lunes, 9 de septiembre de 2013

Raquel Rojas. Capitulo I,II, III, IV y V. Sobre la Revolución.

Hola Buenas Noches, disculpen el atraso en la entrega de los Capitulos por esta vía, los habia enviado todos sólo al correo del profesor, aquí se los dejo. Raquel Rojas.



Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Estudios Políticos y Administrativos
Seminario La Contemporaneidad del Pensamiento Político de Hannah Arendt
Profesor Edgar Pérez
Raquel Rojas CI 18025798

Sobre La Revolución à Introducción y Capítulo I
La primera idea que comparto con la autora es que trata “la revolución” como una noción más que como un concepto adaptado a un origen en particular.
Mi crítica parte de la convicción que la noción que ella expresa a cerca de revolución, es desarrollado en épocas donde el hombre procura “una clase de libertad”, pero a mi parecer, esa noción de libertad la autora no la ve relacionada con el desarrollo intelectual de la humanidad, sino, como un desarrollo político-social, que además, lo explica como hecho concreto que yace en la sociedad a través de acontecimientos que hacen que, el hombre se desligue de ciertos “atributos de la república”, es decir, la revolución es vista como el movimiento que le causa el átomo a las moléculas para reconfigurarlo, cambiando entonces en sí, la tradicional formación y estructura electrónica  molecular de la materia ordinaria, es decir, la república y su forma de gobierno, con la cual los sistemas tecnológicos no fueron tomados en consideración por autora, como por ejemplo, el problema del fenómeno de la globalización que rompe los límites de una estructura tradicional de cualquiera que sea la república, ya que, procura como fin último, no la libertad, sino la liberación del pensamiento humano. Cosa que contradice por completo a ciertos aspectos de la humanidad, ya que, si bien es cierto que la humanidad ha luchado a través de las guerras y las revoluciones por la liberación, hoy en día es un problema totalmente contraproducente porque, se lucha entonces de manera no deliberada, ni estructurada ni violenta por el apego a una cultura propia de una nación, sabiendo que, la globalización y su método de transculturización rompe con el esquema tradicional del cual se quería salir desde el siglo XVIII.
Mi segunda crítica viene expresada en el hecho que, la autora no expone las leyes o la falta de ellas como un problema que pueda generar alzamientos e inestabilidad social. De hecho, según mi criterio, las leyes o la falta de ellas propician un escenario apto para generar cambios en la estructura del pensamiento colectivo, no hablo de un golpe de Estado, porque ella claramente destacó que, un golpe de Estado no puede considerarse como un cambio revolucionario, hablo por el contrario, de los movimientos sociales a través de los cuales se generan los escenarios que condicionan al hombre para tomar determinadas actitudes ante el problema de la época, sabiendo que, las leyes en un gobierno forman una estructura no sólo de pensamiento sino de conducta civil. Entonces, nos encontraríamos con la denominación de isonomía à concepto que alude a que todos los hombres nacían desiguales por tanto la institución era quien los hacia iguales, de manera tal, que el funcionamiento de las instituciones y de las leyes de la república no son tomados en consideración -por lo menos hasta final del capítulo I-.
Por otro lado tenemos que, Arendt se desliga de la esfera privada para que su teoría abarque la esfera pública, es decir, sólo trata el problema visto desde el todo hacia el origen del problema, y no lo ve desde el surgimiento de un problema en la esfera de lo privado, es decir, no toma en consideración al individuo como un problema potencial “en su estructura de pensamiento” sino, al colectivo “en el comportamiento físico humano” que conduce a la guerra o a la revolución. Arendt designaba al espacio político como un espacio libre, entonces, ¿La esfera privada (el individuo), no es un espacio libre?, ¿un líder según Arendt no puede ser causante de una revolución o de una guerra?.
El papel de la cuestión social en la revoluciones hasta el capítulo primero, pone en manifiesto que, las revoluciones son acontecimientos políticos que se desarrollan desde el origen del problema, es decir, no es la causa final del mismo, sino la inicial, y aunque la autora no parte de una concepción Hobbesiana, coloca en tela de juicio la inclinación del hombre para ir de un extremo al otro, y es ahí que me surge una interrogante: ¿Pasar de un extremo a otro no implica  un cambio radical de paradigma?, entonces, ¿Sino es Hobbesiana por qué implícitamente expone conseguir lo que se necesita a través de los medios necesarios?, partiendo del criterio que lo que constituye nuestro placer es la acción y no el reposo como lo expresó Jhon Adams, ¿y eso acaso no es más que un acto instintivo de preservación?.
 “todas las revoluciones modernas son cristianas en su origen, aun cuando se proclamen ateas” –presento dificultades con esta oración-
Según Arendt en la revolución no sólo actúan los actores sino los espectadores, ya que la nación no subsiste por sí misma, y las consecuencias de ella repercutirán en otros Estados para bien o para mal. Además, existe el problema de la libertad y la concepción de esa noción, que hace que se quiera aceptarla o rechazarla de acuerdo a la época en la que se quiera desarrollar y a los fines que se quiera seguir. De manera tal que, en un sentido moderno modificaría la configuración de la aldea global y en la historia modificó desde la estructura del pensamiento hasta los roles desempeñados por la sociedad civil.









Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Estudios Políticos y Administrativos
Seminario La Contemporaneidad del Pensamiento Político de Hannah Arendt
Profesor Edgar Pérez
Raquel Rojas CI 18025798

Sobre La Revolución à La Cuestión Social Capítulo II

 Arendt describe que la cuestión social para el siglo XVIII viene aparejada a la noción de pobreza, siendo ésta la necesidad última del ser humano cayendo en la indigencia y en la miseria extrema. La pobreza es y será según Arendt, el poder absoluto del cuerpo, que se regirá bajo los dictados de la absoluta necesidad ya que están por debajo del margen de toda especulación. De manera tal que, uno de los más graves problemas por los cuales las revoluciones son generadas, es por el hecho de tener en el seno de la sociedad un grado de miseria humana que sobre pase los límites de la racionalidad y que sea por ello el motivo principal de una revuelta social, esto no quiere decir por ningún motivo que una revolución de tal índole sea exitosa, por el contrario, en el texto se expone justamente que el fallo de la Revolución Francesa fue porque que reinaba la multitud de hombres pobres. Otro de los puntos más resaltantes sobre la cuestión social y éste tipo de revoluciones, es que, son sacrificadas la libertad y la necesidad justamente por el proceso biológico y no histórico, en el escenario político el poder pierde fuerza “al pasar” de una forma de gobierno a la siguiente, y es por ello que, el antiguo régimen pierde fuerza y el siguiente nace sin ella.

La autora habla que la fuerza de la revolución proviene no sólo de la conspiración entre las partes poderosas de un mandato, sino la conspiración misma, y aunque no hace mucho en énfasis en ello, quisiera resaltar que aquí, a mi modo de ver, explaya la conspiración en su máxima expresión, es decir, abstrae del concepto la esencia del mismo. La conspiración en su máxima expresión es inevitable, y forma parte de ese proceso biológico y no histórico del cual ella habla, aunque no lo enfatice. La conspiración vendría dándose como esa fuerza que reúne todas las condiciones necesarias para su propia creación, existencia e impacto. Es por ello, que Arendt explica que, al pasar de un régimen a otro se pierde la fuerza por la cual impera el existente y el que nace lo hace sin fuerza, debido al grado de magnetismo de la esencia de la conspiración.

Hannah Arendt describe a Carlos Marx como un teórico que se encargó más por la historia que por la política, trayendo como consecuencia el principio por el cual el hombre se nutre “la libertad”. Crítica a la cual considero aceptable de alguna manera, ya que lo que hace libre al hombre es la trascendencia del ser y, al tener esa posibilidad y disponibilidad el hombre es en cierta manera libre, pero Arendt no habla o critica ese tipo de libertad, sino una libertad de hecho, porque expone que Marx no consideró la idea de libertad como un derecho humano natural innato. Y que su más grande desacierto fue el considerar que el fracaso de la Revolución Francesa se dio a causa de una cuestión social (ideológica) y no por no haber sido fundamentada en la libertad. La crítica ferviente que le hace Arendt a Marx es que transforma la cuestión social en fuerza política, porque se inspira en una economía de esclavos, en donde los “señores” dominan a los trabajadores, sabiendo que esta hipótesis sólo es aplicable a las primeras etapas del capitalismo, porque introduce el elemento político en la nueva ciencia, contribuyendo a que la nueva ciencia de la economía tenga fines revolucionarios, cosa que Arendt describe que: la economía dependía del poder político y que ésta era destructible con el simple hecho de una adecuada organización política y fines revolucionarios.


Arendt explica que la idea de la pobreza sólo servía única y exclusivamente para que los pobres rompieran con los grilletes de la dominación, porque era lo único que tenían para perder. Los gobernantes para el siglo XVIII tenían como concepto que los pobres no eran pueblo, sabiendo que para el siglo XIX ese prejuicio cambio.

Otro de los aspectos más significativos durante el capítulo II de la obra de Arendt es, el hecho de saber que la Revolución Americana fue la revolución que dio pie a la apertura del desarrollo de casi todas las naciones europeas, y el espíritu de igualdad y libertad que fue reinando con el pasar de las décadas. De hecho hace referencia a Jefferson, exponiendo que: “de veinte millones de personas, diecinueve son miserables, más desaventuradas durante toda su vida que el individuo más miserable de todos los Estados Unidos”. Porque no sólo son pobres a nivel económico, sino a nivel espiritual, la grandeza del hombre no sólo se encuentra en sus acciones ni en su carácter, sino en la evolución de su espíritu. Cosa que según la autora fue llevado de los Estados Unidos a Francia.

Se parte del criterio que el escenario americano nunca fue de miseria e indigencia, siempre estuvo representada por la controversia entre los ricos y los pobres, los cultos y los ignorantes, los industriosos y los perezosos. El problema que se plateaba en Estados Unidos era un problema político, refiriéndose a la forma de gobierno más no, a la ordenación de la sociedad. Según Arendt, en la sociedad Americana la representación es un sinónimo de conservación que protegía a los trabajadores, cosa que conllevo a que los hombres desearan no sólo la igualdad sino la superación y el poder político. Inclusive, John Adams dice que de aquí es que se desarrolla el mal del pobre, porque una vez que siente asegurada su propia conservación, vive una vida sin sentido, de manera tal que se excluye a si mismo de la esfera pública y logra permanecer en la oscuridad durante gran parte de su vida.
La observación que le hago a esto, es que se plantean varios escenarios sobre la cuestión social y la revolución, como primer punto se tiene que; la cuestión social viene aparejada a la noción de pobreza, y es por ello que las revoluciones son causadas por ese malestar social, es decir, el cuerpo físico del hombre se ve afectado por las carencias y necesidades económicas que se encuentran al margen del mínimo de subsistencia. En segundo lugar; la tensión en la sociedad por la conspiración, conspiración entre las partes de fuerza mayor y la conspiración en sí misma, este punto viene referido a la esfera política, en la que participan evidentemente los gobernantes o el gobernante causando inestabilidad tanto del sistema político como del sistema social, procurando así el levantamiento o rebelión de la sociedad en contra de un ideal en particular. En tercer lugar se tiene; la lucha por la libertad del hombre, libertad que hace referencia a la esfera pública, el ciudadano en sociedad, es decir, ya cuando el hombre pobre es considerado hombre de acuerdo a los derechos humanos y a las repúblicas que así lo hayan consagrado, de manera tal que, la libertad es el fin último que persigue el hombre viviendo en sociedad, además de consagrarse como ciudadano, optará por pertenecer al espacio público, a los asuntos y decisiones referentes a la polis. Y por último; la miseria del hombre, éste punto es muy importante, ya que se requiere de la conservación y protección del cuerpo espiritual, que son desarrolladas por la educación, la música, el deporte entre otras, además de pertenecer a la esfera privada, es decir, no sólo debe trascender el cuerpo espiritual para su máxima elevación, sino que en la tierra debe desarrollarse como mejor lo pueda hacer, para no sólo poder pertenecer al espacio público sino permanecer en él.
Arendt por otro lado resalta el hecho que la pasión de la compasión por estos seres miserables, ha logrado inspirar a los mejores hombres de todas las revoluciones, considerando que, justamente la americana es la única revolución que la compasión no desempeño papel alguno en la motivación de sus actores, y es evidente, ya que, más de una vez se ha dicho que Estados Unidos no poseía miserables, sino hombres pobres. 
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Profesor Edgar Pérez
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Sobre La Revolución à Capítulo III
La Búsqueda de la Felicidad
Arendt describe que la necesidad y la violencia, tanto separadas como una acción recíproca entre ellas, son las que han llegado a ser la marca distintiva de las revoluciones del siglo XX, de hecho han sido las características principales de todo suceso revolucionario. La autora explica que, ninguna revolución es efectiva donde la autoridad del cuerpo político se mantiene intacta, es decir, la revolución debe tener efectos desencadenantes que propicien los escenarios adecuados para la reconstrucción de un cuerpo político - institucional por los cuales se rige una sociedad, ya sean también por medio de sus costumbres, sus leyes, sus constituciones y su forma de gobierno.

Las revoluciones se conciben con facilidad en sus etapas iniciales, o por lo menos eso es lo que ha dejado ver la historia, y esto se debe a que las actitudes de los hombres son “necesarias” para la época en la que viven, ya que es predecible que pongan en marcha dicho proceso, porque yace un régimen en plena desintegración, y es aquí donde la autora expone que: tanto la desintegración del régimen como las actitudes de los hombres, no pertenecen a la causa del problema sino a sus consecuencias, porque se da la existencia de una autoridad política en ruina.

Las revoluciones sólo pueden estallar y alcanzar su victoria siempre y cuando, se de la existencia de un cuerpo político- social lo suficientemente compacto y unido para desestabilizar un régimen, además, éstos deben estar preparados para actuar durante y después del colapso, también deben estar preparados para asumir el rol de poder frente a la sociedad, y estar dispuesto a la organización y actuar consecutivamente unidos persiguiendo un objetivo en común. Así mismo, lo expreso Mirabeau “bastarían diez hombres unidos para hacer temblar a cien mil desunidos”.

Montesquieu, unos cuarenta años antes del estallido de la revolución, sabía que la desestabilización de un régimen hacía difícil la restructuración de un nuevo orden organización tal cual la explica Manuel García Pelayo, ya que, lo que dejaba la revolución descansaba sobre la base de unos cimientos resquebrajados política y socialmente que eran difíciles volver a construir pero no imposible, aunque tras esto, expresaba el temor de la vuelta al despotismo, ya que los pueblos de Europa, eran gobernados por el hábito y las costumbres, no sintiéndose a gusto políticamente ya que no confiaban en las leyes que los gobernaban. Fue Montesquieu quien, a raíz de sus pensamientos y escritos logró captar la facilidad por la cual los gobiernos serían derribados, ya que hay una pérdida progresiva de  autoridad.

Con respecto a la Revolución Americana los hombres acudieron a ella sin ilusión además de, estar involucrados forzosamente para algo por lo cual no estaban ni preparados ni dotados, mientras que, para la Revolución Francesa la idea de revolución violenta nunca fue el objetivo, ni mucho menos era algo que estaba planificado psicológicamente para enfrentarlo. Para la Revolución Americana, los hombres estaban acostumbrados a hallarse integrados bajo una disposición legal, en corporaciones o cuerpos políticos, en los que, a través de las asambleas municipales forjaron sentimientos de pueblo. Mientras que para la Revolución Francesa, antes del estallido de la revolución, la pasión por la libertad pública dominaba los espíritus de aquellos hombres que carecían de toda concepción revolucionaria, y que, a raíz de ello no podían imaginar el papel que les tocaría ejercer frente al estallido de la misma.

Es importante destacar que, lo que en Francia fue pasión, en América fue experiencia, aquí se habla de “felicidad pública”, mientras que en Francia se habla de “libertad pública”. Esta consiste en la participación de los asuntos públicos y de cualquier otra actividad que sea impuesta por ellos, que confería a quienes desempeñaban en público un sentimiento de felicidad que era inaccesible por cualquier otro medio que no fuera justamente ese espacio público, porque disfrutaban de las deliberaciones, y las resoluciones, sabiendo que, lo que sedujo a los hombres fue el interés público de la libertad.

A virtud de la pasión de los franceses, se le llamó emulación, deseo de superación, mientras que al vicio se le llamo ambición, ya que ésta era la que apuntaba al poder como medio de distinción y con el único objetivo de sobresalir entre el común, y de poder mandar sobre los demás. Al hombre que poseía éste tipo de características se le llamo tirano, reconociendo la autora que éste no es un vicio típicamente político sino más bien una cualidad que tiende a destruir la vida política, éste hombre tiránico no tiene deseos de superación, y carece de toda pasión, además el hombre tirano encuentra una satisfacción por elevarse por encima de todos los hombres, sabiendo que el inverso de ello sería que todos los hombres sean vistos como iguales y gocen de su compañía en los asuntos públicos.

Y es cuando la palabra “res publica, y la choce publique” iluminaron un camino oscuro, fue cuando entonces a través de las palabras que hacían alusión a las  deliberaciones, discusiones y decisiones, se señala en términos lingüísticos la palabra “democracia” destacando en ésta el papel del gobierno y del pueblo, siendo opuesta a la república que señalaba como principio la ejecución efectivas de unas instituciones objetivas.

En estos procesos revolucionarios, se dio la existencia de lo que llamaron los Hombres de la Ilustración, contribuyeron a la historia del pensamiento político, ya que  fueron ellos quienes emplearon el término libertad en con un nuevo acento desconocido para el espacio público de la libertad, y que según la explicación que da Arendt nos indica que ellos entendían la libertad como algo completamente a la voluntad libre, o al pensamiento libre. Su libertad pública sólo podía existir en el espacio público, algo que es construido y mantenido ahí para su propio goce, inclusive se dice que ésta libertad solo se hace posible siempre y cuando sea visible a todos.

Es importante resaltar que la autora expresa en el contenido de su libre “Sobre la Revolución” que el único objeto legítimo del buen gobierno es “que se concebía como un medio para promover la felicidad de la sociedad”.







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Profesor Edgar Pérez
Raquel Rojas CI 18025798

Sobre La Revolución à Fundación (I) Constitutio Libertatis Capítulo IV

Hannah Arendt expone que, en América por la insurrección armada de las colonias y la Declaración de la Independencia se da un movimiento de expansión espontánea de lo que vendría a llamarse el constitucionalismo de las trece colonias, lo que hizo esto fue, condicionar el momento para que se hicieran las constitución de los nuevos Estados y alcanzar la libertad.

Lo que salvó a la Revolución Americana fue el simple hecho, que la misma revolución no terminara con un sinfín de sucesos que desencadenaran en un desequilibrio de la nación, es decir, no termino con una multiplicación de las repúblicas, ni con crímenes o calamidades. El fin de la revolución es el establecimiento de la libertad, cosa que comúnmente no es entendida en toda su extensión, ya que, muchos declaran que la revolución es el momento propicio tanto para defender la libertad como para obtenerla. Arendt explica que, por el contrario, la revolución tiene en su etapa final la conquista de la libertad, y en vez de identificarla como la lucha por la liberación, debe hacerse como la fundación de la libertad misma.

Por otra parte, la autora expone la importancia del establecimiento de las constituciones, ya que, la constitución forma parte del espíritu revolucionario de un país, de hecho explica que la culminación del proceso revolucionario de la Constitución de los Estados Unidos fue el resultado real de la contrarrevolución.

Ahora, la idea de un gobierno constitucional, lo que propone es la limitación del poder del mismo gobierno junto a la de los cuerpos políticos. Dentro de ésta esfera del gobierno limitado cae lo que vendría siendo las libertades civiles y el bienestar privado, pero Arendt en el contenido de su libro presenta que, este gobierno limitado tiene un carácter negativo ya que, limita en toda su extensión lo que vendría siendo el derecho de representación, y esto a su vez para el gobierno seguiría siendo una exención de abuso de poder. 

De acuerdo con las rebeliones del siglo XIX y del siglo XX, se plantean algunas alternativas entre las revoluciones permanentes, que no cumplieron con el objetivo de fundar la libertad, ni las otras cosas por las cuales se lucha, lo que hace su permanencia es que termina por establecer un nuevo gobierno constitucional limitado, que se incline por una monarquía o por una república. Uno de los ejemplos más claros que menciona la autora de éste tipo de sucesos son, la revolución china y la rusa, porque mantuvieron de forma indefinida un gobierno revolucionario. Uno de los elementos predominantes en éstas revoluciones fue el hecho que, las constituciones no fueron consecuencia de la revolución, sino que por el contrario, fueron impuesta tras el fracaso de la misma y de un gobierno dominante en toda su extensión.

Existe una enorme diferencia de poder y autoridad en la que se da la existencia de, una constitución impuesta por el gobierno sobre el pueblo, y el otro tipo de constitución se da mediante la cual un pueblo constituye su propio gobierno. Ahora bien, con respecto al gobierno, Arendt habla de lo que en la historia se conoce como un “gobierno temperado” en el que se desarrolla de forma orgánica a través de la historia su construcción, y que debido a todas las constituciones del Nuevo Mundo los beneficios que traía no sólo era la incorporación de los derechos inalienables del hombre, sino además la incapacidad de comprender toda aquello que conformaba la fundación de la república, y que la constitución lo que hacía era que salvaguardaba las libertades civiles y el establecimiento de un nuevo gobierno.

En la historia de la Revolución Americana, luego de la Declaración de la Independencia, se desarrolla un tipo de fiebre constitucionalista que impide el vacío de poder, y que el establecimiento del nuevo gobierno no podría basarse en lo que siempre había sido la negación al poder, en otras palabras, las declaraciones de los derechos. Luego, durante el curso de la Revolución Francesa se dio lo que era “la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” que progresivamente iba tomando forma y fondo en lo que sería la construcción de las constituciones y, pasando a ser el principio fundamental de todo gobierno legítimo.

El propósito de las constituciones estatales, había sido elaborado por congresos provinciales o por asambleas, lo que proporcionó que a través de ella se crearan un nuevo poder, que los hombres de la revolución lo llamaron “ciencia política”, ya que ella tenía como objetivo “descubrir las formas y combinaciones del poder de las repúblicas”. Por otro lado, la palabra constitución ha perdido ese significado negativo en lo que se refiere a la limitación o negación del poder, sabiendo que el nuevo concepto que adquirió le propició un significado positivo como si fuese un gran templo de libertad federal, basándose en la fundación y correcta distribución del poder.

Con respecto a lo que se refiere a la distribución del poder, siempre se ha mencionado a Montesquieu, sin embargo, Hannah Arendt nos explica que, la división o separación de los poderes no fue un descubrimiento hecho única y exclusivamente por Montesquieu, sino que proviene de una concepción mecanicista newtoniana, y que al parecer, en las diversas discusiones tradicionales esa concepción de las formas mixtas de poder proviene de Aristóteles y de Polibio. Lo esencial de toda esta discusión estriba en el hecho que: “el poder contrarresta el poder”, con lo que se requería evidentemente que los poderes evitaran todo tipo de concentración de fuerza, autoridad, poderío, dominio sobre la población. Aunque, es importante resaltar que, esta idea de Montesquieu lo que procuraba era que el principio de esta separación de poderes lo que hacía era detenerlo y mantenerlo, siendo capaz de expandirse y crecer desmesuradamente en detrimento de los otros centros de poder. Pero Montesquieu tenía una idea con respecto a la virtud, en la que la virtud y la razón eran poderes en sí mismos, y no a una facultad, por tanto, la virtud y la razón debían condicionarse al momento de su actuación, ya que, debían estar sujetos a las mismas condiciones por las cuales se determina un aumento o preservación del poder.

Si bien es cierto, que desde una perspectiva histórica la diferencia entre la Revolución Francesa y la Americana es que, la Revolución Americana procede de una herencia histórica de una “monarquía limitada”, mientras que la otra tiene una herencia absolutista que concluyo con “cuanto más absoluto sea el gobierno más absoluta será la revolución que le reemplaza”. La Revolución Americana no conocía la pobreza de las masas, y contrario a ello era un pueblo que se mantenía por la autonomía de su gobierno, además que el poder se encontraba en el pueblo y que su columna vertebral y fuente de Derecho yacía en la Constitución por ser una entidad objetiva y duradera, que sólo podía cambiarse y reformarse de acuerdo a las circunstancias. La Revolución Americana se enfrentó al problema de un absoluto, es decir, que es inherente a todo fenómeno revolucionario, consecuencia de una herencia histórica desgraciada.

Por otro lado y según Hannah Arendt, el error de la Revolución Francesa fue el hecho de haber creído de manera automática que el poder y el Derecho tenían un mismo origen. Cosa contraria a lo que pretendió la Revolución Americana quienes recibieron el poder de una manera autónoma para la construcción de la constitución, además que, de una manera real la multitud estaba organizada porque reconocían la prudencial separación que debía existir entre el poder y el Derecho, cuyo origen de legitimación se encuentra claramente en esferas diferentes para su efectiva aplicación. En el Capítulo III, “La búsqueda de la felicidad”, del Libro “Sobre la Revolución” la autora expone moderadamente un enunciado importantísimo, haciendo énfasis en que uno de los problemas de las revoluciones no es precisamente que se den las mismas, ni como se den, ni donde se den, ni siquiera ¿el por qué se dan?, sino que, parte fundamental del problema de las revoluciones estriba en que el cuerpo político que constituya la cabeza de “esa organización revolucionaria” este consciente que efectivamente debe, para poder tener éxito durante y después del estallido, estar apropiadamente organizada, porque parte del éxito de las revoluciones consta en que, después del estallido el cuerpo político que los dirige y los encamina mantenga un grado de organización que pueda cumplirse a cabalidad.






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Sobre La Revolución à Fundación (II) Nuevo Orden Secular Capítulo V

En el Capítulo V Hannah Arendt nos expone que;  “el poder y la autoridad no es lo mismo que el poder y la violencia” , sobre todo por el tipo de resultado que se compartió durante las dos revoluciones del siglo XVIII en el que su causa se basó, que en el pueblo es donde reside el origen del poder político legítimo, es por ello que, durante los siglos XVII, XVIII y XIX la cuestión de las leyes consistía básicamente en garantizar un cierto número de libertades pero también garantizaba la propiedad privada. Anteriormente a estos siglos, el Estado no respondía por los hombres en cuanto a la defensa de su propiedad y libertad, lo que causo que la sociedad sintiera la necesidad que las leyes protegieran directamente a los individuos.

Arendt nos explica que los hombres de la Revolución Francesa tenían como concepto de poder que: era una fuerza natural y que el origen de ella nacía fuera de la esfera política, además que reside en el pueblo. En cambio los hombres de la Revolución Americana entendían por concepto de poder todo lo opuesto a “la violencia natural prepolítica” para los americanos, el poder surgía y se concebía siempre y cuando hubiese una conexión, interacción y reciprocidad entre los hombres, que llegaran a acuerdos, pactos o compromisos. Este tipo de poder era para los americanos un poder verdadero y legítimo, ya que basaba su causa en la reciprocidad de la interacción humana y la mutualidad.
En la Revolución Francesa se intentó derivar la ley y el poder de la misma fuente, proveniente de los principios del “derecho divino” pretensión de la monarquía absoluta, porque se daba el poder secular a imagen de un Dios y que ese Dios era la imagen de la voluntad que a su vez, era la imagen de la Ley. Por su parte, esa voluntad divina asemejada a la “Voluntad General” de Rousseau, expresa según Arendt en que la voluntad divina era la de querer producir la ley.

De acuerdo a la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos y a su Constitución, no fue la voluntad general sino el proceso mismo de Revolución lo que formuló la base de todas las leyes, porque una ley revolucionaria es una ley que se propone mantener, acelerar o regular su curso revolucionario.

Arendt por su parte expone que debería hallarse una forma de gobierno que pueda colocar las leyes por encima de los hombres, porque desde el punto de vista de Rousseau, aquellos que se reúnen para constituir un nuevo gobierno actúan de una manera inconstitucional, porque carecen de autoridad para hacer lo que han tomado como meta u objetivo. Lo que les tocó a los hombres de la Revolución Americana fue que se les planteaba como una necesidad urgente el problema de algún absoluto, es decir, el dictamen de la ley superior que derivaba su autoridad sobre todas las demás leyes, cosa que, según Rousseau “poner la ley por encima del hombre y establecer así la validez de las leyes humanas il faudrait des dieux (harían falta los dioses)”. Además que, la idea que plasma Arendt de la legislación divina, era que evidentemente el “legislador divino” debía estar fuera y por encima de sus propias leyes, cosa que se asemeja a la característica de un tirano, donde se imponía al pueblo las leyes de las que el mismo ni era participe ni estaba involucrado para acatarlas. Entonces, quedaría preguntarse: ¿Tienen los Dioses leyes de las cuales no se encuentran vinculados?, ¿Existe jerarquía en el cielo?, ¿Dios es un tirano?, ¿Un tirano es como un Dios?
Para Montesquieu en cambio, las leyes sólo son relaciones que surgen y se mantienen entre sí en las diferentes esferas del ser, ya que esa relación de interdependencia no contiene ningún nivel de autoridad absoluto, sólo es algo que existe y se preserva en el tiempo y el espacio.

Es importante destacar que, la palabra “ley” durante la historia ha obtenido diversas conceptualizaciones, y evidentemente según la autora ha tenido una influencia enorme en la jurisprudencia y la legislación romana, sobre lo que era el desarrollo de los sistemas e interpretaciones de la legalidad en la Edad Media, que en la Edad Moderna las leyes fueron concebidas y aceptadas como los mandamientos que eran interpretados de acuerdo a lo que expresaban en “la palabra de Dios y su respuesta al no deber hacer”.

Ahora bien, en la Revolución Americana, la fundamentación del nuevo cuerpo político viene expresada en la sedición de la libertad de los individuos por un contrato preestablecido que enmarca los deberes y derechos de los ciudadanos, además, de proteger tanto la propiedad privada como las libertades individuales, siendo esta, la Constitución. Por otro lado, algo que se desliga de ella es lo que se conoce como “senado” en el que se distingue claramente de la conceptualización romana lo que es el poder y la autoridad. En Roma, por autoridad es entendida la función política que consistía en dar consejo, pero en ojos americanos la función de autoridad consiste en la interpretación legal. Por otro lado, la Corte Suprema es la que ejerce mediante una actividad constitucional su autoridad, que deriva justamente de la Constitución.

Lo que suponía el concepto romano de autoridad era que, además de constituir la espina dorsal de la historia romana, significaba el aumento necesario de cimientos que buscaba la estabilidad y la permanencia, en la que todas las innovaciones y cambios se mezclan  al mismo tiempo en que aumentan y se incrementan. La autora por su parte expone que, la autoridad de la República sólo estaría a salvo, siempre y cuando se conservara intacta que el acto constituyente que procura a que todo gobierno permanezca intacto, independientemente de todo problema que se presente.

Por último, la autora expone que es inútil la búsqueda de un absoluto, ya que, este “absoluto” ocupa necesariamente el acto de dar origen a alguna cosa,  y que es curioso que los hombres de la revolución tuviesen la necesidad de buscar un absoluto, justo cuando las circunstancias los inclinaban hacia la acción. Hannah Arendt expone que, esto se debe a los hábitos de pensamiento que traen en su origen el Occidente, porque todo origen nuevo requiere de un absoluto del que surgir y a través del cual pueda ser explicado ese algo.

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