Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Estudios Políticos y Administrativos
Seminario: Contemporaneidad del Pensamiento Político de Hannah Arendt
Noción Arendtiana de la Cuestión Social como Influencia Promotora del Fenómeno Revolucionario
Realizado por:
- Lobo, Genaro
C.I: 20.326.205
Caracas, Agosto 2013
Resultará imperante y meritorio para efectos del presente abordaje ensayístico; irle proporcionando un hilo conductor al estudio con el esbozo detallado en cuanto a la concepción arendtiana de la terminología en cuestión; es así; como de dicha forma, una vez habiendo comprendido la noción e idea de “cuestión social” que nos plantea la autora; podremos aventurarnos a formular y desarrollar una propuesta teorética vinculada al fenómeno revolucionario como tal.
Es por ello entonces que la misma autora en su libro “Sobre la Revolución” nos brinda su definición concreta acerca de lo que concibe como “cuestión social” propiamente dicha:
“… Cuestión social, es decir, lo que, de modo más llano y exacto, podríamos llamar el hecho de la pobreza. La pobreza es algo más que carencia; es un estado de constante indigencia y miseria extrema cuya ignominia consiste en su poder deshumanizante; la pobreza es abyecta debido a que coloca a los hombres bajo el imperio absoluto de sus cuerpos, esto es, bajo el dictado absoluto de la necesidad” (Pág. 79).
Así bien; se nos ha perfilado un vocablo que tendrá contundente influencia en lo que al fenómeno revolucionario se referirá, hablamos de la “necesidad”, término poseedor de connotaciones altamente verificables desde la perspectiva de la evolución histórica del hombre; pues bien, desde tiempos originarios (entiéndase prehistoria), es decir desde que se tiene registro histórico del surgimiento de la humanidad; el ser humano iría determinando su evolución por el dominio atribuido que ejerciera sobre los elementos de la naturaleza, su uso; y los materiales que producto de las necesidades (alimentación, vivienda y vestimenta) tendría que empezar a producir. Para darle un sentido explicativo coherente a lo anterior resultará necesario acudir a los principios de Carlos Marx, de este modo habrá que resaltar que su esencia se veía reflejada en las relaciones económicas del hombre con el medio ambiente, relación tal; que significaría el nacimiento del postulado llamado “Materialismo Histórico”. Es a partir de esa relación material existida entre el hombre y su entorno que se vislumbraría el proceso histórico marxista. Producto y derivado de ello el hombre empezaría a generar procesos de transformación material, se iría especializando e instrumentalizando (creando herramientas, utensilios y objetos) en aras de la satisfacción imperativa de esas necesidades incipientes.
Entre los siglos XVIII y XIX se generaría un acontecimiento europeo que bajo la óptica de múltiples autores, cambiaría total y definitivamente la perspectiva y visión de mundo que para el momento se tenía. El suceso referido es “La Revolución Industrial”; a la cual se le arguye el surgimiento de la división social del trabajo; donde cambiarían radicalmente y de forma contundente las condiciones laborales, engendrándose una completa reestructuración de las clases sociales existentes. La principal consecuencia derivada seria la pérdida de esta autonomía que el hombre poseía, pues los avances industriales apuntaban ahora hacia la disposición de mercancías para su comercio, cambiándose la lógica de consumo, el hombre ahora debía comprar lo que necesitaba, y aquel que lo producía se encontraría inmerso en una lógica capitalista que lo haría fungir como una mera mercancía más bajo la supeditación restringida de un particular burgués. Pese a que pudiera atribuírsele a este proceso industrializador algunos efectos económicos positivos; como el incremento de la producción que a su vez permitiría un sustento mayor de la población; a nivel social en cambio; no tuvo ese tan beneficioso efecto, ya que al erigirse la industria como primordial actividad económica a nivel social, se suplantaron a los mercaderes particulares, artesanos y talleres familiares a pequeña escala que brindaban su aporte a la economía existente, relegados ahora en un segundo plano. A fin de cuentas las nuevas fábricas terminarían extinguiendo, aniquilando y mermando por completo con el transcurrir del tiempo a esa industria doméstica practicada en pequeños talleres, pues lo precario de sus sistemas y procesos de producción no podrían competir con las innovaciones que la revolución trajo consigo (Rapidez y bajo costo de producción).
Así bien, la riqueza producto del novedoso maquinismo surgido, no fue redistribuida con equidad y de forma ecuánime; de este modo aquellos individuos que ofrecían su trabajo a las nuevas fábricas no disfrutarían ni gozarían entonces de aquellos beneficios ofrecidos por la incipiente economía industrializadora, empezando a dilucidar los primeros destellos de inecuanimidad y desequilibrio que se irían perfilando paulatinamente en el espectro social. Claramente degenerando en el afianzamiento de una nueva estructura económica social derivada de ello. Mientras las familias burguesas (dueñas de fábricas e industrias) hacían mayor su poderío en el plano social, se creaban nuevas clases sociales como el proletariado o clase obrera, si bien algunos de ellos ofrecían su fuerza de trabajo por un salario; muchos otros; eran conformantes del gremio artesanal y campesinado depauperados por aquel basto crecimiento industrial de forma sagaz. Empezaron a propagarse elementos que permitirían evidenciar lo miserable y las injusticias a las que fueron sometiéndose a los trabajadores de aquel sistema industrial progresivamente.
De dicho modo tenemos que la Revolución Industrial fue considerada como un proceso generador de fases y áreas de pobreza, es decir propiciador de la “cuestión social”, por lo que podemos evidenciar entonces que la misma es un hecho existente desde siglos pasados. Se puede aseverar incluso que el fenómeno de la pobreza como tal es un elemento con alta trascendencia histórica, y un factor con la antigüedad de la humanidad misma. Un causal atribuido de esta condición pudiéramos encontrarlo en la baja productividad existente en esas sociedades preindustrializadas, posteriormente, con el surgimiento rimbombante de la industria se suma otro elemento consecuencial, la distribución desigual de la riqueza que empezaría a concentrarse en pequeñas cúpulas de beneficiados y a simultáneamente fraccionar y reformular la estructura social que imperaba para entonces. Se volvería rutinario, normal y corriente para el hombre; el vivir en condiciones sociales de premura material hasta que los adelantos tecnológicos brindaran accesos a ciertos sectores de la sociedad a cosas como un nivel de consumo asequible y más diverso; pero como bien lo dijimos solo para unos pocos, es allí donde se perfila una nueva configuración social con divisiones palpables de clases, evidenciando a su vez como con prominencia empezaría a crecer la pobreza a lo largo de los años cada vez más con mayor ahínco, afianzando la categórica dialéctica sempiterna “pocos – muchos”.
Hannah Arendt en sus argumentos teoréticos muy bien nos describe que una revolución: “cualquiera que sea el modo en que las definamos, no es un simple cambio” (Pág. 25). La autora deja bien en claro que le es inherente al proceso la existencia de ese “Phatos”, que en terminología griega significa “novedad”, donde se apunte indefectiblemente al ideal que sugiera un “Nuevo Origen”, el hecho de resurgir un nuevo panorama; una nueva realidad, el hecho que genere la existencia de un nuevo comienzo. A ese incipiente renacer; vendrá imbricada la noción de “libertad”, pues la misma autora en su texto refleja que ésta deberá: “…coincidir con la experiencia de un nuevo origen” (Pág. 37), pero habrá que hacer la pertinente aclaración, pues: quien viva sujeto a una necesidad concurrida no podrá llamarse libre, sin embargo el librarse de aquellas necesidades que atan no será directamente proporcional a una libertad plena, es vista como un medio para tal consecución; pero no el determinante. De este modo se nota el antecedente histórico que poseen las revoluciones sobre el factor de la “cuestión social”, íntimamente coaligado también a su influencia en revoluciones como la Francesa, que como bien sabemos desvirtuó su objetivo primigenio imbuido en la libertad; no obstante se orientaría a la liberación del hombre de ese sufrimiento que las necesidades sociales le destinaban a los ciudadanos; donde se buscaría ahora la “felicidad” del pueblo. Dicho factor verdaderamente tendría un carácter promovedor del fenómeno revolucionario como tal; solo en la época de la modernidad en la que se estableció como inherente a la pobreza del hombre con su misma condición humana condenados a estar sujetos a la eterna dialéctica nombrada con anterioridad. La “cuestión social” tomaría su verdadero argumento revolucionario junto a la rebelión de los pobres (oprimidos por las consecuencias de un desarrollo impar) una vez la Europa conociese dicha situación, ya que fueron las condiciones preponderantes en América (no la Revolución Americana propiamente dicha) lo que verdaderamente motivó un espíritu revolucionario en el continente europeo.
Sería entonces el acontecer histórico de la Revolución Francesa de 1789 (que fue pionera en orientar un hecho y proyecto revolucionario en función de las necesidades perentorias) la que fungiese como ejemplo distintivo sobre el curso de fenómenos revolucionarios futuros; si abstraemos la génesis del asunto; tenemos que no estaríamos hablando de otra cosa sino de la “cuestión social” misma como motivadora y promotora de aquellos sucesos revolucionarios que derivarían de la inspiración francesa. No se podrían pasar por alto las ideas de Carlos Marx; quien fuese un teórico relevante en lo que al fenómeno revolucionario se refiere. Para este importante estudioso; el único motivo y causa por la que la Rev. Francesa no viese su triunfo; no fue más que no llegar a la resolución parcial de aquella “cuestión social” imperante en dicha geografía. Marx abstrajo una tesis del proceso francés; determinando a la pobreza como “fuerza política de primer orden”. Su traducción política del fenómeno de la “cuestión social” la vemos reflejada en el teorema de la “Explotación” planteado por él mismo ; donde la pobreza no es más que el resultado derivado y consecuencial de aquella opresión ejercida por clases dominantes sobre unos pocos pertenecientes al estrato excluido y vilipendiado de la sociedad. Expresa el mismo Marx que las necesidades históricas, ese estado de necesidad era promotor de revoluciones; ya que la miseria nunca podría producir verdaderos hombres de libertad, el estado de conciencia de que la pobreza abyecta y la miseria eran factores políticos, inducidos derivados de usurpaciones y violencia; fue lo que generó una empatía hacia el ideal emancipador. Sin embargo Arendt aclara que fueron las primeras hipótesis marxianas las que se vincularían a la libertad humana; ya que escritos posteriores al “Manifiesto Comunista” del mismo autor se enfocarían más bien en la esfera económica como impulsora de la revolución, donde Marx revertiría sus posturas y categorías teóricas.
Es la pobreza en su máxima expresión la única que podrá fecundar la compasión propiamente dicha. Las revoluciones empezando por la Francesa; se orientaron producto de lo circunstancial a servir a la virtud (entendida como el bienestar del pueblo) del “le peuple”, quienes representaban aquel estrato social más bajo; artesanos pobres, asalariados, sirvientes, actores, escritores sin dinero, quienes eran todos sujetos irradiadores de compasión y piedad. Fue Robespierre el que de alguna manera con la contundencia de su oratoria proliferó la compasión en las anchas del territorio, factor tal que serviría para propiciar, propulsar y darle mayor fuerza a ese fenómeno revolucionario respondiendo a las causas de esa “cuestión social”.
Así como el vuelo de las aves impulsó al hombre a ir creando prototipos hasta que finalmente creó el avión, así como la Polis griega fue ideada y creada en el seno y marco de una necesidad incipiente para el goce y ejercicio de libertades plenas, en los que serviría y fungiría como un espacio deliberativo de lo público; que poco a poco iría permeabilizándose incluyendo caracteres de lo privado también. El hombre se ha inspirado en la naturaleza para llegar a crear muchas de sus cosas. Utilizo las analogías para denotar cómo justamente el trascender histórico con su devenir, lo contextual y circunstancial ha llegado a ser inspiración motivacional para el ser humano en el curso de su evolución, en sus necesidades inmanentes y prominentes. En la medida en que todos necesitemos pan, todos somos iguales y quizá constituyamos un solo cuerpo para la consecución de ese determinado fin. Todos nosotros experimentamos la necesidad en la medida en que nos encontramos (como seres biológicos) sometidos y subordinados a procesos irresistiblemente necesarios.
Si bien, muchos de los sucesos y episodios con intenciones revolucionarias que se han suscitado a lo largo de la historia se han valido en cierto modo del factor “violencia” ya sea como origen de la acción, como pretexto coaccionado, o bien como medio sujeto de facilidad para la obtención radical de lo que se demanda; en sentido arendtiano se tiene que “ni la violencia ni el cambio pueden servir para describir el fenómeno de la revolución” (Pág. 45). Si bien la violencia ha sido característica primigenia de los fenómenos históricos revolucionarios, solo se podrá otorgar la catalogación de “revolución” cuando la violencia sea utilizada en virtud de la creación de un nuevo orden o cuerpo político, una nueva forma de gobierno, sin embargo Arendt nos describe expresamente que la violencia sólo será un medio para la obtención de un determinado objetivo o fin. Anteriormente ésta era declarada a la necesidad con la que los hombres justificarían su pretensión emancipadora. No obstante en sus postulados teóricos se evidencia que Hannah Arendt será adepta y solo aceptará la acción sin la implementación de la fuerza (violencia) misma.
En el pensamiento político de la autora; pude determinar un vocablo al cual quisiese hacer alusión por corresponderse con la temática en estudio; el abstraído término fue: “Isegoría”, el significado de dicha terminología posee vinculación con la idea revolucionaria araendtiana, ya que de acuerdo a lo que traduce; hombres con motivaciones y fuerzas morales comunes; se disponen a librarse de cadenas opresoras y forjar una nueva parcela, un nuevo espacio sin algún factor predecesor; nunca antes vista. Siguiendo el orden de ideas de Arendt; podemos correlacionar esto directamente con esa noción de “revolución” que sugiere estrictamente el nacimiento de un “nuevo origen”, un nuevo orden, una nueva realidad política y social nunca antes preexistente.
A modo de conclusión; con el presente ensayo, se intentó dilucidar el comportamiento e influencia de un planteamiento que ha sido componente y factor relevante ante los ojos del mundo en los últimos siglos, nos referimos al flagelo de la pobreza, lo que en terminología arendtiana llamaríamos la “cuestión social” y cómo esta de una u otra manera ha influenciado y promovido al fenómeno revolucionario en su estructura medular y como objetivo primordial. De este modo quedó demostrado que si bien los procesos revolucionarios que se han dado en la historia han tenido algunos objetivos diversos, no se han alejado de la esencia y génesis revolucionaria más o menos común que siempre termina apuntalando hacia la emancipación. La “cuestión social” ha significado un valor de trascendencia política relevante; ya que al fin y al cabo vendrá a representar una problemática social que históricamente ha desencadenado insatisfacciones populares, miseria abyecta, subestimaciones y humillaciones múltiples hacia sus afectados; que con el curso del tiempo fueron organizándose, expandiéndose, sumándose y haciéndose mayoría, y con la utilización del instrumento de la revolución; buscarían poner fin a tal situación. Si bien no toda revolución tiene que responder a la resolución de la “cuestión social” propiamente dicha; muchísimas han sido las ejemplificaciones que promoverían tal fin. Han existido revoluciones con fines políticos, económicos, sociales y hasta culturales. Pero de algo si debemos estar conscientes; es que la pobreza fue uno de los patrones motivadores históricos más contundentes y de mayor influencia promotor del fenómeno revolucionario.
Para entender la significación de este fenómeno; me permití citar un fragmento del texto “Sobre la Revolución” de H. Arendt que en opinión particular refleja muy bien lo que se trastocó en el trabajo, y resume y atomiza armoniosamente la idea medular sobre la que giró y fue el hilo conductor de la explicación de este ensayo:
“La vida humana ha conocido la pobreza desde tiempos inmemoriales, todavía hoy la humanidad continua trabajando bajo este azote en todos los países que no pertenecen al hemisferio occidental. Ninguna revolución ha resuelto nunca la - cuestión social- ni ha liberado al hombre de las exigencias de la necesidad, pero todas ellas a excepción de la Húngara de 1956, han seguido el ejemplo de la Revolución Francesa y han usado y abusado de las potentes fuerzas de la miseria y la indigencia en la lucha contra la tiranía y la opresión.” (Pág. 148).
BIBLIOGRAFIA
- Arendt, H. (1963). “Sobre la Revolución”. Ciencia Política Alianza Editorial. Madrid, España.
- Roiz, J. (2002). “La Teoría Política de Hannah Arendt [1906-1975]”. Edición: Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS). Barcelona, España.
- Birulés, F. (2000). “Hannah Arendt: El Orgullo de Pensar”. Ediciones Gedisa. Barcelona, España.
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