elementos de medida y dejamos a un lado las cualidades objetivas de otros mundos, generando que entonces el hombre sea poseedor del triunfo y de la desesperación como resultado del mismo acontecimiento.
Arendt especifica y explica su anterior planteamiento basándolo, en la comparación con el antiguo temor a nuestros sentidos y la posible traición que pudieran generar al momento de la recepción de la realidad. No obstante, éste planteamiento conlleva a la aceptación de la realidad misma y la condición del hombre en la Tierra.
Bajo la idea de que el hombre se encuentra sujeto a la Tierra se halla la condición humana del hombre, en la cual el mismo tiene la posibilidad de actuar en ella y en la naturaleza como si la disposición que tiene sobre ellas la obtuviese del exterior, colocando en riesgo el proceso de vida natural. Su desarrollo se llevó a cabo, por la eliminación de la dicotomía existente entre Cielo y Tierra, formulando una unificación.
El proceso de dicha unificación hizo que todo hecho, se relacionara de forma obligatoria a una ley universalmente válida, más allá de la misma memoria incluso y de la misma Tierra. Es por ello que es ahora que el hombre se ha constituido y establecido como ser universal, como una criatura terrena por naturaleza y que posee la virtud de razonar.
La razón del hombre es sinónimo de la capacidad humana de pensar en términos del universo, sin olvidar que es parte de la Tierra y que por tanto, también se encontraba con la facultad de elaborar leyes cósmicas como guías de la acción en la Tierra. Es decir, que entonces la alienación del mundo determinaba el curso de la sociedad moderna y la alienación de la Tierra es el pilar y base de la ciencia moderna. He aquí la aparición de las matemáticas modernas que libran al hombre de la necesidad de la experiencia sujeta a la Tierra.
Las matemáticas modernas nos comenta Arendt, fueron la gran sorpresa para la humanidad al darse cuenta que poseía la capacidad de pensar y captar símbolos que marcaban dimensiones que al dejarlas a un lado como negaciones limitaban la mente del hombre. Esto facilita a los seres humanos el pensar colocando a la naturaleza por debajo de las condiciones de su propia mente y haciendo a las matemáticas la guía de la Época Moderna.
Las matemáticas entonces se convirtieron en la ciencia de la estructura de la mente del hombre y se da cuenta que los modelos no eran ideales reveladas al ojo de la mente, sino que eran la respuesta a la separación de los ojos de la mente y permitir a la condición de la distancia actuar. Bajo ésta condición las cosas agrupadas se hacían multitud y a su vez caían en otros modelos que tenían la misma validez. Es decir, que la mente humana debía utilizar la facultad de superar los sentidos para la construcción de la verdad.
Más adelante Arendt plantea que seguimos siendo y siempre seremos seres ligados a la Tierra, y que en la Época Moderna debe diferenciarse una ciencia que toma en cuenta a la naturaleza de manera universal y una que es verdaderamente universal, misma que el hombre domina y puede incluso destruir. Actualmente dice Arendt que los hombres tenemos nuestra misma concepción en cuanto a la destrucción que fomentamos.
Sin embargo, no pierde la idea o esperanza que podamos realizar o crear elementos que no requieran ser obtenidos de la naturaleza y que puedan transformar la masa en energía. Dicho argumento de la creación de elementos que plasma la autora, también le lleva a explicar el deseo del hombre por la recreación del milagro de la vida, que según su pensamiento deja de ser blasfemo cuando el mismo hombre entiende que sea cual sea la forma en que definamos y expliquemos la evolución de la Tierra, su existencia se debe a algo que se encuentra más allá, (Fuerza transmundana).
Al ser la Tierra un elemento especial, debe entenderse que no existe entonces diferencia entre la materia y la energía y que por tanto ambas significan una
misma sustancia, y que es entonces todo lo que sucede en la Tierra un hecho relativo pues se mantiene la Tierra en relación siempre con el universo.
Al ver todas éstas ideas la autora se plantea la problemática resultante de tales planteamientos y cambios en la mentalidad del hombre. La misma la halla en que al generarse un hombre que bien puede accionar en carácter absoluto, el hombre ha perdido su capacidad de pensar y de razonar en dichos términos, y que al cumplir y aceptar modelos filosóficos tradicionales deja a un lado la toma de la capacidad de pensar en términos de comprensión de leyes universales. Esto es debido al cambio de la mente humana en años tan radicalmente como el mundo cambió en siglos.
Continúa Arendt planteando que entonces la filosofía moderna debe su origen a los descubrimientos científicos y que su naturaleza es totalmente auténtica, por tanto es poseedora del carácter duradero de las obras de arte. Es esto lo que abre paso a la explicación de la desviación de la mente del filósofo de las cuestiones metafísicas de la antigüedad, por un desarrollo de autónomas ideas.
Esto quiere decir dice Arendt, que la filosofía moderna comienza entonces con la presencia de la duda. Y es la duda la que posee control sobre la mente de los hombres, ésta duda denominada como Cartesiana posee un carácter de alcance amplio, ocupando una posición central en la filosofía y en el pensamiento claramente.
Es la duda Cartesiana una respuesta a una nueva realidad, pues el hombres estaba engañado con los supuesto de la verdad, y dice Arendt que la verdad y la realidad no se dan, y que ninguna de ellas va a aparecer tal cual es, pero que bajo la supresión de apariencias se puede construir la esperanza de realizar un verdadero conocimiento y que los sentidos entonces como un todo, van a ajustar a los hombres a las realidades.
Ésta duda se argumenta y sostiene por residir en alejar todo lo que es evidente para el pensador y para el mundo, mencionando que el la visibilidad no constituye una prueba de la realidad. Sin embargo la autora señala que en la Época Moderna
no fue la aptitud por la verdad sino la certeza que generalmente le acompañaba o iba con ella. Es por ello, que la certeza lógica de dudar de algo hace que conozcamos un proceso de duda de nuestras conciencias.
Para concluir Arendt señala que en la Época Moderna existe en los científicos aún la presencia de la duda y la pesadilla que llenaba la mente de los filósofos al comienzo de la época sobre la conversión, y en la inevitabilidad sobre la sospecha de que el mundo matemáticamente visualizado sea un mundo de sueño y dura mientras el mismo hombre se mantenga en el ensueño y que el hombre siempre trata de probar y transformar en realidad por medio de experimentos.
Esto le permite a Arendt pensar que los experimentos son formas capaces de convertirse en realidades que el mismo hombre ha creado. He aquí el argumento de la inversión del orden jerárquico entre la vita activa y la vita contemplativa, sosteniéndose bajo el supuesto de que la verdad y el conocimiento sí son importantes pero que solamente bajo la acción podrían alcanzarse y no por medio de la contemplación. Es por ello que la verdad científica y la filosófica se separaron.
Plasmando entonces que la verdad objetiva no se le otorga al hombre y que sólo conoce lo que el realiza, no es un resultado del escepticismo sino de un hech, un descubrimiento que es demostrable. Por tanto en el transcurso del tiempo se encuentra el hombre con la relación en la vita activa de los elementos de productividad y de creatividad, los cuales en principio debieron ser los ideales y pilares de le Época Moderna.
En éste orden de ideas, Arendt plantea que la existencia del cambio del qué y el por qué al cómo implicaba verdaderos objetos de conocimiento que se traducían en procesos, es decir, en objetos de la ciencia y no de la naturaleza. Esto no deja a un lado que la vida sea en la época algo fundamental, es algo supremo en la sociedad debido a su base en la cristiandad y en el hecho de la sacralidad, siguiendo los ideales de la inmortalidad de la buena nueva cristiana vida humana.
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