Éste resumen lo comenzaré resaltando la pluralidad humana, tal como lo hace Hannah Arendt en el capítulo V. Misma a la cual define, como una condición fundamental y básica de acción y claramente del discurso.
Ahora bien, Arendt plantea que la pluralidad debe ser semejante a la realidad de los hombres, y debe entonces ser basada en igualdades y en las desigualdades. Este argumento, es sostenido bajo el hecho de que los hombres deben ser iguales para la obtención de su entendimiento y relación; así mismo deben también ser diferentes abriendo paso a que hagan uso de la acción y del discurso para poder entenderse.
En este sentido Arendt señala, un nuevo concepto para complementar el hecho de la pluralidad. Adentrándose en la alteridad, característica que en el hombre se observa reflejada entre la alteridad con todo lo que es y la distinción que él mantiene con todo lo vivo, convirtiendo esto en una sola cosa o en una unión.
Todo esto es utilizado por Arendt para continuar con la explicación de la relación del hombre y el actuar. Para la autora el hombre debe tener la capacidad de actuar, de accionar para argumentar su vida. Es para Arendt, una vida que ha dejado de ser vista ante los ojos del mundo como humana, por tanto ya no es algo que viven los hombres.
Sosteniendo dicho planteamiento, la autora nos hace observar que es entonces la acción, los hechos, el discurso, la palabra, lo que integra al hombre mismo en el mundo de los humanos. Aclarando que, ésta inserción de la que nos habla Arendt, no es realizada porque el hombre tenga esto como necesidad, sino que viene dada por la propia iniciativa del ser, del hombre que se encuentra en respuesta de un nuevo comienzo.
He aquí la oportunidad para la autora, de utilizar a San Agustín y su idea acerca del planteamiento del comienzo. El cual se argumentaba en que para la generación de un comienzo se creó al hombre y por tanto antes del mismo no había existencia de nadie, complementando Arendt con el hecho de que entonces,
no se estaba generando el comienzo de un algo de una cosa, sino de alguien y era dado, llevado y guiado por él.
De la misma manera, la autora se permite plasmar que dado el hecho anteriormente señalado, el principio de la libertad se encuentra justamente en la creación del hombre y que es por tanto, lo nuevo un sinónimo de un milagro. Esto es propulsor de que la aparición de lo nuevo, siempre se oponga a las leyes de las probabilidades y al hecho de los estudios estadísticos.
Hannah Arendt sostiene que para que lo nuevo sea oposición de las probabilidades, éste debe ser poseedor de la capacidad de accionar y esto es lo que abre paso a la generación de lo inesperado. Esto a su vez es argumento para la autora de que cada hombre al poseer la capacidad de accionar y generar lo inesperado es por su parte propiamente único, resaltando que viene dado por la razón de que cada nacimiento hace que algo nuevo se adentre en el mundo.
En este orden de ideas plasma que si el accionar se relaciona con el hecho del nacimiento, el discurso debe relacionarse por tanto al hecho de la distinción siendo el generador de una vida de seres distintos y únicos a su vez entre iguales. Sin embargo, para que esto pueda darse debe existir el conocimiento o la posibilidad del conocimiento de quién es alguien, lo que se encuentra relacionado e implícito en las palabras y en el actuar.
Por otra parte Arendt nos resalta que sin la relación o acompañamiento de las palabras a los actos, estos perderían el carácter revelador y/o capacidad reveladora y a su vez también el sujeto. Es decir, toda acción debe ir de la mano del discurso, que es el que anuncia y relata lo que se está realizando o se va a realizar. Siendo entonces este proceso, el que permite a los hombres mostrar quiénes son.
Al ser el discurso y la acción los que revelan la identidad única del hombre, son también los que hacen su aparición en el mundo humano y pasa el a ser el carácter revelador de estos elementos, a ser lo primordial cuando las personas se
encuentran junto a otras. Manteniendo en claro, que la acción necesita de la gloria y ella es otorgada en la esfera pública.
Luego de esto, nos aclara Arendt que sin la revelación de lo hecho, ésta acción pasa a ser simplemente otra forma de realización. Es por ello, que habla de que sólo al estar las personas en pro o en contra de un mismo fin el discurso se hace no revelador y genera que sólo de la visualización de los actos, se desarrolle el descubrimiento. De la misma forma explica, que toda acción debe poseer un nombre. Todas las acciones deben estar relacionadas y unidas a alguien para que ésta tenga significado.
Hannah Arendt presenta en el capítulo su preocupación, por el momento en el cual las personas nos enfrentamos al hecho de la definición de quién es alguien. Expresando que el vocabulario, lleva a las personas a la definición no del alguien, sino de las cualidades del alguien. Es decir, el hombre no define quién es alguien, sino qué es alguien.
Esta situación es vista como un enredo que describe las cualidades que posee una persona, y que por ello se genera esa llamada imposibilidad filosófica de la definición y conceptualización del hombre en sí. Pero la inseguridad que existe de las personas con los asuntos políticos y de relación con él mismo, son generadores de frustración y el carácter revelador es el que se encuentra en juego, pudiendo hacer que la acción y el discurso pierdan su pertinencia humana.
Recordemos pues, que la acción se genera en la esfera de los asuntos humanos, y que es por esto que se pueden dar la creación de historias, con o sin intención de una forma tan verdadera como cuando se fabrica alguna cosa. Dichas historias, pueden hacerse de forma escrita o en obras, monumentos o esculturas y las mismas pueden ser contadas una y otra vez constantemente, sin embargo Arendt plantea que ningún ser tiene la facultad de ser autor y a su vez productor de su propia historia de vida.
La autora señala que los resultados de los actos y de las palabras que va a revelar el agente no lo hace productor o autor. Por ello hace importante el
elemento del aislamiento, y nos dice que es una limitación para la facultad del accionar y al no ser presenciada por otros no existe la posibilidad de la formación de una historia. Arendt es bajo esta idea, partidaria de que es una mentira que los hombres sean poseedores de alguna fuerza mayor por el hecho de estar aislados.
Basándose en la exposición anterior, hace referencia a que el aislamiento no es positivo para el hombre. Pues, es de la acción de los hombres que se llevan a cabo los procesos y esos generan otros, es decir, se abre paso a la acción y la reacción. Plasma que dado todos los seres tienen la capacidad de actuar, la reacción será una respuesta pero también será un nuevo comienzo a su vez.
Es así, como a la acción y la reacción se alejará del movimiento dentro de un círculo cerrado, es decir, que estos elementos son partidarios de la ilimitación de la acción política claramente. Esto trae consigo, el hecho de la fragilidad de las instituciones y leyes surgirán de la condición humana de la natalidad.
La ilimitación de las acciones, es sinónimo de la gran facultad de relacionarse, de la capacidad de productividad. En la antigüedad nos plantea Arendt, era una virtud actuar dentro de los límites. Sin embargo, nos dice que existen distintas limitaciones que están en oposición a la ilimitación de la acción, que no tienen la capacidad de compensar el hecho de la predicción.
De regreso al tema de la historia. En el texto hace relevancia a que aunque, las historias son resultados de los actos, será el narrador el que realmente observará y captará la acción para construir y hacer la historia. Es acá en donde Arendt comienza a hablarnos de la esencia humana. Conceptualizándola como aquella que nace realmente, cuando la vida se va.
Es por esta razón que la autora afirma, que entonces aquel que desee hacerse historia, es decir, esencial e inmortal por su accionar debe elegir entre la vida o la muerte. Señala que antiguamente los griegos, antes de que los hombres dieran inicio a su accionar, aseguraron un espacio que era la esfera de desarrollo de la polis (esfera pública) y una estructura que venía siendo la ley.
Esto dice Hannah, hizo que en la antigua Grecia en la polis, se buscara la elevación de las oportunidades de los hombres. Permitiendo que los individuos se distinguieran y pudieran brillar para la multiplicación de las ocasiones para ganar y obtener fama, razón para la obtención de la inmortalidad, creando un gran desarrollo de Atenas. Sin embargo, no era esto todo lo que debía realizarse.
Hannah Arendt continúa hablándonos, sobre la importancia de la función del ofrecimiento que debía realizarse para la futilidad de los actos, y del discurso claramente. Esto se daba explica Arendt, porque las posibilidades de obtener la fama era muy pequeña.
En éste capítulo se debe concluir expresando que la autora es partidaria del hecho del accionar conjunto. Ella misma en el texto, señala esto como parte de la esfera política, que surge de la actuación en conjunto y que se basa como todo lo que respecta al hombre, en el proceso de compartir palabras y actos. Esto es favorable pues es así, como la acción, el actuar, no sólo va a mantener una relación con la parte pública del mundo común, sino que será entonces la única de las actividades que va a constituirla.
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