
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y
POLITICAS
ESCUELA DE ESTUDIOS POLITICOS Y
ADMINISTRATIVOS
SEMINARIO: LA CONTEMPORANEIDAD DEL
PENSAMIENTO POLITICO DE HANNAH ARENDT
PROFESOR: EDGAR PEREZ
VERANO 2013
Lo Finito y lo Infinito
del Poder
AUTOR:
RAQUEL
O. ROJAS CONTRERAS CI: 18025798
CUIDAD
UNIVERSITARIA
CARACAS,
10 SEPTIEMBRE 2013
INTRODUCCION
En
las Ciencias Políticas, el concepto de poder siempre ha sido el foco central de
toda investigación, y no será la excepción para ésta. Mil autores tratan el
concepto de poder de acuerdo al contexto en el que se presenta, al tiempo
histórico, al tipo de sociedad, al tipo de relaciones sociales y a la
interdependencia de poder entre ellos, a lo operativo de éste, a lo jerárquico,
a su descripción o sus características, si lo maneja una persona o un grupo en
particular, y sobre todo: ¿cómo fue alcanzado? o, ¿cómo mantenerlo?, unos lo estudian de una manera epistemológica,
mientras que otros, superan los límites conceptuales y lo intentan llevar a un
plano ontológico por excelencia.
La
noción de poder que nos expone Michel Foucault, lo hace distintivo por el hecho
de no conceptualizar la palabra con los límites con que lo hacen otros autores,
es decir, explaya en varios de sus escritos lo que significa el poder en su
esencia, colocando en manifiesto, que no es algo que se tiene como un objeto,
sino la representación de éste a través de las relaciones de poder. Por otra parte, la autora Hannah Arendt
expresa criterios similares a éste autor, en el texto “Sobre la Revolución”
habla de un tipo de concentración de poder que sobre pasa los límites de lo
equilibrado en una nación y altera por completo la estructura del sistema
político-social del Estado, ocasionando los estragos suficientes para determinar
¿Quienes manejan el poder?, ¿Cómo se maneja?, ¿Cómo se consigue? y si logra
mantenerse.
Los
criterios que nos exponen éstos dos autores relacionados a la noción de poder,
se presentan en el siglo XXI vigentes casi en su máxima expresión, tomando
además como consideración el tiempo en el que fueron escritos y el contexto en el que fueron desarrollados.
Personalmente, las críticas partirán de la utilidad, validez y eficacia con la
que la noción de poder, en tiempos actuales se ha expresado, además, de los
desaciertos que han tenido, tal es el ejemplo de; el fenómeno de la globalización y la
trascendencia de la esfera nacional a la esfera internacional.
NOCION DE PODER
Michael Foucault - Hannah Arendt
El
poder es uno de los conceptos más complejos utilizados en las Ciencias
Sociales, ya que abarca cualquier cantidad de aspectos de la vida humana social,
sin embargo, en el ámbito de las Ciencias Políticas cuando se habla de poder,
lo primero que viene a la mente es el poder del Estado, como entidad máxima de
orden y organización social, a pesar de ello, también se tocan los puntos como;
el poder del individuo o de un grupo de personas, el poder sobre o de las instituciones, el poder sobre o de las
masas, el poder de las relaciones sociales, el poder del discurso e incluso de
las diferentes estrategias que se plantean para alcanzar el poder.
Foucault
al exponer varios de sus postulados referentes al poder, procura que la noción
de este, esté basada en lo que constituye la esencia del mismo, cuyo fin último es darle una característica
etérea pero practicable. Durante todos los tiempos de la historia, a la
humanidad se le ha dado a entender un concepto de poder errado, podría decirse
que, el poder según el autor, no es algo que es obtenido en términos
materiales, pero que si es obtenido en términos de estrategias en las
relaciones de poder, algo similar a lo que expuso Maquiavelo en “El Príncipe” en
1513. Otros de los postulados que hacen referencia al poder, se explica como
que: “El poder no se cede, ni se
intercambia sino que se ejerce y sólo existe en acto; el poder no es
mantenimiento y continuación de las relaciones económicas, sino básicamente una
relación de fuerza en sí mismo” (Fuenmayor, 2007). En este postulado, el
poder no es un medio de cambio, este solo existe en hecho y viéndolo en
contraposición a la perspectiva Marxiana, el poder no es producto de las
relaciones económicas, simple y llenamente el poder es la misma relación de
interdependencia que se hace en sí misma, es decir, es producto de las relaciones de
interdependencia entre los individuos, y el manejo que pueda concebir una
persona o un grupo de personas, bajo ciertos criterios de dominación sobre una
situación particular.
En
importante resaltar que, en lo que se refiere a Michel Foucault, el poder no es
una prohibición ni una negación, no siempre el poder opera como algo que
prohíbe, sino también como algo que produce cosas, éste tipo de poder lo que causa
al individuo es el que sea dócil y obediente a través de la disciplina. Para
Hannah Arendt en su Libro “Sobre la Revolución” destaca justamente que el poder
no es una capacidad ni un atributo del sujeto, siendo este no superior al
sujeto. De hecho explica que, tanto en los movimientos revolucionarios, como
las revoluciones en sí mismas serán exitosas, siempre y cuando los hombres que
actúen en ella sean lo suficientemente cautelosos y prudentes (en el sentido
Maquiavélico), para poder reconfigurar la estructura político-social de un
territorio y asumir el poder, de forma organizada, unida y en consecución a un
objetivo en común.
Una
de las diferencias entre los dos autores va reflejada en qué; “El poder, entonces, no es entendido como un
vector unidireccional que va del opresor al oprimido” (Halperin, 2001). Lo
que explica Foucault es que, el poder no tiene un sentido unidireccional, sino que se refiere a que el poder proviene
de las relaciones de interdependencia, y esas relaciones de interdependencia
tienen que ver con vectores multidireccionales que causen en otros vectores
algún tipo de dominio sobre ellos, algún tipo de estrategia particular, en el
que no solo existe una relación jerárquica de arriba hacia abajo sino de abajo
hacia arriba, que cause el mismo efecto de poder de mando, es ese tipo de poder
que; “(…)es lo que caracteriza a las
complejas relaciones entre las partes de una sociedad particular y a las interacciones
entre los individuos de esa sociedad como relaciones de lucha permanente”
(Halperin, 2001). Lucha que Hannah Arendt expresa en el momento de explicar
que, el poder de las revoluciones no es un poder para oprimir, sino para
liberar a los individuos de ciertas características de un gobierno que se
considere “opresor e incorrecto en sus acciones” y visto desde esa perspectiva,
el poder a mi manera de ver, se da de una forma en espiral, es decir, las
revoluciones poseen efectivamente las relaciones sociales de interdependencia,
y es por ello que agarran fortaleza, más sin embargo, no necesariamente una
revolución comience siempre desde una posición político, económico o social en
especial, el problema de las revoluciones según Arendt es que, sólo hacen falta
diez hombres unidos para hacer temblar a cien mil desunidos, de manera tal que,
tanto la lucha por el poder como la lucha por la liberación se ven encaminadas
a un movimiento en espiral, ya que los que luchan por la liberación y al mismo
tiempo por el poder, sea el medio que sea, durante la revolución se encontraran
en una posición político, social y económica diferente, al momento que la
revolución sea fallida o exitosa.
Ahora
bien, las diversas estrategias que emergen de los individuos pasionales en la
revolución, están definidas por el dominio que tienen sobre su identidad, es
decir, es un poder que emerge internamente y en conjunto con las prácticas
morales. Pero apartando ese aspecto subjetivo del poder del individuo que
llevará consigo siempre elementos pasionales, íntimos, propios y particulares,
se encuentra el poder del individuo racional, que aparta la moralidad del acto
puro de dominio, no necesariamente debe ser un acto de violencia física o
psicológica, es un acto de imposición, de delimitación de la propiedad o del
objetivo al cual se quiere llegar, y es por ello que la autora nos señala que,
la causa de las dos revoluciones del siglo XVIII fueron específicamente en
hecho de fundamentar que el origen del poder político legítimo reside en el
pueblo.
Para
Foucault, el resultado máximo del poder es el individuo, un resultado que tiene
como característica principal un vínculo que marcha a través del individuo
mismo, es decir, el poder vendría siendo entonces, un elemento inalienable del
individuo, sólo este lo podrá ejercer mediante prácticas sociales, sin embargo,
es justo recalcar que esa propiedad debe manejarse prudencialmente, ya que ella
podría ocasionar desajustes innecesarios, violentos, incorrectos y hasta
injustos de acuerdo a su propia medida, pero también podría darse el caso que,
un exceso de ella causaría la sumisión de él mismo tanto para consigo mismo
como para con los demás.
En
un aspecto general, lo que hace al Estado temible, es que domine a los hombres
en su totalidad y los encause hacia la productividad y el progreso de la
sociedad, es decir, “ser órgano de
represión es el vocabulario de hoy en día, el calificativo casi homérico del
poder” (Fuenmayor, 2007). Foucault niega que el poder del Estado se
encuentre encarnado en un aparato del mismo o en la ley. De hecho, el Estado
aparece justamente como el resultado de esas relaciones multilaterales de
poder, por tanto es operatorio y no está depositado en ningún ente del Estado.
El Estado “es también positivo y
productivo. Produce posibilidades de acción, de elección, y finalmente produce
las condiciones para el ejercicio de la libertad…” (Halperin, 2001). Para
que ese Estado tenga como resultados positivos el ejercicio de su poder, debe
poseer entre sus características la operatividad constante y diaria de lo que
Foucault denomina en la Microfísica del Poder “la red infinitamente compleja de micropoderes”, es decir, es la
multiplicidad de las relaciones de poder entre los individuos. Un Estado
poderoso, es aquel que operara con una estrategia productiva, pero que al mismo
tiempo niegue que el ejercicio de su poder sea un abuso, debe ser considerado
como un ejercicio objetivo del poder, que reprima a los individuos para el
bienestar de ellos mismos, evidentemente es lo que Arendt expone en su Libro
“Sobre la Revolución”, haciendo referencia a que las revoluciones (específicamente
la Americana y la Francesa) buscaban la liberación, las libertades de los
derechos civiles y las garantías de la propiedad privada, además que el Estado
debía proporcionar una serie de “cuotas de felicidad” para la sociedad, y no
ser un Estado poderoso que operara en contra de la sociedad.
Con
esa dependencia de las relaciones de poder, el Estado es el sujeto máximo que
puede dominar la conciencia de los hombres, a través de sus prácticas políticas
y de sus servidores, es quien posee su propia historia y unos procedimientos utilizados para
transformar, moldear y doblegar en forma de dominación todos los aspectos
concernientes a la vida de los hombres en sociedad. Por tanto, el Estado además
de ser uno de los instrumentos principales para la conformación de la sociedad,
es un símbolo de autoridad, respetable, que les proporciona a los individuos
las prácticas de la justicia, de la legalidad, de la legitimidad, y también el
marco de delimitación de su territorio, población, gobierno y jurisdicción. El
Estado además de ello, es la conformación tácita de las costumbres de una
población determinada. Y esto a través de la historia contada en “Sobre la
Revolución” se procuró mediante las diversas revoluciones acontecidas en la
humanidad, que lograron penetrar en la esfera pública para la liberación y las
libertades civiles de los hombres.
LA POLITICA – LA VIOLENCIA
Hannah
Arendt se opone a que el concepto de política se vea como un proceso necesario,
es decir, natural, la política es una persuasión de iguales. Por otro lado,
expone que la violencia es un instrumento político, un medio para lograr un
fin. La violencia y la política están
separadas, y que en el espacio público, si la violencia surge, deja de existir precisamente
ese espacio público, porque rompe con las condiciones normales de dicho espacio.
En cambio la necesidad y la violencia posee una acción recíproca entre ellas,
además de ser la característica principal de todo proceso revolucionario,
porque la violencia actúa en nombre de la necesidad, mientras que la necesidad
actúa en un acto de resignación como aquella fuerza interna que forzará a los
hombres a buscar, cualesquiera que sean los medios, la libertad. Entonces,
siendo la política una persuasión de iguales y la violencia glorificada y
justificada, la guerra vendría tomando una posición de lucha organizada, y para
que todo esto exista en un escenario político, es preciso que las relaciones
políticas no estén sujetas al imperio de la violencia.
EL PODER ES OPERATORIO
Unas
de las cosas que se asumen al leer “Sobre la Revolución” es que el poder como
tal es operatorio, es decir, efectivamente como lo expresa Michel Foucault, y
es una de las cosas en las que son similares, el poder no se encuentra
encarnado en ningún aparato del Estado, no es una propiedad sino que se ejerce
como una estrategia y que el Estado no es la legalidad que excluye a la
ilegalidad, sino que es la administración de los ilegalismos.
Para Arendt, el poder del Estado
pierde la autoridad en cuanto deja de ser constante su actividad legal y sobre
todo legítima, sucede justamente en el momento en el que el cuerpo político
carece de actos que lo hagan sentir como un cuerpo constituido, unido y capaz
de responder a las dificultades que presenta la república. Ahora bien, el poder
se asume como operatorio según lo expresa Arendt, porque no mantiene una
posición permanente y estática, la operatividad viene enunciada como una
alternancia o sucesión provisional de quien maneja el poder, cuando, donde y
como. De manera tal que, el poder operará siempre y cuando en el espacio
público las relaciones de interdependencia entre los hombres, hagan política. Y
acto seguido, la política generará variaciones de opiniones que causen
discordia entre las partes involucradas, trayendo como consecuencia la
necesidad de expresar el descontento por cualquiera que sea el motivo,
generando así algún tipo de rebelión y/o desobediencia civil. Para Arendt las revoluciones implican un
cambio, pero no todo cambio implica una revolución, ya que la revolución trae
consigo el cambio de la estructura político- constitucional de una república,
evidenciando además que el poder es cíclico y operatorio, en un momento lo
tiene un cuerpo político determinado y en otro las circunstancias hacen que lo
obtenga otro tipo de cuerpo político.
LO
FINITO Y LO INFINITO DEL PODER
De
acuerdo a las lecturas de “Sobre la Revolución” de Hannah Arendt y “La
Microfísica del Poder” de Michael Foucault, de una manera muy personal y
particular he definido al poder en dos acepciones: el poder como algo finito y
el poder como algo infinito. El poder como algo finito vendría dándose como
toda aquella relación de mando y disciplina que está definida dentro de la
república como algo expresamente concreto, es decir, un poder finito sería La
Constitución, ya que, es un poder que está sujeto a una estructura de
pensamientos e ideas que constituyen un orden organización para la convivencia
en la república. Otros de los elementos que a mi parecen forman parte de un
poder finito vendrían siendo las instituciones, las magistraturas, las
jefaturas. De igual manera la idea que la república tenga un poder finito,
estático, irremplazable y rígido es lo que procurará que la vida civil en
sociedad sea, de acuerdo al fin del Estado, la búsqueda de la felicidad y el
mantenimiento de la misma para los ciudadanos.
Por
otro lado, tenemos lo que denomine lo infinito del poder, esta acepción viene
expresada por la capacidad que se tiene para legitimar las acciones propias de
un individuo o un grupo de personas, además del nivel y la intensidad con la
que esta se pueda presentar. Una de las características que le colocaría a lo
infinito del poder, es que dicho poder se hace más fuerte siempre y cuando la
interdependencia en las relaciones de poder se multiplique y se dupliquen en la
medida en que se pueda jugar con las posibilidades y circunstancias que se
coloquen en la arena del juego. Para éste siglo, las posibilidades de jugar en la aldea global
se hacen cada vez más estratégicas y peligrosas, porque lo infinito del poder,
no sólo permitirá que las circunstancias avalen el juego sino que también se podría
jugar en contra futurísticamente, ya que, un daño podrá tener un efecto
boomerang.
Otra
de las características importantes que he logrado conseguir, es que lo infinito
del poder es lo que lo mantiene vigente, es decir, no tiene principio ni fin
determinado, simplemente es cíclico y complejo. Básicamente lo que mantiene al poder en una
condición finita es el hecho de no poder permanecer en el tiempo y en el
espacio, es por ello que, aunque Las Constituciones se hagan para regir la vida
en sociedad a través de sus leyes y las disciplinas que éstas impongan, y
permanezcan vigentes durante largos periodos de tiempo, la condición que ésta
cumple en la vida terrestre es temporal, circunstancial y accidental.
Mientras que por otro lado, existe la
incógnita de; ¿Cómo es que puede perdurar en el tiempo y espacio el poder?,
pues, una de las consideraciones que pueden palpar a través de las
descripciones que da Foucault con respecto al poder es que, éste, está determinado
por la realización en concreto de ideas que poseen la condición y la facultad
de elevarse, perdurar, mutar y acondicionarse en el tiempo y espacio, además
que lleven una sintonía de armonía entre lo constituido (las leyes) y lo que se
constituirá (en la vida cívica).
CONSIDERACIONES FINALES
Hannah
Arendt expresa la revolución como una noción más que como un concepto adaptado
a un origen en particular.
La
noción de revolución que ella maneja, se expresa en la época donde el hombre
procura una clase de libertad, libertad que, viene aparejada al desarrollo
político-social y no al desarrollo intelectual de la humanidad. Lo que me hace
hacer una crítica referida a que evidentemente la autora no habría tomado en
consideración el proceso de modernización, la transculturización y por supuesto
el fenómeno de la globalización. Porque
expresa al movimiento revolucionario como propio de los ciudadanos que habitan
en una república determinada, mientras que, hoy en día existen numerosos tipos
de revolución cibernética, que no formando parte de una misma cultura, de unas
mismas leyes y por supuesto de un mismo tipo de organización, se dan a través
de las redes sociales, revolución que transforma, no las líneas de pensamientos
del país, pero si las del resto de la humanidad.
BIBLIOGRAFIA
Arendt,
Hannah (1998). Sobre la Revolución. Ciencia Política. Alianza Editorial, S.A.,
Madrid
Foucault, Michael (1979). La Microfísica del Poder.
Editorial La Piqueta.
Fuenmayor, Francisco (2007). El concepto de poder de
Michael Foucault. Aparte Rei. Revista de filosofía. [Consultado el 10 de Septiembre de 2013 ]. Disponible en el sitio web: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/avila53.pdf
Halperin, David (2001). La política queer de
Michael Foucault. Publicación periódica ubicada al tratamiento de la periódica
violencia. Extraído de: D. Halperin. San Foucault. Para una
hagiografía gay. Capítulo 2: La política queer de Michel Foucault. Cuadernos de
Litoral. Edelp. Córdoba, 2000. [Consultado el 10 de Septiembre de 2013]. Disponible
en el sitio web; http://www.vivilibros.com/excesos/01-art-01.htm
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