Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Estudios Políticos y Administrativos
Seminario: La Contemporaneidad del Pensamiento Político
de Hannah Arendt
Br.
Francelina Da Costa.
Sobre la revolución. Capítulo III.
En La
búsqueda de la felicidad; Arendt comienza tratando puntos ya señalados en
los capítulos anteriores, respecto a la necesidad y como a partir de esta se
pasa a la violencia, o se hace uso de este medio en nombre de esa necesidad
existente. La necesidad y la violencia, señala, han ido de la mano en las
revoluciones, en “las revoluciones victoriosas del siglo XX”[1], por lo que se ha
transformado en características básicas al hablar de revolución. Asi comienza
este capítulo y según deja ver, la necesidad, esa que ata al hombre, es la que
hace que este actúe para buscar su libertad, y la manera que descubren de
hacerlo es mediante la violencia. Siendo así, ¿Puede decirse que lo que ha
hecho posible el éxito de las revoluciones es la participación de esos hombres
que se encuentran bajo el yugo de la necesidad o es que sólo un grupo de
hombres determinados, los ilustrados según se deja ver varias veces en este
capítulo, son lo que han hecho que las revoluciones alcancen su éxito? Más
adelante, quizás Hannah Arendt responde a esta pregunta bajo el argumento de
que, “Ninguna revolución ha sido nunca iniciada por las masas…”[2] Y agrego el quizás, porque
en esta cita habla del inicio de las revoluciones, más no deja claro al
comienzo si luego, han sido las masas las que han hecho que estas triunfen.
A lo largo del capítulo menciona a los
ilustrados y en un párrafo señala que el estallido y éxito de la revolución
sólo es posible cuando existen hombres preparados y dispuestos a asumir el
poder, y con miras a un objetivo en común. Lo que hace que la pregunta
planteada arriba se incline a un: sólo es posible que las revoluciones triunfen
si están guiadas por un grupo de hombres determinados, a lo que habría que
agregar, que estos deben procurar cumplir con lo que esos necesitados
requieren, al menos aparentemente, para así, contar con su apoyo.
Otra interrogante que surge al comenzar la
lectura es, ¿Qué es mejor para un país, que haya atravesado por una revolución
o todo lo contrario? La autora habla por la experiencia histórica y plantea que
en aquellos países sin revolución en su historia, la libertad se caracteriza
por estar mejor preservada, así como mayores libertades políticas donde las
revoluciones han fracasado.
Aquí se continúa la diferenciación de las dos
principales revoluciones que han tenido lugar en la historia, la americana por
un lado hablaba de felicidad pública, mientras
que en Francia se hacía mención de libertad
pública. Para los primeros, la libertad publica trata de la participación
en los asuntos públicos y de la ejecución de actividades que tuviesen relación
con dicha participación.
Es importante señalar que la autora hace
hincapié en el momento en que el término Democracia
(gobierno y papel del pueblo) apareció en la escena política en contraposición
al vocablo República (instituciones
objetivas), siendo 1974 cuando se emplea la palabra Democracia por primera vez
en el país de Europa.
Resulta valiosa la diferenciación entre intelectuales y los hombres de letras, estos últimos se apartaron de la sociedad
para hacer su carrera, cultivando su espíritu en un retiro elegido por ellos,
con la finalidad de contemplar la esfera social y política de la vida. En el
siglo XVIII es cuando estos hacen acto de presencia de forma activa a través de
rebeliones en contra de la sociedad y de los prejuicios que en ella están
presentes. Por otro lado los intelectuales siempre fueron parte de la sociedad
y a ella deben su ser. Tanto intelectuales como hombres de letras desempeñan un
papel importante en la sociedad y las revoluciones que han tenido lugar, puesto
que sólo es posible expresar las ideas
si se es libre, y la fundación de la libertad ha sido la idea fundamental de
estas, esto, dice Arendt es, “… la fundación de un cuerpo político que
garantice la existencia de un espacio donde pueda manifestarse la libertad.”[3]
A partir del empleo del término felicidad
pública, como finalidad principal de la revolución, es que se observa cómo el
uso de la palabra felicidad en relación con la necesidad de la fundación de un
poder público, advertía como anteriormente
a esto ya se manejaba un concepto de felicidad pública que no podía
limitarse al ámbito privado de la vida, sino que debía ir más allá. De lo que
se desprende la cuestión señalada por Arendt, “Bajo el impacto de la
revolución, la pregunta era: ¿Cuál es el fin de la revolución y del gobierno
revolucionario?..”[4]
De esto se deriva el debate entre la esfera pública y privada de la vida y a
qué esfera se hacía mención cuando se hablaba de felicidad pública, y hasta qué punto el gobierno se haría cargo de
que esta se hiciera realidad. Luego de esto, ya cerca del final de este
capítulo, la autora señala que es con las revoluciones que se abre paso al
establecimiento de gobiernos republicanos y que con ello se comienza el debate
sobre en qué esfera de la vida debe ubicarse tal felicidad.
Bibliografía
Arendt,
H. (2006). Sobre la revolución. Madrid: Alianza.
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