martes, 10 de septiembre de 2013

Guillermo Moreno: La construcción de los Espacios Públicos en un mundo multicultural

Introducción
            La actualidad está marcada por un espíritu cosmopolita que ha cruzado transversalmente la realidad de los pueblos y las naciones. Esto ha hecho que las realidades se vuelvan cada vez más interdependiente. Nuestro mundo podría verse entonces como una gran telaraña con ciertos puntos nodales que son clave. Tomando en cuenta esta ineludible realidad, ver a los pueblos y, sobre todo, a las civilizaciones como bloques homogéneos, uniformes y coherentes es sin duda una representación corta de mira.  La actualidad no puede ser más diversas y, para ser sinceros, aun en la antigüedad donde las tecnologías de la información no eran tan envolventes como las actuales, la realidad o los escenarios eran igual de diversos. Imperios como el romano, El Persa, El Mugal, El Azteca, El Inca han sido claro ejemplo de grandes porciones de territorio y gente, con diversas creencias y culturas, conviviendo unas con otras.

            Visto desde esta perspectiva se hace evidente que los grupos conformados por hombres difícilmente podrán ser vistos desde una perspectiva de la uniformidad o unidad en el sentido más estricto. Pero, aun así, no hay duda tampoco, por muy contradictorio que parezca, de que existen grupos o estructuras que al tener algo en común presentan cierta uniformidad. Entes que al manifestarse en espacios determinados dan la sensación, al observador, de hallarse frente a un ente cohesionado. Esto nos pone al frente dos concepto, el primero el de comunidad, entendida esta como un cuerpo donde aquellos que forma parte de él tienen un elemento en común que supera cualquiera de sus diferencias. El segundo concepto es una acepción ingenua de lo que es el Multiculturalismo; el cual es visto como la convivencia de diferentes culturas en un espacio determinado.
El presente ensayo tiene como premisa disertar un poco sobre la concepción del multiculturalismo o la integración del otro en los espacios públicos; combinando a su vez el pensamiento de Hannah Arendt con las concepciones del Multiculturalismo, tópico inherente a las Teorías de las Relaciones Internacionales, con un contraste de la realidad actual del sistema internacional. Se hace necesario entonces asumir algunos conceptos para comprender a cabalidad lo que el autor tratara de expresar.
¿Qué Entenderemos por Multiculturalismo?
            El multiculturalismo es un término que tiene diferentes acepciones, cada una más controversial que su antecesora, cuyo origen se sitúa sin duda en el mundo anglosajón. Este término en su sentido más representativo nos habla de la convivencia de diferentes culturas en un espacio o entidad político territorial. Pero esta no es la única forma de definirlo, pues este término es polisémico y entre sus significados hace referencia a una filosofía de vida que busca la integración del otro, pero sin difuminar al anexado,  o a una política pública que  busca incorporar a todos los sectores de la sociedad para incrementar el acervo cultural y a la vez promover los valores universalista que han caracterizado a occidente desde la era de las revoluciones.
Por su parte el multiculturalismo, a pesar de las buenas intenciones tras él, han generado en nuestro mundo interdependiente y globalizado una curiosa reacción, que nos recuerda que los principios de la física son ineludibles, iguales y opuestos que ha acentuado a su vez las identidades y nacionalismos de las entidades políticas territoriales donde estas culturas conviven.  Esto per se no es producto de la propuesta teórica, sino de una errada ejecución de estas propuestas.  Pero ese tópico no es de interés, por ahora, para este escrito. Basta con saber que el multiculturalismo como propuesta y práctica, como muchas cosas de la realidad, difieren considerablemente.
Comprendido, a grandes rasgos, los que es el multiculturalismo solo nos queda dar cuenta de cuál será la acepción a la cual nos apegaremos. Por multiculturalismo entenderemos la definición hecha por Alan Touraine en su artículo Las Condiciones de la comunicación Intercultural en el cual nos dice “… El multiculturalismo tiene sentido si se define como la combinación de una unidad social y una pluralidad cultura en un territorio dado, lo que supone reconocer elementos de unidad entre las culturas e, inversamente, abandonar la pretensión de una cultura que identifique a la modernidad y al universalismo[1]”.  Partiendo de esta premisa sin duda entenderemos al mismo coma una propuesta en la cual reconocemos que en un territorio dado coexiste una serie de culturas y Etnias que, dada su unicidad, aportan su grano de arena a un escenario amplio. Pero también nos habla de dejar de lado las pretensiones o intento de establecer una cultura única y uniforme.
El Multiculturalismo ve entonces a las sociedades como un conjunto donde sus componentes están obligados a convivir y que deben integrarse sin difuminarse. A primera vista se podría decir entonces que el multiculturalismo es opuesto a la acepción de comunidad, donde quienes integran estas colectividades poseen rasgos en común que le permiten cohesionarse; pero lo cierto es que  no es necesario o intrínseco al multiculturalismo poner los acentos en estas diferencias. También, estirando el concepto, podríamos aludir que son las diferencias el punto en el cual podrían coincidir las concepciones de comunidad y multiculturalismo.
Frente a esta concepción de multiculturalismo y el dilema de la uniformidad, nos surge, entonces, una de las interrogante que guiara a este escrito ¿Cómo pueden participar o construirse espacios de participación, donde la acción, entendida en clave arendtiana, este a disposición de aquellos que son diferentes? ¿Cómo incluir al otro tomando en cuenta que las sociedades tienen dentro de sí la concepción de uniformidad?
Acción y Espacios de participación
            Ya comprendido que es el multiculturalismo y, sin duda alguna, el hecho de que las entidades político territoriales distan de ser uniformes; y que por extensión las civilizaciones, donde estas se encuentra enmarcadas, están más fragmentadas, presentando, en el mejor de los casos, fisuras.  Nos queda solo comprender que entendemos por acción y espacios de participación.
            Hanna Arendt en su libro La Condición Humana, propone que la vida activa está conformada divida en tres partes que se complementan. Una es la labor, la otra el trabajo y la última la acción. La primera está relacionada con la vida del hombre y todo lo que hace este para existir a través del tiempo; la segunda hace alusión a la capacidad de este para crear su propio mundo y la última hace alusión a la pluralidad, la unicidad pero sobre todo a la política. Cada uno de estos aspectos a su vez, en el sentido más ideal, se expresa en una determinada esfera; siendo clave dos: la esfera privada y la esfera pública.
Cada esfera diferenciada una de la otra y, en el sentido más estricto, cada una debería de contener alguno de los elementos de la vida activa. Pero el paso del tiempo y, sobre todo, el auge de la modernidad producto de las revoluciones y el iluminismo hicieron que las esferas se trastocaran;  en especial la pública, donde la política se manifestaba en toda su belleza. Esta esfera se fue copando por lo social y privado, quedando relegada la política a un nicho donde solo unos pocos, en representación de los demás, se encargaban de la política. Con el desarrollo del Estado-Nación, la burocratización y la profesionalización de la actividad política, los ciudadanos fueron relegando sus deberes, abrazaron con fuerza su derechos y los espacios donde el hombre se podía manifestar como el ser único que es se fueron perdiendo, pero sobre todo, la concepción de acción, tal como la concibe Arendt se perdió.
Siguiendo esta línea debemos decir que por acción la autora nos dirá  “… Actuar, en su sentido más general, significa tomar una iniciativa, comenzar (…) poner algo en movimiento[2]” y luego nos da pie para comprender la trascendencia de este concepto “…Si la acción como comienzo corresponde al hecho de nacer, si es la realización de la condición humana de la natalidad, entonces el discurso corresponde al hecho de la distinción y es la realización de la condición humana de la pluralidad, es decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales[3].”  Por lo tanto la acción hará no solo que el hombre se manifieste, sino que a su vez creará los espacios y reforzará los espacios donde se manifestará. Los que nos lleva al segundo concepto que nos interesa el de Espacio público, de este la autora nos dirá “… La palabra público significa dos fenómenos estrechamente relacionados, si bien no idénticos por completos. En primer lugar significa que todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo y tiene la amplia publicidad posible[4].” Continua en su disertación “… en segundo lugar, el término público significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él[5].” Dicho esto en otras palabras el espacio público es aquel donde el hombre puede aparecer, se revela como tal y donde se encuentra con aquellos que poseen cualidades similares. Es un espacio donde el hombre se encuentra con sus iguales, con aquellos con quienes comparte elementos en común. 
Ahora bien una vez comprendido estos conceptos y conscientes de que ambos fueron relegados a un escenario secundario producto de algunas ideas, entre ellas aquellas que vieron la luz  durante la Iluminación y el auge del liberalismo (tanto político y sobre todo el económico) cabe preguntarse ¿La acción y la esfera pública se encuentra en la misma situación en esta época donde el mundo, a merced de las tecnologías de la comunicación, ha quedado reducido a una aldea? La respuesta a esta interrogante es mucho más compleja, pues una mirada a la realidad internacional nos dirá que cada vez los pueblos, a merced de estas tecnologías (que posee un cariz que alienta tanto como adormece) están despertando ante esta realidad y comienzan a reclamar estos espacios copado por intereses que le son ajenos. Buscan a desmontar, por un sinfín de medios, las estructuras imperantes y comienzan la construcción de espacios nuevos a través de la acción y la consecuencia ultima de esta: el poder.
En clave Arendtiana  comprenderemos al poder como “el fenómeno fundamental del poder no es la instrumentalización de una voluntad ajena para los propios fines, sino la formación de una voluntad común en una comunicación orientada al entendimiento. El poder deriva básicamente de la capacidad de actuar en común[6]” por lo tanto el poder existe en la medida que existan espacios donde el hombre en común se pueda manifestar y aparecer. Entonces  acción, espacio y poder están intrínsecamente unidos y, sin duda, cada vez más, cobran relevancia para el individuo quien, dado los problemas por lo que cruza el sistema mundo, se da cuenta de la importancia de su papel como ciudadano y actor político. Así pues, la respuesta a nuestra interrogante es: la acción y los espacios de participación han cobrado una relevancia clave para los hombres que han descubierto que  ellos son los eslabones que conforman los espacios políticos y públicos, los cuales no solo incumbencia de una élite que no responde a sus intereses.
Espacios Públicos Agonistas y Asociativos
En el siglo XXI la participación ha cobrado una relevancia sin igual. El individuo ha descubierto su papel como actor político. Se ha dado cuenta, también, de que la realidad en la cual se encuentra puede ser alterada de forma significativa si al proceso se incorporan los demás. Por lo tanto queda patente que la idea del poder, espacio y acción propuesta por Hanna Arendt en la Condición Humana aun se encuentra vigente. Pero frente a esta propuesta no surge otra interrogante ¿En su pensamiento hay espacio para que participen todos? ¿Hay espacios para el diferente? En primera instancia estas interrogantes se responde con su concepción de pluralidad, la cual nos dice que los hombres somos únicos (porque somos irrepetibles) por lo tanto somos diferentes, que gracias a los espacios nos haremos comunes, más no iguales. Por lo tanto en su sentido más ideal y estricto no hay otro.
Pero resulta ser que si bien esto es cierto en un sentido ideal, en su manifestación fáctica esta cuestión difiere mucho. Los espacios de participación han sido restringido a través del tiempo, especialmente mientras el hombre iba a abandonando la esfera pública en pro de los intereses privados. A medida que otros cobraban conciencia de su papel como gobernantes y que para mantenerse en el poder debían mantener controlado a aquellos que podían participar o estaban conscientes de su potencial. Esta mentalidad se refinaría durante el establecimiento del Estado Burgués donde los hombres y los pueblos serian restringidos a un espacio físico determinado. Esta idea no es exclusiva de ese periodo histórico, sino también tiene su manifestación y contraparte en la época griega clásica en la cual se han sustentado Arendt. Pero aun en aquella época los pueblos estaban consciente de que el espacio de revelación no era únicamente el espacio físico; la autora sobre este punto nos dirá: “la polis, propiamente hablando, no es la ciudad-estado en su situación física; es la organización de la gente tal como surge de actuar y hablar juntos, y su verdadero espacio se extiende entre las personas que viven juntas para este propósitos sin importar donde estén[7]”. En esta línea continua “… se trata del espacio de aparición en el más amplio sentido de la palabra, es decir, el espacio donde yo aparezco ante otros como otros aparecen ante mí, donde los hombres no existen meramente como otras cosas vivas o inanimadas, sino que hacen su aparición de manera explícita[8].” A pesar de que es evidente que la construcción de espacio y la acción puede desentenderse de un territorio, basta con echar un vistazo a la realidad para percatarnos de que existen en las sociedades algunos que están invisibilizados o salen menos favorecidos en lo que respecta a la participación y los resultados de esta. No hablamos de los menores de edad, sino de los extranjeros o los miembros de otras etnias y culturas que, si bien pueden o no pertenecer al espacio político-territorial, se distinguen lo suficiente de la cultura o grupo dominante en el territorio. ¿Cómo pueden haber excluidos cuando el Espacio público, en esencia, da pie para la inclusión? Pues la respuesta a esta interrogante la plantea Sheyla Benhabid en su escrito La paria y su sombra: sobre la invisibilidad de las mujeres en la filosofía política de Hannah Arendt. En este escrito la autora nos dice que existen dos tipos de espacio público uno Agonista y otro asociativo.
El primero nos dirá que “…Según la óptica agonista, el reino público representa ese espacio de apariencia en que la grandeza moral y política, el heroísmo y la preeminencia son revelados, desplegados, compartidos por los demás. Este es un espacio competitivo, en que uno compite por el reconocimiento, prioridad y aclamación. El espacio agonista se basa en la competencia más que en la colaboración; individualiza a aquellos que participan en él y los separa de los demás; es exclusivo porque presupone sólidos criterios de pertenencia y lealtad de su participantes[9]” por lo tanto se hace evidente que es un espacio que excluye y donde solo un grupo o aquellos que pertenezcan a un determinado sector pueden acceder a este espacio. Desde una perspectiva externa, los espacios agonistas crean fronteras inflexibles donde los diferentes no podrían participar. Esta concepción sin duda fue ideal para una época en que la soberanía era de tipo westfaliana. Pero el signo de los tiempos ha cambiado y la globalización ha hecho que las fronteras se vuelvan porosas, los pueblos que han despertado reclaman derechos y participación ante las cuales un espacio agonista no da respuesta. Aquí es donde la concepción de Benhabib nos dice que existe el espacio asociativo
“…Por el contrario, conforme al punto de vista que yo denomino asociativo, dicho espacio público emerge siempre y en todo lugar, en palabras de Arendt, en que los hombres actúan en concierto. Bajo este modelo, el espacio público es el espacio donde puede aparecer la libertad. No es un espacio en ningún sentido topográfico  o institucional: un municipio o una plaza de ciudad donde la gente no actué en concierto, no es un espacio público en este sentido arendtiano. Un comedor privado en el que la gente se reúna a escuchar un samizdat o en el cual se encuentro unos disidentes con unos extranjeros puede convertirse en un espacio público en tanto se vuelve sitios de poder, una acción común coordinada mediante el lenguaje y la persuasión[10].

Desde esta perspectiva el espacio público Asociativo es aquel donde los hombres actuasen en común sin que importe o medie un entorno topográfico o institucionalizado. Mientras los hombres estén reunidos en común y coordinados este espacio, sin importar la lealtad o la individualidad, existirá. Es un lugar donde el ciudadano, sin distinción alguna, puede ejercer sus deberes, y donde el concepto de acción trasciende la cuestión del discurso, sino que también se revelan como un evento donde la intencionalidad tiene el mismo peso. El hombre se hace patente a medida que está entre otros, movido por sus intereses y la necesidad de participar y aportar sin importarle etnia, raza o condición de extranjero. Es, sin duda alguna, el espacio asociativo el método idóneo para canalizar la necesidad, de aquellos que son diferentes, por la participación.  
La clave del espacio asociativo es entonces la inclusión y la participación; por lo tanto nos remite al concepto de multiculturalismo que inicialmente hemos aclarado. Es aquí, donde  nuestra interrogante se ha respondido a cabalidad. Pero a su vez nos plantea una serie de dudas y un anhelo para ver, si este fenómeno se ha manifestado en la realidad. Por lo tanto surge otra interrogante ¿Hay en la actualidad, ya sea en el escenario internacional o local, un ejemplo de cómo funcionan o han funcionado los espacios públicos asociativos?
Un Estudio de Caso muy conciso: La Primavera Árabe.
Comprendido los conceptos y respondida nuestra premisa inicial nos surge otra interrogante la cual tanto Benhabib como Arendt responderían con una frase sencilla: las revoluciones y sobre todo la revolución norteamericana son los momentos que perfectamente representan estos modelos  de espacios público y a la vez dan cuenta del poder producto de la asociación y como elemento capaz de reestructurar la realidad sociopolítica.
Hasta allí todo muy bien, pero en la realidad tales ejemplo se quedan cortos; especialmente cuando echamos un vistazo a la realidad del sistema internacional. Basta ver los eventos que se han desencadenado después de la Guerra Fría, cuando los ciudadanos han comenzado a interesarse en la política, tanto a lo interno como a lo externo, produciendo lo que James Roseanu y Mary Durfee en su escrito El Postinternacionalismo en un mundo turbulento han dado  por llamar el paradigma de la turbulencia, con el cual tratan de explicar las dinámicas cada vez más violentas producto del cambio en la estructuras internacionales
 “… puesto de manera más sucinta, el significado preciso atribuido al concepto de turbulencia se enfoca en los cambios en tres parámetros básicos de la política mundial. Cuando estos patrones fundamentes que normalmente se unen y sostiene la continuidades de la vida internacional so sacudidos por alto grado de complejidad y dinamismo- esto es, cuando el número, densidad, interdependencias y volatilidad de los actores que ocupan el escenario mundial experimenta una expansión substancial- la política mundial es vista como habiendo ingresado a un periodo de turbulencia[11]…”

Pero esta categoría no ejemplifica a cabalidad los cambios sustanciales, sino que da pie a la siguiente categoría que estos autores resumieron como el micro parámetros que nos habla de la capacidad que los individuos, gracias a los cambios en el vector tecnología, han experimentado y descubierto para alterar los eventos dentro del sistema al preocuparse de lo que ocurre en el sistema internacional. Nos dirán los autores “entre las muchas habilidades que los pueblos han refinado, quizá la más importante es una capacidad incrementada para saber cuándo y cómo participar en acción colectiva. No es un accidente que las plazas de las ciudades del mundo se hayan llenado últimamente con grandes multitudes que demandan cambios[12]” esta frase es un claro ejemplo de cómo los espacios asociativos se han ido construyendo y como estos han impactado la realidad. La forma más fácil de comprender este fenómeno y esta óptica es a través de lo que se ha dado por llamar la Primavera Árabe.
Por primavera árabe se entiende a una serie de levantamientos civiles que se han dado desde el año 2009 hasta la fecha, y que tuvieron su detonante en  Túnez. Este fenómeno se expandió como un polvorín por el norte de África y el Medio Oriente, y han consistido en sectores de la sociedad civil exigiendo reivindicaciones de índoles económicas y democráticas. La primavera es el claro ejemplo de las sociedades civiles levantadas y movilizadas con la finalidad de crear espacios públicos de participación que, desde la perspectiva planteada con antelación, serán de naturaleza asociativa. ¿Cuál es la trascendencia de este fenómeno? Pues una clara evidencia de cómo los individuos están tratando de recuperar los espacios perdidos y su capacidad de acción, la cual les había sido enajenada por sus gobernantes, los cuales, en el caso de estos pueblos han usurpados estas prerrogativas gracias a que en muchos casos sus preceptos religiosos ordenan sus facultades civiles. Es un claro ejemplo de  los conceptos trabajados sobre todo la acción y el poder comprendido como producto de la acción colectiva. También demuestra cómo, no solo, la revolución es el método para alterar el sistema, pero si necesariamente es la vía por la cual se puede cambiar este ultimo de forma radical.
Así pues queda patente entonces como la construcción de espacio permite la participación de todos los miembros de la sociedad sin importar las diferencias entre ellos. En este punto el lector atento se preguntará ¿Dónde ha quedado la premisa del multiculturalismo en estos ejemplos? La respuesta no puede ser más sencilla. El fenómeno de la Primavera Árabe se ha dado en las diferentes naciones del norte de África y del medio oriente y en cada lugar ha tenido su acento. En cada sitio ha sido una facción diferente, entre las que suelen conformar al mundo islámico, las que han llevado adelante el cambio, pero sin duda han logrado dejar de lado sus posturas para ir en pro de los cambios y la participación. Así pues, podemos ver como Sunitas y Chiitas dejan de lado sus posturas radicales en pro de conseguir la creación de espacios públicos de participación que le fueron enajenados.  El claro ejemplo, a pesar de lo desconcertante, ha sido el de Egipto donde los Hermanos Musulmanes, un grupo de  fundamentalista y Sunita ha dejado de lado algunas consideraciones para aproximarse a otros sectores dentro de la sociedad egipcia para capitalizar el poder.  Otro claro ejemplo del multiculturalismo ha sido renovado fenómeno del pan-arabismo que ha cobrado fuerza a raíz de estos fenómenos.
A modo de conclusión
Al principio de este ensayo nos planteamos unas series de interrogantes, las cuales tenían como finalidad ver si el pensamiento de Hannah Arendt coincidía con los postulados del multiculturalismo. A través del desarrollo de este escrito tales preguntan fueron resueltas. La explicación de Sheyla Benhabib de los diferentes espacios y el estudio de caso revelan como ambas posturas se acercan; aunque no con la intensidad que cabria esperarse. Pero lo que si queda patente es que la construcción de espacios públicos, desde una perspectiva asociativa permite la integración de todos aquellos miembros de la sociedad sean diferentes o no; y sin tener que sacrificar sus cualidad distintiva.  
Pero esta no ha sido la única interrogante planteada pues, de fondo, hay otra de mayor envergadura y es: ¿Es aún vigente y contemporáneo el pensamiento Hannah Arendt? Las respuestas que cabria esperar es: Sí, los postulados de Arendt son realmente vigentes. Pero tal aseveración se queda corta. Lo cierto es que el diagnostico realizado por la autora hace tanto tiempo ha resultado ser acertado y vigente. Su propuesta da respuesta a varios fenómenos, como el que hemos usado a modo de estudio de caso para ejemplificar la propuesta planteada.
 ¿Pero a qué se debe esto? Pues sencillamente al hecho de que Arendt han reflexionado sobre lo político y nos ha mostrado como era este fenómeno en el pasado, como nos desviamos de él y sobre todo, como debería de ser. Ultimo punto, su propuesta cobra fuerza, pues las razones que motivaron al hombre a dejar de lado su injerencia en los asuntos públicos se han agotado, y ante la falta de respuestas evidentes y masticadas, el hombre al ver en riesgo su subsistencia se ha visto en la necesidad de salir a buscar las respuestas que necesitas. Respuesta que solo se consiguen a merced de la participación. Fenómeno que se potencia cuando este se da cuenta que para vivir bien, como un ser digno, debe participar en la construcción de espacios públicos. Por lo tanto es consciente de este fenómeno dialectico, y como al final del día todos anhelamos vivir bien, sin importar donde estemos y quienes seamos, entonces debemos participar.
Bibliografía consultada y citada.

Arendt, H. (2005) La Condición humana. España: Ediciones Paidos.
Benhabib, Seyla. 2006. "La paria y su sombra: sobre la invisibilidad de las mujeres en la filosofía política de Hannah Arendt". Revista Internacional de Filosofía Política. Disponible http://www.rifipol.com/
Criados, Miguel. (31 de Agosto, 2013) Los dictadores caen por la economía más que por la movilización social. Materia (En Línea) Disponible en: http://esmateria.com/2013/08/31/los-dictadores-caen-por-la-economia-mas-que-por-la-movilizacion-social/  (2013, 8 septiembre)
Gutierrez,D (Comp) (2006) Multiculturalismo, Desafíos y Perspectiva México: Siglo veintiuno editores.
Mires, F. (14 de Junio, 2013) Las rebeldes plazas de las naciones islámicas. Prodavinci (En linea)  Disponible en: http://prodavinci.com/blogs/las-rebeldes-plazas-de-las-naciones-islamicas-por-fernando-mires/ (2013, 8 septiembre)
Rosenau, James y Durfree, Mary (1994): “El Postinternacionalismo en un Mundo Turbulento”. Material de Estudio de la Cátedra de Estructuras Internacionales II de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos UCV. Traducción por la Prof. Ma. Elena Pinto Mota.Zorgbibe, C. Historia de las Relaciones Internacionales.
Urban, M. (9 de Junio, 2013) Por qué el conflicto sirio no es mero sectarismo. BBC Mundo. (En Linea) Diponible: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/06/130606_internacional_siria_conflicto_sectarismo_finde_lav.shtml (2013, 8 septiembre)





[1] Gutierrez,D (Comp) (2006) Multiculturalimos, Deasfíos y Perspectiva méxico: Siglo veintiuno editores. Pág 278-279
[2] Arendt, H. (2005) La Condición humana. España: Ediciones Paidos. Pág 207
[3] Ídem pág. 207
[4] Ídem pág. 71
[5] Ídem pág. 73
[6] Ídem pág. 14
[7] Ídem, pág 225
[8] Ídem, pág 225
[9] Benhabib, Seyla. 2006. "La paria y su sombra: sobre la invisibilidad de las mujeres en la filosofía política de Hannah Arendt". Revista Internacional de Filosofía Política. Pág 31
[10] Benhabib, Seyla. 2006. "La paria y su sombra: sobre la invisibilidad de las mujeres en la filosofía política de Hannah Arendt". Revista Internacional de Filosofía Política. Pág. 32
[11] ROSENAU, James y DURFEE, Mary (1994): “El Postinternacionalismo en un Mundo Turbulento”. Material de Estudio de la Cátedra de Estructuras Internacionales II de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos UCV. Traducción por la Prof. Ma. Elena Pinto Mota.Zorgbibe, C. Historia de las Relaciones Internacionales.
[12] Ídem. 

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