lunes, 9 de septiembre de 2013

Darío Márquez: Cap. IV "La Condición Humana"



Hannah Arendt: “La Condición Humana”
(Cap. IV)


El artificio humano creado con el trabajo de la mano humana, principalmente fabrica objetos para darles un uso, estos poseen un carácter de durabilidad. A pesar de que las cosas s e usan y no se consumen, se agotan, es decir, este carácter del artificio humano no es absoluto.
Arendt explica que el uso agota el carácter duradero de las cosas, cuyo objetivo es el de resistir y perdurar mientras el humano satisface sus necesidades, para ella las cosas tienen la función de estabilizar la vida humana.
Esta especie de objetividad del mundo, creada a partir de lo que ofrece la naturaleza, se erige frente a la subjetividad del hombre. El uso y el consumo, aunque no son lo mismo, tienen importantes coincidencias. El uso contiene un elemento del consumo siempre que la relación o contacto con el objeto sea próximo, tomando en cuenta que el objeto tiene una durabilidad que es independiente al hombre (mientras más se use el objeto, más se desgasta, y si no se usa no se desgasta).
El homo faber, al fabricar realiza un proceso de extracción de material de la tierra, para modificarlo mediante el uso de la fuerza, lo que de alguna manera u otra destruye a la naturaleza, la autora denominara esto como reificación, explicando que este homo faber, se comparta como amo y señor de la tierra.
La solidez de las cosas, incluso de las frágiles, procede del material trabajado producto de una “violenta fuerza”. La fabricación tiene un comienzo definido y un fin definido que es predictible, esto la diferencia de las otras actividades humanas.
Para la fabricación el homo faber se guía de un modelo, éste está presente antes y después de la creación del producto (es una imagen), lo que permite que este se pueda multiplicar o tenga un potencial para la multiplicación.
Dicho potencial para la multiplicación es distinto a la repetición, que está presente en la labor, y se da por razones externas al proceso de fabricación. Ejemplo de ello, producir varios objetos por la necesidad de ganar dinero.
A diferencia del trabaja, la labor no tiene un principio, ni fin (ya que es cíclica), la acción a pesar de tener un principio definido, no posee un fin predictible. Es por eso que surge una confianza en el trabajo, dada por el proceso de fabricación. Este proceso es reversible, en el sentido de que ningún objeto apremia tanto como para no sobrevivir sin él o simplemente destruirlo.
Es por eso que el homo faber con su modelo del producto final, es libre de producir y cuando ya realiza el producto es libre también de destruirlo.
Instrumentalizad.
Animal Laborans
El homo faber confiando en la utilización de sus manos diseña y crea instrumentos para erigir un mundo de cosas, mientras que el animal laborans utiliza estos instrumentos para aligerar su labor.
Precisamente por esto es que el animal laborans fácilmente puede mecanizar el proceso de la labor. Con la Revolución Industrial, el reemplazo de los útiles manuales por las maquinas, se ha incurrido en suplantar la fuerza de la labor humana por la superior fuerza de las maquinas.
Arendt dirá que esto se ha convertido en una condición de la existencia humana inalienable, debido a que el hombre “se ajusto” a un medio ambiente de maquinas, cuyo ritmo de trabajo exige que se adapten al mismo.
El hombre ahora parece servir a la maquina, donde el proceso mecánico ha reemplazado el ritmo del cuerpo humano, gracias a la evolución tecnológica, y la automatización, revolucionando así el concepto de fabricación, que ya no se ve como una serie de pasos separados, si no que se ha convertido en un “continuo proceso”.
Tal es el ajuste que ha realizado el hombre, que la autora dirá que este mundo de maquinas pierde su carácter independiente al mundo de los hombre, hasta el punto que la tecnología pareciera ocupar un lugar biológico en la humanidad, a una extensión de ésta, una especie de caparazón.
Homo faber
Los útiles del homo faber (instrumentalidad) determinan todo el trabajo y la fabricación: el fin justifica los medios, produciéndolos y organizándolos. Dado el producto final se diseñan útiles, se deciden los especialistas, la medida de cooperación, los ayudantes, etc. Durante el trabajo todo se juzga en términos de conveniencia y utilidad para el fin deseado.
Pero en un mundo estrictamente utilitario, dice Arendt, en la relación medio-fines, estos últimos tienen una breve duración, ya que el objeto final, se convierte en medio, siempre que se use.
Dentro del utilitarismo, la filosofía del homo faber se ve como la innata incapacidad para comprender la diferencia entre utilidad (un objeto con el fin de) y su significado (un objeto en beneficio de).
El tema aquí es la generalización, en la que se establece la utilidad como modelo para la vida, y mundo para los hombres, lo que degenera en una ilimitada instrumentalización de todo lo que existe (viendo el mundo como medios para lograr un fin). Cosa que para los griegos era una devaluación del mundo y la naturaleza.
El mercado de cambio.
A diferencia del animal laborans, cuya vida social carece de mundo, el homo faber puede tener una esfera pública (aunque no sea política en si) llamada el mercado de cambio, donde puede mostrar el producto de sus manos y recibir una estima por él.
Esto es, la sociedad comercial (primera etapas de la Época Moderna o comienzos del capitalismo) cuya principal actividad pública es el cambio de productos. El homo faber aparece aquí como mercader y comerciante, quien establece el mercado de cambio.
Aquí todo puede cambiarse por otra cosa, a especie de trueque, sean productos de la labor (bienes de consumo) o productos del trabajo (objetos de uso), las cosas se convierten en “valores”.
Este valor, es dado por la esfera pública exclusivamente, quien convertirá los objetos en artículos de primera necesidad, donde son estimados, solicitados o despreciados.
La autora hará un apartado para las obras de arte, ya que estas no poseen utilidad alguna, y más aún debidos a que son únicos, no son intercambiables, al entrar en el mercado de cambio su precio, se determina arbitrariamente.
Estás obras de arte poseen un carácter de inmortalidad, en el sentido de como no se usan es más factible que trasciendan en el tiempo. Al referirse al proceso de su creación la reificación es una transfiguración debido a que, las obras de arte son cosas del pensamiento, aunque no por ello dejan de ser cosas.

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