Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Estudios Políticos y
Administrativos
Seminario La Contemporaneidad del Pensamiento
Político de Hannah Arendt
Profesor Edgar Pérez
Raquel
Rojas CI 18025798
Sobre La Revolución à Introducción y Capítulo I
La primera idea que comparto con la autora es que trata
“la revolución” como una noción más que como un concepto adaptado a un origen en
particular.
Mi crítica parte de la convicción que la noción que ella
expresa a cerca de revolución, es desarrollado en épocas donde el hombre
procura “una clase de libertad”, pero a mi parecer, esa noción de libertad la
autora no la ve relacionada con el desarrollo intelectual de la humanidad, sino,
como un desarrollo político-social, que además, lo explica como hecho concreto
que yace en la sociedad a través de acontecimientos que hacen que, el hombre se
desligue de ciertos “atributos de la república”, es decir, la revolución es
vista como el movimiento que le causa el átomo a las moléculas para
reconfigurarlo, cambiando entonces en sí, la tradicional formación y estructura
electrónica molecular de la materia
ordinaria, es decir, la república y su forma de gobierno, con la cual los
sistemas tecnológicos no fueron tomados en consideración por autora, como por
ejemplo, el problema del fenómeno de la globalización que rompe los límites de
una estructura tradicional de cualquiera que sea la república, ya que, procura
como fin último, no la libertad, sino la liberación del pensamiento humano. Cosa
que contradice por completo a ciertos aspectos de la humanidad, ya que, si bien
es cierto que la humanidad ha luchado a través de las guerras y las
revoluciones por la liberación, hoy en día es un problema totalmente
contraproducente porque, se lucha entonces de manera no deliberada, ni
estructurada ni violenta por el apego a una cultura propia de una nación,
sabiendo que, la globalización y su método de transculturización rompe con el
esquema tradicional del cual se quería salir desde el siglo XVIII.
Mi segunda crítica viene expresada en el hecho que, la
autora no expone las leyes o la falta de ellas como un problema que pueda
generar alzamientos e inestabilidad social. De hecho, según mi criterio, las
leyes o la falta de ellas propician un escenario apto para generar cambios en
la estructura del pensamiento colectivo, no hablo de un golpe de Estado, porque
ella claramente destacó que, un golpe de Estado no puede considerarse como un
cambio revolucionario, hablo por el contrario, de los movimientos sociales a
través de los cuales se generan los escenarios que condicionan al hombre para
tomar determinadas actitudes ante el problema de la época, sabiendo que, las
leyes en un gobierno forman una estructura no sólo de pensamiento sino de
conducta civil. Entonces, nos encontraríamos con la denominación de isonomía à concepto que alude a que todos los hombres nacían
desiguales por tanto la institución era quien los hacia iguales, de manera tal,
que el funcionamiento de las instituciones y de las leyes de la república no
son tomados en consideración -por lo menos hasta final del capítulo I-.
Por otro lado tenemos que, Arendt se desliga de la esfera
privada para que su teoría abarque la esfera pública, es decir, sólo trata el
problema visto desde el todo hacia el origen del problema, y no lo ve desde el
surgimiento de un problema en la esfera de lo privado, es decir, no toma en
consideración al individuo como un problema potencial “en su estructura de
pensamiento” sino, al colectivo “en el comportamiento físico humano” que
conduce a la guerra o a la revolución. Arendt designaba al espacio político
como un espacio libre, entonces, ¿La esfera privada (el individuo), no es un
espacio libre?, ¿un líder según Arendt no puede ser causante de una revolución
o de una guerra?.
El papel de la cuestión social en la revoluciones hasta
el capítulo primero, pone en manifiesto que, las revoluciones son
acontecimientos políticos que se desarrollan desde el origen del problema, es
decir, no es la causa final del mismo, sino la inicial, y aunque la autora no
parte de una concepción Hobbesiana, coloca en tela de juicio la inclinación del
hombre para ir de un extremo al otro, y es ahí que me surge una interrogante:
¿Pasar de un extremo a otro no implica un cambio radical de paradigma?, entonces,
¿Sino es Hobbesiana por qué implícitamente expone conseguir lo que se necesita a
través de los medios necesarios?, partiendo del criterio que lo que constituye
nuestro placer es la acción y no el reposo como lo expresó Jhon Adams, ¿y eso
acaso no es más que un acto instintivo de preservación?.
“todas las
revoluciones modernas son cristianas en su origen, aun cuando se proclamen
ateas” –presento dificultades con esta oración-
Según Arendt en la revolución no sólo actúan los actores
sino los espectadores, ya que la nación no subsiste por sí misma, y las
consecuencias de ella repercutirán en otros Estados para bien o para mal.
Además, existe el problema de la libertad y la concepción de esa noción, que hace
que se quiera aceptarla o rechazarla de acuerdo a la época en la que se quiera
desarrollar y a los fines que se quiera seguir. De manera tal que, en un
sentido moderno modificaría la configuración de la aldea global y en la
historia modificó desde la estructura del pensamiento hasta los roles
desempeñados por la sociedad civil.
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Político de Hannah Arendt
Profesor Edgar Pérez
Raquel
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Sobre
La Revolución à
La Cuestión Social Capítulo II
Arendt describe
que la cuestión social para el siglo XVIII viene aparejada a la noción de
pobreza, siendo ésta la necesidad última del ser humano cayendo en la
indigencia y en la miseria extrema. La pobreza es y será según Arendt, el poder
absoluto del cuerpo, que se regirá bajo los dictados de la absoluta necesidad
ya que están por debajo del margen de toda especulación. De manera tal que, uno
de los más graves problemas por los cuales las revoluciones son generadas, es
por el hecho de tener en el seno de la sociedad un grado de miseria humana que
sobre pase los límites de la racionalidad y que sea por ello el motivo
principal de una revuelta social, esto no quiere decir por ningún motivo que
una revolución de tal índole sea exitosa, por el contrario, en el texto se
expone justamente que el fallo de la Revolución Francesa fue porque que reinaba
la multitud de hombres pobres. Otro de los puntos más resaltantes sobre la
cuestión social y éste tipo de revoluciones, es que, son sacrificadas la
libertad y la necesidad justamente por el proceso biológico y no histórico, en
el escenario político el poder pierde fuerza “al pasar” de una forma de
gobierno a la siguiente, y es por ello que, el antiguo régimen pierde fuerza y
el siguiente nace sin ella.
La autora habla que la fuerza de la revolución proviene
no sólo de la conspiración entre las partes poderosas de un mandato, sino la
conspiración misma, y aunque no hace mucho en énfasis en ello, quisiera
resaltar que aquí, a mi modo de ver, explaya la conspiración en su máxima
expresión, es decir, abstrae del concepto la esencia del mismo. La conspiración
en su máxima expresión es inevitable, y forma parte de ese proceso biológico y
no histórico del cual ella habla, aunque no lo enfatice. La conspiración
vendría dándose como esa fuerza que reúne todas las condiciones necesarias para
su propia creación, existencia e impacto. Es por ello, que Arendt explica que,
al pasar de un régimen a otro se pierde la fuerza por la cual impera el
existente y el que nace lo hace sin fuerza, debido al grado de magnetismo de la
esencia de la conspiración.
Hannah Arendt describe a Carlos Marx como un teórico que
se encargó más por la historia que por la política, trayendo como consecuencia
el principio por el cual el hombre se nutre “la libertad”. Crítica a la cual
considero aceptable de alguna manera, ya que lo que hace libre al hombre es la
trascendencia del ser y, al tener esa posibilidad y disponibilidad el hombre es
en cierta manera libre, pero Arendt no habla o critica ese tipo de libertad,
sino una libertad de hecho, porque expone que Marx no consideró la idea de
libertad como un derecho humano natural innato. Y que su más grande desacierto
fue el considerar que el fracaso de la Revolución Francesa se dio a causa de
una cuestión social (ideológica) y no por no haber sido fundamentada en la
libertad. La crítica ferviente que le hace Arendt a Marx es que transforma la
cuestión social en fuerza política, porque se inspira en una economía de
esclavos, en donde los “señores” dominan a los trabajadores, sabiendo que esta
hipótesis sólo es aplicable a las primeras etapas del capitalismo, porque
introduce el elemento político en la nueva ciencia, contribuyendo a que la
nueva ciencia de la economía tenga fines revolucionarios, cosa que Arendt describe
que: la economía dependía del poder político y que ésta era destructible con el
simple hecho de una adecuada organización política y fines revolucionarios.
Arendt explica que la idea de la pobreza sólo servía
única y exclusivamente para que los pobres rompieran con los grilletes de la
dominación, porque era lo único que tenían para perder. Los gobernantes para el
siglo XVIII tenían como concepto que los pobres no eran pueblo, sabiendo que
para el siglo XIX ese prejuicio cambio.
Otro de los aspectos más significativos durante el
capítulo II de la obra de Arendt es, el hecho de saber que la Revolución
Americana fue la revolución que dio pie a la apertura del desarrollo de casi
todas las naciones europeas, y el espíritu de igualdad y libertad que fue
reinando con el pasar de las décadas. De hecho hace referencia a Jefferson,
exponiendo que: “de veinte millones de
personas, diecinueve son miserables, más desaventuradas durante toda su vida
que el individuo más miserable de todos los Estados Unidos”. Porque no sólo
son pobres a nivel económico, sino a nivel espiritual, la grandeza del hombre
no sólo se encuentra en sus acciones ni en su carácter, sino en la evolución de
su espíritu. Cosa que según la autora fue llevado de los Estados Unidos a
Francia.
Se parte del criterio que el escenario americano nunca
fue de miseria e indigencia, siempre estuvo representada por la controversia
entre los ricos y los pobres, los cultos y los ignorantes, los industriosos y
los perezosos. El problema que se plateaba en Estados Unidos era un problema
político, refiriéndose a la forma de gobierno más no, a la ordenación de la
sociedad. Según Arendt, en la sociedad Americana la representación es un
sinónimo de conservación que protegía a los trabajadores, cosa que conllevo a
que los hombres desearan no sólo la igualdad sino la superación y el poder
político. Inclusive, John Adams dice que de aquí es que se desarrolla el mal
del pobre, porque una vez que siente asegurada su propia conservación, vive una
vida sin sentido, de manera tal que se excluye a si mismo de la esfera pública
y logra permanecer en la oscuridad durante gran parte de su vida.
La observación que le hago a esto, es que se plantean
varios escenarios sobre la cuestión social y la revolución, como primer punto
se tiene que; la cuestión social viene aparejada a la noción de pobreza, y es
por ello que las revoluciones son causadas por ese malestar social, es decir,
el cuerpo físico del hombre se ve afectado por las carencias y necesidades
económicas que se encuentran al margen del mínimo de subsistencia. En segundo
lugar; la tensión en la sociedad por la conspiración, conspiración entre las
partes de fuerza mayor y la conspiración en sí misma, este punto viene referido
a la esfera política, en la que participan evidentemente los gobernantes o el
gobernante causando inestabilidad tanto del sistema político como del sistema
social, procurando así el levantamiento o rebelión de la sociedad en contra de
un ideal en particular. En tercer lugar se tiene; la lucha por la libertad del
hombre, libertad que hace referencia a la esfera pública, el ciudadano en
sociedad, es decir, ya cuando el hombre pobre es considerado hombre de acuerdo
a los derechos humanos y a las repúblicas que así lo hayan consagrado, de
manera tal que, la libertad es el fin último que persigue el hombre viviendo en
sociedad, además de consagrarse como ciudadano, optará por pertenecer al
espacio público, a los asuntos y decisiones referentes a la polis. Y por
último; la miseria del hombre, éste punto es muy importante, ya que se requiere
de la conservación y protección del cuerpo espiritual, que son desarrolladas
por la educación, la música, el deporte entre otras, además de pertenecer a la
esfera privada, es decir, no sólo debe trascender el cuerpo espiritual para su
máxima elevación, sino que en la tierra debe desarrollarse como mejor lo pueda
hacer, para no sólo poder pertenecer al espacio público sino permanecer en él.
Arendt por otro lado resalta el hecho que la pasión de la
compasión por estos seres miserables, ha logrado inspirar a los mejores hombres
de todas las revoluciones, considerando que, justamente la americana es la
única revolución que la compasión no desempeño papel alguno en la motivación de
sus actores, y es evidente, ya que, más de una vez se ha dicho que Estados
Unidos no poseía miserables, sino hombres pobres.
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Sobre La Revolución à Capítulo III
La Búsqueda de la Felicidad
Arendt describe que la necesidad y la violencia, tanto
separadas como una acción recíproca entre ellas, son las que han llegado a ser
la marca distintiva de las revoluciones del siglo XX, de hecho han sido las
características principales de todo suceso revolucionario. La autora explica
que, ninguna revolución es efectiva donde la autoridad del cuerpo político se
mantiene intacta, es decir, la revolución debe tener efectos desencadenantes
que propicien los escenarios adecuados para la reconstrucción de un cuerpo
político - institucional por los cuales se rige una sociedad, ya sean también
por medio de sus costumbres, sus leyes, sus constituciones y su forma de
gobierno.
Las revoluciones se conciben con facilidad en sus etapas
iniciales, o por lo menos eso es lo que ha dejado ver la historia, y esto se
debe a que las actitudes de los hombres son “necesarias” para la época en la
que viven, ya que es predecible que pongan en marcha dicho proceso, porque yace
un régimen en plena desintegración, y es aquí donde la autora expone que: tanto
la desintegración del régimen como las actitudes de los hombres, no pertenecen
a la causa del problema sino a sus consecuencias, porque se da la existencia de
una autoridad política en ruina.
Las revoluciones sólo pueden estallar y alcanzar su
victoria siempre y cuando, se de la existencia de un cuerpo político- social lo
suficientemente compacto y unido para desestabilizar un régimen, además, éstos
deben estar preparados para actuar durante y después del colapso, también deben
estar preparados para asumir el rol de poder frente a la sociedad, y estar
dispuesto a la organización y actuar consecutivamente unidos persiguiendo un
objetivo en común. Así mismo, lo expreso Mirabeau “bastarían diez hombres unidos para hacer temblar a cien mil
desunidos”.
Montesquieu, unos cuarenta años antes del estallido de la
revolución, sabía que la desestabilización de un régimen hacía difícil la
restructuración de un nuevo orden organización tal cual la explica Manuel
García Pelayo, ya que, lo que dejaba la revolución descansaba sobre la base de
unos cimientos resquebrajados política y socialmente que eran difíciles volver
a construir pero no imposible, aunque tras esto, expresaba el temor de la
vuelta al despotismo, ya que los pueblos de Europa, eran gobernados por el
hábito y las costumbres, no sintiéndose a gusto políticamente ya que no
confiaban en las leyes que los gobernaban. Fue Montesquieu quien, a raíz de sus
pensamientos y escritos logró captar la facilidad por la cual los gobiernos
serían derribados, ya que hay una pérdida progresiva de autoridad.
Con respecto a la Revolución Americana los hombres
acudieron a ella sin ilusión además de, estar involucrados forzosamente para
algo por lo cual no estaban ni preparados ni dotados, mientras que, para la
Revolución Francesa la idea de revolución violenta nunca fue el objetivo, ni
mucho menos era algo que estaba planificado psicológicamente para enfrentarlo.
Para la Revolución Americana, los hombres estaban acostumbrados a hallarse
integrados bajo una disposición legal, en corporaciones o cuerpos políticos, en
los que, a través de las asambleas municipales forjaron sentimientos de pueblo.
Mientras que para la Revolución Francesa, antes del estallido de la revolución,
la pasión por la libertad pública dominaba los espíritus de aquellos hombres
que carecían de toda concepción revolucionaria, y que, a raíz de ello no podían
imaginar el papel que les tocaría ejercer frente al estallido de la misma.
Es importante destacar que, lo que en Francia fue pasión,
en América fue experiencia, aquí se habla de “felicidad pública”, mientras que
en Francia se habla de “libertad pública”. Esta consiste en la participación de
los asuntos públicos y de cualquier otra actividad que sea impuesta por ellos,
que confería a quienes desempeñaban en público un sentimiento de felicidad que
era inaccesible por cualquier otro medio que no fuera justamente ese espacio
público, porque disfrutaban de las deliberaciones, y las resoluciones, sabiendo
que, lo que sedujo a los hombres fue el interés público de la libertad.
A virtud de la pasión de los franceses, se le llamó
emulación, deseo de superación, mientras que al vicio se le llamo ambición, ya
que ésta era la que apuntaba al poder como medio de distinción y con el único
objetivo de sobresalir entre el común, y de poder mandar sobre los demás. Al hombre
que poseía éste tipo de características se le llamo tirano, reconociendo la
autora que éste no es un vicio típicamente político sino más bien una cualidad
que tiende a destruir la vida política, éste hombre tiránico no tiene deseos de
superación, y carece de toda pasión, además el hombre tirano encuentra una
satisfacción por elevarse por encima de todos los hombres, sabiendo que el
inverso de ello sería que todos los hombres sean vistos como iguales y gocen de
su compañía en los asuntos públicos.
Y es cuando la palabra “res publica, y la choce publique” iluminaron un camino oscuro, fue
cuando entonces a través de las palabras que hacían alusión a las deliberaciones, discusiones y decisiones, se
señala en términos lingüísticos la palabra “democracia”
destacando en ésta el papel del gobierno y del pueblo, siendo opuesta a la
república que señalaba como principio la ejecución efectivas de unas
instituciones objetivas.
En estos procesos revolucionarios, se dio la existencia
de lo que llamaron los Hombres de la Ilustración, contribuyeron a la historia
del pensamiento político, ya que fueron
ellos quienes emplearon el término libertad en con un nuevo acento desconocido
para el espacio público de la libertad, y que según la explicación que da
Arendt nos indica que ellos entendían la libertad como algo completamente a la
voluntad libre, o al pensamiento libre. Su libertad pública sólo podía existir
en el espacio público, algo que es construido y mantenido ahí para su propio
goce, inclusive se dice que ésta libertad solo se hace posible siempre y cuando
sea visible a todos.
Es importante resaltar que la autora expresa en el
contenido de su libre “Sobre la Revolución” que el único objeto legítimo del
buen gobierno es “que se concebía como un
medio para promover la felicidad de la sociedad”.
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Sobre
La Revolución à
Fundación (I) Constitutio Libertatis Capítulo IV
Hannah
Arendt expone que, en América por la insurrección armada de las colonias y la
Declaración de la Independencia se da un movimiento de expansión espontánea de
lo que vendría a llamarse el constitucionalismo de las trece colonias, lo que
hizo esto fue, condicionar el momento para que se hicieran las constitución de
los nuevos Estados y alcanzar la libertad.
Lo
que salvó a la Revolución Americana fue el simple hecho, que la misma
revolución no terminara con un sinfín de sucesos que desencadenaran en un
desequilibrio de la nación, es decir, no termino con una multiplicación de las
repúblicas, ni con crímenes o calamidades. El fin de la revolución es el
establecimiento de la libertad, cosa que comúnmente no es entendida en toda su
extensión, ya que, muchos declaran que la revolución es el momento propicio
tanto para defender la libertad como para obtenerla. Arendt explica que, por el
contrario, la revolución tiene en su etapa final la conquista de la libertad, y
en vez de identificarla como la lucha por la liberación, debe hacerse como la
fundación de la libertad misma.
Por
otra parte, la autora expone la importancia del establecimiento de las
constituciones, ya que, la constitución forma parte del espíritu revolucionario
de un país, de hecho explica que la culminación del proceso revolucionario de
la Constitución de los Estados Unidos fue el resultado real de la
contrarrevolución.
Ahora,
la idea de un gobierno constitucional, lo que propone es la limitación del
poder del mismo gobierno junto a la de los cuerpos políticos. Dentro de ésta
esfera del gobierno limitado cae lo que vendría siendo las libertades civiles y
el bienestar privado, pero Arendt en el contenido de su libro presenta que,
este gobierno limitado tiene un carácter negativo ya que, limita en toda su
extensión lo que vendría siendo el derecho de representación, y esto a su vez
para el gobierno seguiría siendo una exención de abuso de poder.
De
acuerdo con las rebeliones del siglo XIX y del siglo XX, se plantean algunas
alternativas entre las revoluciones permanentes, que no cumplieron con el
objetivo de fundar la libertad, ni las otras cosas por las cuales se lucha, lo
que hace su permanencia es que termina por establecer un nuevo gobierno
constitucional limitado, que se incline por una monarquía o por una república.
Uno de los ejemplos más claros que menciona la autora de éste tipo de sucesos
son, la revolución china y la rusa, porque mantuvieron de forma indefinida un
gobierno revolucionario. Uno de los elementos predominantes en éstas
revoluciones fue el hecho que, las constituciones no fueron consecuencia de la
revolución, sino que por el contrario, fueron impuesta tras el fracaso de la
misma y de un gobierno dominante en toda su extensión.
Existe
una enorme diferencia de poder y autoridad en la que se da la existencia de,
una constitución impuesta por el gobierno sobre el pueblo, y el otro tipo de
constitución se da mediante la cual un pueblo constituye su propio gobierno.
Ahora bien, con respecto al gobierno, Arendt habla de lo que en la historia se
conoce como un “gobierno temperado” en el que se desarrolla de forma orgánica a
través de la historia su construcción, y que debido a todas las constituciones
del Nuevo Mundo los beneficios que traía no sólo era la incorporación de los
derechos inalienables del hombre, sino además la incapacidad de comprender toda
aquello que conformaba la fundación de la república, y que la constitución lo
que hacía era que salvaguardaba las libertades civiles y el establecimiento de
un nuevo gobierno.
En
la historia de la Revolución Americana, luego de la Declaración de la
Independencia, se desarrolla un tipo de fiebre constitucionalista que impide el
vacío de poder, y que el establecimiento del nuevo gobierno no podría basarse
en lo que siempre había sido la negación al poder, en otras palabras, las
declaraciones de los derechos. Luego, durante el curso de la Revolución
Francesa se dio lo que era “la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano” que progresivamente iba tomando forma y fondo en lo que sería la
construcción de las constituciones y, pasando a ser el principio fundamental de
todo gobierno legítimo.
El
propósito de las constituciones estatales, había sido elaborado por congresos
provinciales o por asambleas, lo que proporcionó que a través de ella se
crearan un nuevo poder, que los hombres de la revolución lo llamaron “ciencia política”, ya que ella tenía
como objetivo “descubrir las formas y
combinaciones del poder de las repúblicas”. Por otro lado, la palabra
constitución ha perdido ese significado negativo en lo que se refiere a la
limitación o negación del poder, sabiendo que el nuevo concepto que adquirió le
propició un significado positivo como si fuese un gran templo de libertad federal,
basándose en la fundación y correcta distribución del poder.
Con
respecto a lo que se refiere a la distribución del poder, siempre se ha
mencionado a Montesquieu, sin embargo, Hannah Arendt nos explica que, la
división o separación de los poderes no fue un descubrimiento hecho única y
exclusivamente por Montesquieu, sino que proviene de una concepción mecanicista
newtoniana, y que al parecer, en las diversas discusiones tradicionales esa
concepción de las formas mixtas de poder proviene de Aristóteles y de Polibio.
Lo esencial de toda esta discusión estriba en el hecho que: “el poder contrarresta el poder”, con lo
que se requería evidentemente que los poderes evitaran todo tipo de
concentración de fuerza, autoridad, poderío, dominio sobre la población.
Aunque, es importante resaltar que, esta idea de Montesquieu lo que procuraba
era que el principio de esta separación de poderes lo que hacía era detenerlo y
mantenerlo, siendo capaz de expandirse y crecer desmesuradamente en detrimento
de los otros centros de poder. Pero Montesquieu tenía una idea con respecto a
la virtud, en la que la virtud y la razón eran poderes en sí mismos, y no a una
facultad, por tanto, la virtud y la razón debían condicionarse al momento de su
actuación, ya que, debían estar sujetos a las mismas condiciones por las cuales
se determina un aumento o preservación del poder.
Si
bien es cierto, que desde una perspectiva histórica la diferencia entre la
Revolución Francesa y la Americana es que, la Revolución Americana procede de
una herencia histórica de una “monarquía limitada”, mientras que la otra tiene
una herencia absolutista que concluyo con “cuanto más absoluto sea el gobierno
más absoluta será la revolución que le reemplaza”. La Revolución Americana no
conocía la pobreza de las masas, y contrario a ello era un pueblo que se
mantenía por la autonomía de su gobierno, además que el poder se encontraba en
el pueblo y que su columna vertebral y fuente de Derecho yacía en la
Constitución por ser una entidad objetiva y duradera, que sólo podía cambiarse
y reformarse de acuerdo a las circunstancias. La Revolución Americana se
enfrentó al problema de un absoluto, es decir, que es inherente a todo fenómeno
revolucionario, consecuencia de una herencia histórica desgraciada.
Por
otro lado y según Hannah Arendt, el error de la Revolución Francesa fue el
hecho de haber creído de manera automática que el poder y el Derecho tenían un
mismo origen. Cosa contraria a lo que pretendió la Revolución Americana quienes
recibieron el poder de una manera autónoma para la construcción de la
constitución, además que, de una manera real la multitud estaba organizada
porque reconocían la prudencial separación que debía existir entre el poder y
el Derecho, cuyo origen de legitimación se encuentra claramente en esferas
diferentes para su efectiva aplicación. En el Capítulo III, “La búsqueda de la
felicidad”, del Libro “Sobre la Revolución” la autora expone moderadamente un
enunciado importantísimo, haciendo énfasis en que uno de los problemas de las
revoluciones no es precisamente que se den las mismas, ni como se den, ni donde
se den, ni siquiera ¿el por qué se dan?, sino que, parte fundamental del
problema de las revoluciones estriba en que el cuerpo político que constituya
la cabeza de “esa organización revolucionaria” este consciente que
efectivamente debe, para poder tener éxito durante y después del estallido,
estar apropiadamente organizada, porque parte del éxito de las revoluciones
consta en que, después del estallido el cuerpo político que los dirige y los
encamina mantenga un grado de organización que pueda cumplirse a cabalidad.
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Sobre
La Revolución à
Fundación (II) Nuevo Orden Secular Capítulo V
En
el Capítulo V Hannah Arendt nos expone que;
“el poder y la autoridad no es lo
mismo que el poder y la violencia” , sobre todo por el tipo de resultado
que se compartió durante las dos revoluciones del siglo XVIII en el que su
causa se basó, que en el pueblo es donde reside el origen del poder político
legítimo, es por ello que, durante los siglos XVII, XVIII y XIX la cuestión de
las leyes consistía básicamente en garantizar un cierto número de libertades
pero también garantizaba la propiedad privada. Anteriormente a estos siglos, el
Estado no respondía por los hombres en cuanto a la defensa de su propiedad y
libertad, lo que causo que la sociedad sintiera la necesidad que las leyes
protegieran directamente a los individuos.
Arendt
nos explica que los hombres de la Revolución Francesa tenían como concepto de
poder que: era una fuerza natural y que el origen de ella nacía fuera de la
esfera política, además que reside en el pueblo. En cambio los hombres de la
Revolución Americana entendían por concepto de poder todo lo opuesto a “la violencia natural prepolítica” para
los americanos, el poder surgía y se concebía siempre y cuando hubiese una
conexión, interacción y reciprocidad entre los hombres, que llegaran a
acuerdos, pactos o compromisos. Este tipo de poder era para los americanos un
poder verdadero y legítimo, ya que basaba su causa en la reciprocidad de la
interacción humana y la mutualidad.
En
la Revolución Francesa se intentó derivar la ley y el poder de la misma fuente,
proveniente de los principios del “derecho divino” pretensión de la monarquía
absoluta, porque se daba el poder secular a imagen de un Dios y que ese Dios
era la imagen de la voluntad que a su vez, era la imagen de la Ley. Por su
parte, esa voluntad divina asemejada a la “Voluntad General” de Rousseau,
expresa según Arendt en que la voluntad divina era la de querer producir la
ley.
De
acuerdo a la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos y a su
Constitución, no fue la voluntad general sino el proceso mismo de Revolución lo
que formuló la base de todas las leyes, porque una ley revolucionaria es una
ley que se propone mantener, acelerar o regular su curso revolucionario.
Arendt
por su parte expone que debería hallarse una forma de gobierno que pueda
colocar las leyes por encima de los hombres, porque desde el punto de vista de
Rousseau, aquellos que se reúnen para constituir un nuevo gobierno actúan de
una manera inconstitucional, porque carecen de autoridad para hacer lo que han
tomado como meta u objetivo. Lo que les tocó a los hombres de la Revolución
Americana fue que se les planteaba como una necesidad urgente el problema de
algún absoluto, es decir, el dictamen de la ley superior que derivaba su
autoridad sobre todas las demás leyes, cosa que, según Rousseau “poner la ley por encima del hombre y
establecer así la validez de las leyes humanas il faudrait des dieux (harían
falta los dioses)”. Además que, la idea que plasma Arendt de la legislación
divina, era que evidentemente el “legislador divino” debía estar fuera y por
encima de sus propias leyes, cosa que se asemeja a la característica de un
tirano, donde se imponía al pueblo las leyes de las que el mismo ni era
participe ni estaba involucrado para acatarlas. Entonces, quedaría preguntarse:
¿Tienen los Dioses leyes de las cuales no se encuentran vinculados?, ¿Existe
jerarquía en el cielo?, ¿Dios es un tirano?, ¿Un tirano es como un Dios?
Para
Montesquieu en cambio, las leyes sólo son relaciones que surgen y se mantienen
entre sí en las diferentes esferas del ser, ya que esa relación de
interdependencia no contiene ningún nivel de autoridad absoluto, sólo es algo
que existe y se preserva en el tiempo y el espacio.
Es
importante destacar que, la palabra “ley” durante la historia ha obtenido
diversas conceptualizaciones, y evidentemente según la autora ha tenido una
influencia enorme en la jurisprudencia y la legislación romana, sobre lo que
era el desarrollo de los sistemas e interpretaciones de la legalidad en la Edad
Media, que en la Edad Moderna las leyes fueron concebidas y aceptadas como los
mandamientos que eran interpretados de acuerdo a lo que expresaban en “la palabra
de Dios y su respuesta al no deber hacer”.
Ahora
bien, en la Revolución Americana, la fundamentación del nuevo cuerpo político
viene expresada en la sedición de la libertad de los individuos por un contrato
preestablecido que enmarca los deberes y derechos de los ciudadanos, además, de
proteger tanto la propiedad privada como las libertades individuales, siendo
esta, la Constitución. Por otro lado, algo que se desliga de ella es lo que se
conoce como “senado” en el que se distingue claramente de la conceptualización
romana lo que es el poder y la autoridad. En Roma, por autoridad es entendida
la función política que consistía en dar consejo, pero en ojos americanos la
función de autoridad consiste en la interpretación legal. Por otro lado, la
Corte Suprema es la que ejerce mediante una actividad constitucional su
autoridad, que deriva justamente de la Constitución.
Lo
que suponía el concepto romano de autoridad era que, además de constituir la
espina dorsal de la historia romana, significaba el aumento necesario de
cimientos que buscaba la estabilidad y la permanencia, en la que todas las
innovaciones y cambios se mezclan al
mismo tiempo en que aumentan y se incrementan. La autora por su parte expone
que, la autoridad de la República sólo estaría a salvo, siempre y cuando se
conservara intacta que el acto constituyente que procura a que todo gobierno
permanezca intacto, independientemente de todo problema que se presente.
Por
último, la autora expone que es inútil la búsqueda de un absoluto, ya que, este
“absoluto” ocupa necesariamente el acto de dar origen a alguna cosa, y que es curioso que los hombres de la
revolución tuviesen la necesidad de buscar un absoluto, justo cuando las
circunstancias los inclinaban hacia la acción. Hannah Arendt expone que, esto
se debe a los hábitos de pensamiento que traen en su origen el Occidente,
porque todo origen nuevo requiere de un absoluto del que surgir y a través del
cual pueda ser explicado ese algo.
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