martes, 10 de septiembre de 2013

Jennifer Mujica, Cap V

Nuevo Orden Secular

         Arendt, inicia este capítulo planteando una distinción entre poder, autoridad y poder y violencia, esbozando con las dos revoluciones que durante este ensayo se ha dedicado a exponer como lo son la Revolución Francesa y la Revolución, planteando que el único dogma de ambas revoluciones es la convicción de que la fuente del poder político legitimo reside en el pueblo, sin embargo plantea que los hombres de la Revolución Francesa al no saber distinguir entre la violencia y poder, abrieron la esfera política a esta fuerza natural y pre política de la multitud que fue derrumbada por ellos mismos y en la Revolución Americana entendieron por poder lo opuesto a la violencia natural pre política, para ellos el poder surgía donde y cuando los hombres actuaban de común acuerdo mediante pactos mutuos, es un poder basado en la reciprocidad; en conclusión, es el mismo concepto de “poder” diferenciado por el origen en el cual entendieron cada uno al mismo.
         Posteriormente la autora, hace una especie de seguimiento a las “leyes” desde sus orígenes Griegos y Romanos, y como la misma ha evolucionado en referencia a el surgimiento y caída del poder absoluto, el cual fue desplazado por la soberanía de la nación; y como con el despliegue político hacia el nuevo mundo de cierta manera en la Revolución Americana se dependió de la estructura conceptual e intelectual de la tradición europea, es así como en la segunda parte del capítulo Arendt, busca la relación que existe entre los antiguos, Grecia y Roma y la fundación de la república norteamericana, que se basa en la Interrelación que se da entre Fundación, Aumento y Conservación, donde la fundación de la república no se ve nunca detenida, y es trabajo de los sucesores continuar ampliando las bases de la república, en la revolución americana las bases de la república están en la revolución, por esto la autoridad reside en la corte suprema, la única capaz de modificar la constitución, según Wilson un autor citado por Arendt, es como una asamblea constituyente en sesión permanente.
En la revolución americana, los padres fundadores, se colocaron ellos este sobrenombre, emulando a los padres de la república romana, puesto que ellos sabían que su función era solo el inicio de la república, pero que sus sucesores tenían las funciones de conservar y aumentar el tamaño de la república, bien sea con reformas o leyes nuevas.

Los revolucionarios estaban inspirados en dos relatos principalmente, en el de la huida de Egipto, donde los hebreos dirigidos por Moisés escapan de Egipto, y la Eneida, donde Virgilio nos relata como Eneas, escapa de la aniquilación de Troya y tras muchas penurias desembarca en la península itálica. Estos relatos tienen  como base común, que son historias de liberación, donde un hombre es el encargado de dirigir el proceso y al final se erige una ciudad como representación de un nuevo orden o de un orden restaurado.


Se puede entender que luego de la violencia es que los hombres pueden lograr la paz, como si la violencia siempre fuese necesaria para el hombre, pero Arendt contradice esto, puesto que los romanos preferían tener como origen a Eneas y su acuerdo con los nativos para la formación de roma, que a Rómulo que mato a remo para fundar la ciudad, lo que quiere decir que las causas nobles, los acuerdos, la paz siempre inspirara a los hombres más que la violencia o el someter a el otro.

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