lunes, 9 de septiembre de 2013

GENARO LOBO: Capítulo VI - “Sobre la Revolución” – Hannah Arendt. (Resumen #6)


·         Capítulo VI: La tradición revolucionaria y su tesoro perdido

El último capítulo de la obra arendtiana sugiere un análisis un poco más específico y delimitado en cuanto a latitud geográfica se refiere; ya que la autora se enfocará en dilucidarnos con una explicación argumentada la línea de tradición revolucionaria que en Norteamérica (Estados Unidos) se iría dando en la justa medida que los acontecimientos en pleno desarrollo se forjaban. Se intenta también brindar una explicación acerca del comportamiento revolucionario que dicha tradición misma (con sus protocolos y estructuras predeterminadas) traería consigo; recordando al ideal primigenio planteado por aquella Revolución; la instauración de la libertad en su máxima expresión en conjunto aún incipiente sistema político republicano con instituciones y fundamentos particulares. Desde la óptica y perspectiva europea no se le brindó una importancia considerable al proceso revolucionario norteamericano; el hecho de haberse fecundado la libertad producto de una revolución le resta importancia en el panorama internacional a Estados Unidos como unidad política republicana y a su constitución como tal; solapando el curso ideal y prestigio en cuanto a su política exterior. Se genera un proceso de segregación entre los conformantes en su seno de aquella sociedad civil en cuanto a sus libertades de asociación y libertades políticas, ya que esta última vendrá representada por el nivel con el que los ciudadanos participen en materia gubernamental; es decir en él propiamente, cuando nos referimos expresamente a la libertad política; vendrá determinada por este hecho (nivel de participación en el gobierno).

En términos tradicionalistas; fungen ciertas caracterizaciones del ciudadano estadounidense en relación al concebir pretérito de su acción y su identidad misma ya que siempre se ha concebido como esa organización que solo una vez abolida esa colonización inglesa; pudo aventurarse a la creación de todo aquel proceso que terminaría con la instauración de ese sistema republicano que conocemos. Una acotación muy clara a la que Arendt nos hace referencia es al carácter “Público” de esa Revolución; ya que este habría quedado sucumbido en el mismo momento en que la República norteamericana surgiese; no obstante se puede derivar de ello el hecho de no poder incluir a la misma Revolución Americana dentro del factor que permitiera la identificación de sus tradiciones con respecto a sus homólogos nacionales alrededor de todo el Mundo; esta Revolución no pudo irradiar esa pretensión universal de validez identificativa para con el plano internacional.

  Si bien consecuencialmente de la Revolución misma derivaron una serie de libertades ciudadanas y sociales, propicias y vulnerables al goce y satisfacción de aquella ciudadanía que ahora poseía un bienestar propio. No hay que obviar un principio que le da sustento al proceso, y fenómeno revolucionario como tal, es el hecho del “Acto constitutivo” o bien conocido también como “Acto de constitución” en donde se englobaran todos los protocolos estructurales políticos, económicos y sociales en cuanto a organización y bases constitutivas de los espectros antes mencionados.

La autora distingue entre varias concepciones que se ameritan comprender para no perder sentido alguno de su hilo conductor teorético, pues bien distingue entre la “Democracia”, aquella que en un tiempo atrás fue entendida como forma de gobierno; en claro contraste con la acepción más moderna que sugiere la libertad individual y ciudadana para  el ejercicio de la elección, correlacionándose con otro de los términos de Arendt: “Opinión Pública” ya que la democracia misma es entendida o incluso vista como una expresión absoluta y certera de los ciudadanos ante dicha opinión; donde exista ese carácter subyacente coaligado a ella de libertad de la expresión. Sin embargo el absoluto direccionar del pensamiento fracciona y coloca en segundo plano a opiniones diversas. Por su lado se trastocan las diferenciaciones existentes entre el interés y la opinión; pues se le atribuye al interés un carácter representativo de lo colectivo propiamente, es un elemento político que colabora en el accionar y desarrollo político como tal, por su parte la opinión es un elemento más particular e individual; pero imbricado a procesos que conforman a lo colectivo.

Se dice por medo de la autora que hubo una frustración en cuanto al pensar revolucionario y sus lineamientos y postulados una vez sucedido el proceso de la revolución como tal, pues bien;  la disyuntiva estuvo en el concebir ahora al hecho revolucionario, ya que no se le otorgaría dicha continuidad indispensable a esos elementos que permitirían una estabilidad plena.  Arendt le otorga especial atención al papel profesional dentro de la revolución; es decir a aquellos que por medios profesionales la desarrollan y llevan a cabo; donde acudiendo a la ejemplificación rusa en cuanto a su revolución dada; derroca fehacientemente ese rol profesional en los procesos cargados de sujeta franqueza y naturalidad que se vieron representados en los movimientos de las masas suscitados, siempre dentro de las filas revolucionarias (siguiendo el ejemplo tomado) se distinguirían riñas en cuanto a la consecución del poder, partidos y sindicatos (espacios que en ese momento no fomentaban la representación política, sino ejemplificaban lucha y el accionar vehemente) fueron entendidos como empresas para la libertad. No obstante su verdadera objetivación fue la que pudo otorgarles a los asiduos armas para la concreción de aquella tan anhelada libertad.

 Utilizando la frase coloquial “Desde que el Mundo es Mundo” se puede proyectar una explicación en cuanto a la injusta redistribución equitativa histórica que siempre ha existido ya sea refiriéndonos al espectro social o el mismo económico, sin excluir al político también. El curso de la humanidad siempre ha estado determinado por la atomización del poder en manos de unos pocos; sustentando y afianzando cada vez más eso que conocemos como élites (políticas, económicas, etc.) que a diestras y siniestras procurarán el bienestar solo de su cúpula relegando a aquellas mayorías que están condenadas a esa subordinación injusta producto de su acontecer histórico, muchas veces profesando una libertad en sensación no más, ya que la realidad misma es la encargada de hacer caer en cuenta lo cierto de esta clase excluida y desdeñada. La libertad es un mero concepto de aquellos a los que le encontraremos una explicación dependiendo desde la óptica y perspectiva desde la cual se observe. La realidad  de curso y trayectoria de este Mundo siempre ha estado y estará en manos de esa minoría pudiente instituida en la esfera social que aspira a la equidad y ecuanimidad en algún momento.



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