Introducción
La actualidad está marcada por un espíritu cosmopolita que ha cruzado
transversalmente la realidad de los pueblos y las naciones. Esto ha hecho que
las realidades se vuelvan cada vez más interdependiente. Nuestro mundo podría
verse entonces como una gran telaraña con ciertos puntos nodales que son clave.
Tomando en cuenta esta ineludible realidad, ver a los pueblos y, sobre todo, a
las civilizaciones como bloques homogéneos, uniformes y coherentes es sin duda
una representación corta de mira. La
actualidad no puede ser más diversas y, para ser sinceros, aun en la antigüedad
donde las tecnologías de la información no eran tan envolventes como las
actuales, la realidad o los escenarios eran igual de diversos. Imperios como el
romano, El Persa, El Mugal, El Azteca, El Inca han sido claro ejemplo de
grandes porciones de territorio y gente, con diversas creencias y culturas,
conviviendo unas con otras.
El presente ensayo tiene como premisa disertar un poco
sobre la concepción del multiculturalismo o la integración del otro en los
espacios públicos; combinando a su vez el pensamiento de Hannah Arendt con las
concepciones del Multiculturalismo, tópico inherente a las Teorías de las
Relaciones Internacionales, con un contraste de la realidad actual del sistema
internacional. Se hace necesario entonces asumir algunos conceptos para
comprender a cabalidad lo que el autor tratara de expresar.
¿Qué Entenderemos
por Multiculturalismo?
El
multiculturalismo es un término que tiene diferentes acepciones, cada una más
controversial que su antecesora, cuyo origen se sitúa sin duda en el mundo
anglosajón. Este término en su sentido más representativo nos habla de la
convivencia de diferentes culturas en un espacio o entidad político territorial.
Pero esta no es la única forma de definirlo, pues este término es polisémico y
entre sus significados hace referencia a una filosofía de vida que busca la
integración del otro, pero sin difuminar al anexado, o a una política pública que busca incorporar a todos los sectores de la
sociedad para incrementar el acervo cultural y a la vez promover los valores
universalista que han caracterizado a occidente desde la era de las
revoluciones.
Por su parte el multiculturalismo, a pesar de las
buenas intenciones tras él, han generado en nuestro mundo interdependiente y
globalizado una curiosa reacción, que nos recuerda que los principios de la
física son ineludibles, iguales y opuestos que ha acentuado a su vez las
identidades y nacionalismos de las entidades políticas territoriales donde
estas culturas conviven. Esto per se no
es producto de la propuesta teórica, sino de una errada ejecución de estas propuestas. Pero ese tópico no es de interés, por ahora,
para este escrito. Basta con saber que el multiculturalismo como propuesta y práctica,
como muchas cosas de la realidad, difieren considerablemente.
Comprendido, a grandes rasgos, los que es el multiculturalismo
solo nos queda dar cuenta de cuál será la acepción a la cual nos apegaremos.
Por multiculturalismo entenderemos la definición hecha por Alan Touraine en su
artículo Las Condiciones de la comunicación Intercultural en el cual nos dice
“… El multiculturalismo tiene sentido si se define como la combinación de una
unidad social y una pluralidad cultura en un territorio dado, lo que supone
reconocer elementos de unidad entre las culturas e, inversamente, abandonar la
pretensión de una cultura que identifique a la modernidad y al universalismo[1]”.
Partiendo de esta premisa sin duda
entenderemos al mismo coma una propuesta en la cual reconocemos que en un
territorio dado coexiste una serie de culturas y Etnias que, dada su unicidad,
aportan su grano de arena a un escenario amplio. Pero también nos habla de
dejar de lado las pretensiones o intento de establecer una cultura única y
uniforme.
El Multiculturalismo ve entonces a las sociedades como
un conjunto donde sus componentes están obligados a convivir y que deben
integrarse sin difuminarse. A primera vista se podría decir entonces que el
multiculturalismo es opuesto a la acepción de comunidad, donde quienes integran
estas colectividades poseen rasgos en común que le permiten cohesionarse; pero
lo cierto es que no es necesario o
intrínseco al multiculturalismo poner los acentos en estas diferencias.
También, estirando el concepto, podríamos aludir que son las diferencias el
punto en el cual podrían coincidir las concepciones de comunidad y
multiculturalismo.
Frente a esta concepción de multiculturalismo y el
dilema de la uniformidad, nos surge, entonces, una de las interrogante que
guiara a este escrito ¿Cómo pueden participar o construirse espacios de
participación, donde la acción, entendida en clave arendtiana, este a
disposición de aquellos que son diferentes? ¿Cómo incluir al otro tomando en
cuenta que las sociedades tienen dentro de sí la concepción de uniformidad?
Acción
y Espacios de participación
Ya
comprendido que es el multiculturalismo y, sin duda alguna, el hecho de que las
entidades político territoriales distan de ser uniformes; y que por extensión
las civilizaciones, donde estas se encuentra enmarcadas, están más
fragmentadas, presentando, en el mejor de los casos, fisuras. Nos queda solo comprender que entendemos por
acción y espacios de participación.
Hanna
Arendt en su libro La Condición Humana, propone que la vida activa está
conformada divida en tres partes que se complementan. Una es la labor, la otra
el trabajo y la última la acción. La primera está relacionada con la vida del
hombre y todo lo que hace este para existir a través del tiempo; la segunda
hace alusión a la capacidad de este para crear su propio mundo y la última hace
alusión a la pluralidad, la unicidad pero sobre todo a la política. Cada uno de
estos aspectos a su vez, en el sentido más ideal, se expresa en una determinada
esfera; siendo clave dos: la esfera privada y la esfera pública.
Cada esfera diferenciada una de la otra y, en el
sentido más estricto, cada una debería de contener alguno de los elementos de
la vida activa. Pero el paso del tiempo y, sobre todo, el auge de la modernidad
producto de las revoluciones y el iluminismo hicieron que las esferas se
trastocaran; en especial la pública,
donde la política se manifestaba en toda su belleza. Esta esfera se fue copando
por lo social y privado, quedando relegada la política a un nicho donde solo
unos pocos, en representación de los demás, se encargaban de la política. Con
el desarrollo del Estado-Nación, la burocratización y la profesionalización de
la actividad política, los ciudadanos fueron relegando sus deberes, abrazaron
con fuerza su derechos y los espacios donde el hombre se podía manifestar como
el ser único que es se fueron perdiendo, pero sobre todo, la concepción de
acción, tal como la concibe Arendt se perdió.
Siguiendo esta línea debemos decir que por acción la
autora nos dirá “… Actuar, en su sentido
más general, significa tomar una iniciativa, comenzar (…) poner algo en
movimiento[2]”
y luego nos da pie para comprender la trascendencia de este concepto “…Si la
acción como comienzo corresponde al hecho de nacer, si es la realización de la
condición humana de la natalidad, entonces el discurso corresponde al hecho de
la distinción y es la realización de la condición humana de la pluralidad, es
decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales[3].” Por lo tanto la acción hará no solo que el
hombre se manifieste, sino que a su vez creará los espacios y reforzará los
espacios donde se manifestará. Los que nos lleva al segundo concepto que nos
interesa el de Espacio público, de este la autora nos dirá “… La palabra
público significa dos fenómenos estrechamente relacionados, si bien no
idénticos por completos. En primer lugar significa que todo lo que aparece en
público puede verlo y oírlo todo el mundo y tiene la amplia publicidad posible[4].”
Continua en su disertación “… en segundo lugar, el término público significa el
propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro
lugar poseído privadamente en él[5].”
Dicho esto en otras palabras el espacio público es aquel donde el hombre puede
aparecer, se revela como tal y donde se encuentra con aquellos que poseen
cualidades similares. Es un espacio donde el hombre se encuentra con sus iguales,
con aquellos con quienes comparte elementos en común.
Ahora bien una vez comprendido estos conceptos y
conscientes de que ambos fueron relegados a un escenario secundario producto de
algunas ideas, entre ellas aquellas que vieron la luz durante la Iluminación y el auge del
liberalismo (tanto político y sobre todo el económico) cabe preguntarse ¿La
acción y la esfera pública se encuentra en la misma situación en esta época
donde el mundo, a merced de las tecnologías de la comunicación, ha quedado reducido
a una aldea? La respuesta a esta interrogante es mucho más compleja, pues una
mirada a la realidad internacional nos dirá que cada vez los pueblos, a merced
de estas tecnologías (que posee un cariz que alienta tanto como adormece) están
despertando ante esta realidad y comienzan a reclamar estos espacios copado por
intereses que le son ajenos. Buscan a desmontar, por un sinfín de medios, las
estructuras imperantes y comienzan la construcción de espacios nuevos a través
de la acción y la consecuencia ultima de esta: el poder.
En clave Arendtiana comprenderemos al poder como “el fenómeno
fundamental del poder no es la instrumentalización de una voluntad ajena para
los propios fines, sino la formación de una voluntad común en una comunicación
orientada al entendimiento. El poder deriva básicamente de la capacidad de
actuar en común[6]”
por lo tanto el poder existe en la medida que existan espacios donde el hombre
en común se pueda manifestar y aparecer. Entonces acción, espacio y poder están intrínsecamente unidos
y, sin duda, cada vez más, cobran relevancia para el individuo quien, dado los
problemas por lo que cruza el sistema mundo, se da cuenta de la importancia de
su papel como ciudadano y actor político. Así pues, la respuesta a nuestra
interrogante es: la acción y los espacios de participación han cobrado una
relevancia clave para los hombres que han descubierto que ellos son los eslabones que conforman los
espacios políticos y públicos, los cuales no solo incumbencia de una élite que
no responde a sus intereses.
Espacios
Públicos Agonistas y Asociativos
En el siglo XXI la participación ha cobrado una
relevancia sin igual. El individuo ha descubierto su papel como actor político.
Se ha dado cuenta, también, de que la realidad en la cual se encuentra puede
ser alterada de forma significativa si al proceso se incorporan los demás. Por
lo tanto queda patente que la idea del poder, espacio y acción propuesta por
Hanna Arendt en la Condición Humana aun se encuentra vigente. Pero frente a
esta propuesta no surge otra interrogante ¿En su pensamiento hay espacio para
que participen todos? ¿Hay espacios para el diferente? En primera instancia
estas interrogantes se responde con su concepción de pluralidad, la cual nos
dice que los hombres somos únicos (porque somos irrepetibles) por lo tanto
somos diferentes, que gracias a los espacios nos haremos comunes, más no
iguales. Por lo tanto en su sentido más ideal y estricto no hay otro.
Pero resulta ser que si bien esto es cierto en un
sentido ideal, en su manifestación fáctica esta cuestión difiere mucho. Los
espacios de participación han sido restringido a través del tiempo,
especialmente mientras el hombre iba a abandonando la esfera pública en pro de
los intereses privados. A medida que otros cobraban conciencia de su papel como
gobernantes y que para mantenerse en el poder debían mantener controlado a
aquellos que podían participar o estaban conscientes de su potencial. Esta
mentalidad se refinaría durante el establecimiento del Estado Burgués donde los
hombres y los pueblos serian restringidos a un espacio físico determinado. Esta
idea no es exclusiva de ese periodo histórico, sino también tiene su
manifestación y contraparte en la época griega clásica en la cual se han
sustentado Arendt. Pero aun en aquella época los pueblos estaban consciente de
que el espacio de revelación no era únicamente el espacio físico; la autora
sobre este punto nos dirá: “la polis, propiamente hablando, no es la
ciudad-estado en su situación física; es la organización de la gente tal como
surge de actuar y hablar juntos, y su verdadero espacio se extiende entre las
personas que viven juntas para este propósitos sin importar donde estén[7]”.
En esta línea continua “… se trata del espacio de aparición en el más amplio
sentido de la palabra, es decir, el espacio donde yo aparezco ante otros como
otros aparecen ante mí, donde los hombres no existen meramente como otras cosas
vivas o inanimadas, sino que hacen su aparición de manera explícita[8].”
A pesar de que es evidente que la construcción de espacio y la acción puede
desentenderse de un territorio, basta con echar un vistazo a la realidad para
percatarnos de que existen en las sociedades algunos que están invisibilizados
o salen menos favorecidos en lo que respecta a la participación y los resultados
de esta. No hablamos de los menores de edad, sino de los extranjeros o los
miembros de otras etnias y culturas que, si bien pueden o no pertenecer al
espacio político-territorial, se distinguen lo suficiente de la cultura o grupo
dominante en el territorio. ¿Cómo pueden haber excluidos cuando el Espacio
público, en esencia, da pie para la inclusión? Pues la respuesta a esta
interrogante la plantea Sheyla Benhabid en su escrito La paria y su sombra:
sobre la invisibilidad de las mujeres en la filosofía política de Hannah Arendt.
En este escrito la autora nos dice que existen dos tipos de espacio público uno
Agonista y otro asociativo.
El primero nos dirá que “…Según la óptica agonista, el
reino público representa ese espacio de apariencia en que la grandeza moral y
política, el heroísmo y la preeminencia son revelados, desplegados, compartidos
por los demás. Este es un espacio competitivo, en que uno compite por el
reconocimiento, prioridad y aclamación. El espacio agonista se basa en la
competencia más que en la colaboración; individualiza a aquellos que participan
en él y los separa de los demás; es exclusivo porque presupone sólidos
criterios de pertenencia y lealtad de su participantes[9]”
por lo tanto se hace evidente que es un espacio que excluye y donde solo un
grupo o aquellos que pertenezcan a un determinado sector pueden acceder a este
espacio. Desde una perspectiva externa, los espacios agonistas crean fronteras
inflexibles donde los diferentes no podrían participar. Esta concepción sin
duda fue ideal para una época en que la soberanía era de tipo westfaliana. Pero
el signo de los tiempos ha cambiado y la globalización ha hecho que las
fronteras se vuelvan porosas, los pueblos que han despertado reclaman derechos
y participación ante las cuales un espacio agonista no da respuesta. Aquí es
donde la concepción de Benhabib nos dice que existe el espacio asociativo
“…Por el contrario, conforme al punto de vista que yo
denomino asociativo, dicho espacio público emerge siempre y en todo lugar, en
palabras de Arendt, en que los hombres actúan en concierto. Bajo este modelo,
el espacio público es el espacio donde puede aparecer la libertad. No es un
espacio en ningún sentido topográfico o
institucional: un municipio o una plaza de ciudad donde la gente no actué en
concierto, no es un espacio público en este sentido arendtiano. Un comedor
privado en el que la gente se reúna a escuchar un samizdat o en el cual se
encuentro unos disidentes con unos extranjeros puede convertirse en un espacio
público en tanto se vuelve sitios de poder, una acción común coordinada
mediante el lenguaje y la persuasión[10].
Desde esta perspectiva el espacio público Asociativo
es aquel donde los hombres actuasen en común sin que importe o medie un entorno
topográfico o institucionalizado. Mientras los hombres estén reunidos en común
y coordinados este espacio, sin importar la lealtad o la individualidad,
existirá. Es un lugar donde el ciudadano, sin distinción alguna, puede ejercer
sus deberes, y donde el concepto de acción trasciende la cuestión del discurso,
sino que también se revelan como un evento donde la intencionalidad tiene el
mismo peso. El hombre se hace patente a medida que está entre otros, movido por
sus intereses y la necesidad de participar y aportar sin importarle etnia, raza
o condición de extranjero. Es, sin duda alguna, el espacio asociativo el método
idóneo para canalizar la necesidad, de aquellos que son diferentes, por la
participación.
La clave del espacio asociativo es entonces la
inclusión y la participación; por lo tanto nos remite al concepto de
multiculturalismo que inicialmente hemos aclarado. Es aquí, donde nuestra interrogante se ha respondido a
cabalidad. Pero a su vez nos plantea una serie de dudas y un anhelo para ver,
si este fenómeno se ha manifestado en la realidad. Por lo tanto surge otra
interrogante ¿Hay en la actualidad, ya sea en el escenario internacional o
local, un ejemplo de cómo funcionan o han funcionado los espacios públicos
asociativos?
Un
Estudio de Caso muy conciso: La Primavera Árabe.
Comprendido los conceptos y respondida nuestra premisa
inicial nos surge otra interrogante la cual tanto Benhabib como Arendt
responderían con una frase sencilla: las revoluciones y sobre todo la
revolución norteamericana son los momentos que perfectamente representan estos
modelos de espacios público y a la vez
dan cuenta del poder producto de la asociación y como elemento capaz de
reestructurar la realidad sociopolítica.
Hasta allí todo muy bien, pero en la realidad tales
ejemplo se quedan cortos; especialmente cuando echamos un vistazo a la realidad
del sistema internacional. Basta ver los eventos que se han desencadenado
después de la Guerra Fría, cuando los ciudadanos han comenzado a interesarse en
la política, tanto a lo interno como a lo externo, produciendo lo que James
Roseanu y Mary Durfee en su escrito El Postinternacionalismo en un mundo
turbulento han dado por llamar el
paradigma de la turbulencia, con el cual tratan de explicar las dinámicas cada
vez más violentas producto del cambio en la estructuras internacionales
“… puesto de
manera más sucinta, el significado preciso atribuido al concepto de turbulencia
se enfoca en los cambios en tres parámetros básicos de la política mundial.
Cuando estos patrones fundamentes que normalmente se unen y sostiene la
continuidades de la vida internacional so sacudidos por alto grado de
complejidad y dinamismo- esto es, cuando el número, densidad, interdependencias
y volatilidad de los actores que ocupan el escenario mundial experimenta una
expansión substancial- la política mundial es vista como habiendo ingresado a
un periodo de turbulencia[11]…”
Pero esta categoría no ejemplifica a cabalidad los
cambios sustanciales, sino que da pie a la siguiente categoría que estos
autores resumieron como el micro parámetros que nos habla de la capacidad que
los individuos, gracias a los cambios en el vector tecnología, han
experimentado y descubierto para alterar los eventos dentro del sistema al
preocuparse de lo que ocurre en el sistema internacional. Nos dirán los autores
“entre las muchas habilidades que los pueblos han refinado, quizá la más
importante es una capacidad incrementada para saber cuándo y cómo participar en
acción colectiva. No es un accidente que las plazas de las ciudades del mundo
se hayan llenado últimamente con grandes multitudes que demandan cambios[12]”
esta frase es un claro ejemplo de cómo los espacios asociativos se han ido
construyendo y como estos han impactado la realidad. La forma más fácil de
comprender este fenómeno y esta óptica es a través de lo que se ha dado por
llamar la Primavera Árabe.
Por primavera árabe se entiende a una serie de
levantamientos civiles que se han dado desde el año 2009 hasta la fecha, y que
tuvieron su detonante en Túnez. Este
fenómeno se expandió como un polvorín por el norte de África y el Medio
Oriente, y han consistido en sectores de la sociedad civil exigiendo
reivindicaciones de índoles económicas y democráticas. La primavera es el claro
ejemplo de las sociedades civiles levantadas y movilizadas con la finalidad de crear
espacios públicos de participación que, desde la perspectiva planteada con
antelación, serán de naturaleza asociativa. ¿Cuál es la trascendencia de este
fenómeno? Pues una clara evidencia de cómo los individuos están tratando de
recuperar los espacios perdidos y su capacidad de acción, la cual les había
sido enajenada por sus gobernantes, los cuales, en el caso de estos pueblos han
usurpados estas prerrogativas gracias a que en muchos casos sus preceptos
religiosos ordenan sus facultades civiles. Es un claro ejemplo de los conceptos trabajados sobre todo la acción
y el poder comprendido como producto de la acción colectiva. También demuestra
cómo, no solo, la revolución es el método para alterar el sistema, pero si
necesariamente es la vía por la cual se puede cambiar este ultimo de forma
radical.
Así pues queda patente entonces como la construcción
de espacio permite la participación de todos los miembros de la sociedad sin
importar las diferencias entre ellos. En este punto el lector atento se
preguntará ¿Dónde ha quedado la premisa del multiculturalismo en estos
ejemplos? La respuesta no puede ser más sencilla. El fenómeno de la Primavera
Árabe se ha dado en las diferentes naciones del norte de África y del medio
oriente y en cada lugar ha tenido su acento. En cada sitio ha sido una facción
diferente, entre las que suelen conformar al mundo islámico, las que han
llevado adelante el cambio, pero sin duda han logrado dejar de lado sus
posturas para ir en pro de los cambios y la participación. Así pues, podemos
ver como Sunitas y Chiitas dejan de lado sus posturas radicales en pro de
conseguir la creación de espacios públicos de participación que le fueron
enajenados. El claro ejemplo, a pesar de
lo desconcertante, ha sido el de Egipto donde los Hermanos Musulmanes, un grupo
de fundamentalista y Sunita ha dejado de
lado algunas consideraciones para aproximarse a otros sectores dentro de la
sociedad egipcia para capitalizar el poder.
Otro claro ejemplo del multiculturalismo ha sido renovado fenómeno del
pan-arabismo que ha cobrado fuerza a raíz de estos fenómenos.
A
modo de conclusión
Al principio de este ensayo nos planteamos unas series
de interrogantes, las cuales tenían como finalidad ver si el pensamiento de
Hannah Arendt coincidía con los postulados del multiculturalismo. A través del
desarrollo de este escrito tales preguntan fueron resueltas. La explicación de
Sheyla Benhabib de los diferentes espacios y el estudio de caso revelan como
ambas posturas se acercan; aunque no con la intensidad que cabria esperarse.
Pero lo que si queda patente es que la construcción de espacios públicos, desde
una perspectiva asociativa permite la integración de todos aquellos miembros de
la sociedad sean diferentes o no; y sin tener que sacrificar sus cualidad
distintiva.
Pero esta no ha sido la única interrogante planteada
pues, de fondo, hay otra de mayor envergadura y es: ¿Es aún vigente y
contemporáneo el pensamiento Hannah Arendt? Las respuestas que cabria esperar
es: Sí, los postulados de Arendt son realmente vigentes. Pero tal aseveración
se queda corta. Lo cierto es que el diagnostico realizado por la autora hace
tanto tiempo ha resultado ser acertado y vigente. Su propuesta da respuesta a
varios fenómenos, como el que hemos usado a modo de estudio de caso para
ejemplificar la propuesta planteada.
¿Pero a qué se
debe esto? Pues sencillamente al hecho de que Arendt han reflexionado sobre lo
político y nos ha mostrado como era este fenómeno en el pasado, como nos
desviamos de él y sobre todo, como debería de ser. Ultimo punto, su propuesta
cobra fuerza, pues las razones que motivaron al hombre a dejar de lado su
injerencia en los asuntos públicos se han agotado, y ante la falta de
respuestas evidentes y masticadas, el hombre al ver en riesgo su subsistencia
se ha visto en la necesidad de salir a buscar las respuestas que necesitas.
Respuesta que solo se consiguen a merced de la participación. Fenómeno que se
potencia cuando este se da cuenta que para vivir bien, como un ser digno, debe
participar en la construcción de espacios públicos. Por lo tanto es consciente
de este fenómeno dialectico, y como al final del día todos anhelamos vivir
bien, sin importar donde estemos y quienes seamos, entonces debemos participar.
Bibliografía consultada y citada.
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Ediciones Paidos.
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dictadores caen por la economía más que por la movilización social. Materia (En Línea) Disponible en:
http://esmateria.com/2013/08/31/los-dictadores-caen-por-la-economia-mas-que-por-la-movilizacion-social/ (2013, 8 septiembre)
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editores.
Mires, F. (14 de Junio, 2013) Las rebeldes plazas de las naciones islámicas. Prodavinci (En linea)
Disponible en:
http://prodavinci.com/blogs/las-rebeldes-plazas-de-las-naciones-islamicas-por-fernando-mires/
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Internacionales II de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos UCV.
Traducción por la Prof. Ma. Elena Pinto Mota.Zorgbibe, C. Historia de las
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M. (9 de Junio, 2013) Por qué el
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http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/06/130606_internacional_siria_conflicto_sectarismo_finde_lav.shtml
(2013, 8 septiembre)
[1] Gutierrez,D (Comp) (2006) Multiculturalimos, Deasfíos y Perspectiva
méxico: Siglo veintiuno editores. Pág 278-279
[9] Benhabib, Seyla. 2006. "La paria y su sombra: sobre la
invisibilidad de las mujeres en la filosofía política de Hannah Arendt". Revista
Internacional de Filosofía Política. Pág 31
[10] Benhabib, Seyla. 2006. "La paria y su sombra: sobre la
invisibilidad de las mujeres en la filosofía política de Hannah Arendt". Revista
Internacional de Filosofía Política. Pág. 32
[11] ROSENAU, James y DURFEE, Mary (1994): “El Postinternacionalismo
en un Mundo Turbulento”. Material de Estudio de la Cátedra de Estructuras
Internacionales II de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos UCV.
Traducción por la Prof. Ma. Elena Pinto Mota.Zorgbibe, C. Historia de las
Relaciones Internacionales.
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