miércoles, 4 de septiembre de 2013

Carmelo Zambrano Capitulo V

Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Escuela de Estudios Políticos y Administrativos
Prof. Edgar Pérez. Alumno: Zambrano M. Carmelo Enrique
Seminario: La Contemporaneidad del Pensamiento Político de Hannah Arendt.

HANNAH ARENDT
“LA CONDICIÓN HUMANA”

Capítulo V
“Acción”

En este capítulo Hannan Arendt nos habla de que la pluralidad humana tiene carácter de igualdad y distinción. Pero éste ser distinto no es lo mismo que la alteridad. “La pluralidad humana es la paradójica pluralidad de los seres únicos”. Harendt dice que una vida sin acción y sin discurso no es una vida humana, porque la acción es como un segundo nacimiento por el cual el hombre se inserta en el mundo por medio del discurso y la acción. Arendt dice que lo nuevo siempre tiene forma de milagro y esto se relaciona con el hecho de que cada hombre es único y con cada nacimiento algo singularmente nuevo es introducido al mundo. “Si la acción como comienzo corresponde al hecho de  nacer, si es la realización de la condición humana de la natalidad, entonces el discurso corresponde al hecho de la distinción y es la realización de la condición humana de la pluralidad, es decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales”. Pero la acción requiere del discurso y, además, requiere que el agente se revele en el acto para que la acción conserve su carácter. Por ello la acción debe tener un nombre, “un quién”.
Él quien es alguien y el que es alguien, son cosas distintas y no deben confundirse. Entonces lo importante de la acción es su carácter revelador, sin el cual el discurso perdería toda pertenencia humana. Porque los hombres se revelan incluso cuando persiguen objetivos materiales. Para Arendt, la historia como narración es resultado de la acción. En este sentido Arendt va a criticar a Platón por decir que éste desprecia la acción humana. Arguye que el dios platónico es precursor de la mano invisible de David Smith. Arendt dice que esta “mano invisible” no es otra cosa que la perplejidad de la mente.
Por lo tanto a la historia no la hace nadie, el único “alguien” que ella revela es su héroe. Cabe señalar que el héroe no requiere cualidades heroicas en la antigüedad, su valor está en la voluntad de actuar y hablar. “Aunque las historias son los resultados inevitables de la acción, no es el actor, sino el narrador quien capta y hace la historia”.
La acción y el discurso no se pueden dar en aislamiento, ya que requiere la presencia de otros. Puede ocurrir que hombres fuertes no puedan lograr la co-acción de sus semejantes. “Las limitaciones de la ley nunca son por entero salvaguardas confiables contra la acción dentro del cuerpo político, de la misma manera que las fronteras territoriales no lo son contra la acción procedentes de fuera”.
Eudaimón significa algo como bienestar del daimón que acompaña a cada hombre a lo largo de su vida. Es su distinta identidad que solo es visible a los otros. Para los griegos el jurista era simplemente como un artesano. Por ello que la legislación se podía encargar a hombres que no eran ciudadanos de la polis. La polis aseguraba que los hechos y palabras fuesen imperecederos. La esfera pública surge del hecho de compartir actos y palabras. Por eso la acción es la única actividad que constituye al mundo común. La polis no es una situación física sino la organización de la gente tal como surge de actuar y hablar juntos. Es el espacio de aparición de los hombres. Pero este espacio no siempre existe.
El espacio de aparición precede a la constitución de la esfera pública. El poder preserva a la esfera pública. El poder no puede almacenarse. El poder solo es realidad donde palabra y acto no se han separado. El poder es un poder potencial. El poder es independiente de los factores materiales. El único factor material indispensable es el vivir unido del pueblo. Por eso, quien se aísla queda  impotente. El poder es ilimitado, aunque su única condición limitante es la existencia de otras personas. La fuerza, por el contrario, es indivisible. La fuerza y la violencia pueden destruir al poder, pero no pueden ser su sustituto. Para Montesquieu la tiranía está basada en el aislamiento. La tiranía, menciona Arendt, es por ello mismo impotente. Paradójicamente, la tiranía genera los gérmenes de su propia destrucción. La violencia puede destruir al poder más fácilmente que la fuerza. Pero la fuerza hace frente a la violencia con mayor facilidad que al poder. A la fuerza silo la puede destruir el poder. Pero éste poder corrompe cuando los débiles se congregan para destruir a los fuertes. Esto es lo que se podría considerar como oclocracia.
El homo faber y el animal laborans manifiestan la ociosidad de la acción y el discurso. Pero Arendt considera que la alienación es la atrofia, justamente, del espacio de aparición y el debilitamiento del sentido común producto de la falta de acción y discurso.
Por último el animal laborans puede redimirse en un homo faber la construcción de utensilios para aliviar el dolor del laborar y erigir un mundo duradero. A su vez, la redención del homo faber se puede dar mediante la acción y el discurso. El remedio contra la irreversibilidad es la facultad de perdonar. Y el remedio contra la imposibilidad de predecir es mantener las promesas. Sin la capacidad de perdonar nuestra capacidad de actuar que daría confinada a un solo acto. Y sin estar obligados a cumplir con las promesas no podríamos mantener nuestras identidades. Ambas facultades dependen de la pluralidad de presencia y actuación de los otros. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario