martes, 10 de septiembre de 2013

Capítulo III y IV


Larry Tadino


III. La Búsqueda de la Felicidad

Antes de adentrarse en el tema de la felicidad, Arendt señala varias características esenciales asociadas a la revolución. Afirma que la dupla necesidad y violencia ha sido la marca distintiva de las revoluciones victoriosas del siglo XX, esto es aceptado tanto por el vulgo como por los ilustrados. Advierte que existe mayor grado de libertad política en aquellos países donde la revolución fue derrotada en comparación con aquellos en donde triunfó.

La autora sostiene la tesis de que ninguna revolución es iniciada por las masas, a pesar de que su propósito sea liberar a los oprimidos.  Con esta aserción nos vemos tentados a catalogar a Arendt como elitista, pero lo cierto es que es posible vincular su aseveración con la tesis marxista de la necesidad de una vanguardia revolucionaria con la claridad suficiente (conciencia de clase) para emprender el proceso revolucionario. De allí el daño, desde el punto de vista marciano, que representa la incorporación de la masa desorientada (el lumpemproletariado) a la acción revolucionaria y la necesidad de un grupo organizado y con conciencia de grupo (tesis apoyada por Arendt) para la orquestación  de la revolución.     

Las revoluciones se producen, en palabras de H. Arendt, allí donde existe un clima de inestabilidad política, sin embargo, no necesariamente un gobierno incapaz de imponer su autoridad y mantener el orden está sujeto a enfrentar una revolución. Para ello es necesaria la presencia de un grupo de hombres que, además de ansiar el poder, se encuentren lo suficientemente unidos y organizados para afrontar el colapso institucional. Muestra el ejemplo de la Francia de la revolución, en la que el colapso político institucional aunado al descrédito de las creencias religiosas precipitó el colapso del ancien régime.  
 
Pasando al tema de las distinciones entre la Revolución Americana y la Francesa y al tema de la felicidad, asevera Arendt que si algo tienen en común ambas revoluciones es el anhelo por alcanzar la libertad pública, entendida como el derecho a reunirse y a participar en los asuntos públicos. En el caso de la Revolución Americana el término fue sustituido por felicidad pública y era precedida (a diferencia de la Revolución Francesa) por la experiencia de las corporaciones americanas: agrupaciones de habitantes que se reunían con la finalidad de discutir los negocios públicos. Previo a la Revolución Francesa se desconocía en la Francia de la época cualquier  práctica de libertad pública  y su deseo era el producto de las disertaciones teóricas y sueños de los hombres de letras.

Es menester indicar, sobre todo desde el punto vista de los intelectuales americanos, qué elementos caracterizan a la felicidad pública. Veamos:
§  Es el principio inspirador de la revolución
§  Representa la devoción a una constitución libre
§  Es un espacio público construido por el hombre
§  No es ni liberación ni libre arbitrio
§  Es una realidad tangible y secular
§  Derecho a acceder a la esfera pública
§  Derecho a acceder al poder público
§  Derecho inalienable del hombre
§   
Es posible identificar también la esfera de la felicidad privada, que se caracteriza por el derecho al goce de la propiedad privada, de los placeres de la vida (más allá de la cobertura de las necesidades biológicas básicas) y de una progresiva estabilidad económica. La combinación de la felicidad pública con la felicidad privada desemboca en la libertad plena: único objeto legítimo del buen gobierno. Lo contrario es tiranía, al respecto afirma Arendt que:

La tiranía, según terminaron por entenderla las revoluciones, era una forma de gobierno en la que el gobernante, incluso aunque gobernase de acuerdo a las leyes del reino, había monopolizado para sí mismo el derecho a la acción, había relegado a los ciudadanos de la esfera pública a la intimidad de sus hogares y les había exigido que se ocupasen de sus asuntos privados. (pág. 130).  

A pesar de los esfuerzos por alcanzar la libertad pública, en el transcurso de ambas revoluciones se perdió su significado  y cayó en el olvido. En el caso de la Revolución Francesa los esfuerzos se concentraron en calmar el hambre y cubrir las necesidades de los más desposeídos. En lo que concierne a la Revolución Americana fueron el enriquecimiento de las familias y la procura de los intereses personales lo que captó la atención de la vanguardia revolucionaria. En ambas revoluciones la búsqueda de la abundancia y la libertad privada se situaron por encima de las libertades públicas. Sin embargo cada revolución sorteó de distinta manera la disparidad de intereses, así lo señala H. Arendt:

Por lo que se refiere a la Revolución americana, se trataba de saber si el nuevo gobierno iba a constituir por sí mismo una esfera para “la felicidad pública” de sus ciudadanos, o si había sido concebido únicamente para servir y garantizar, de modo más eficaz que el antiguo régimen, la búsqueda de la felicidad privada. Por lo que se refiere a la Revolución Francesa, se trataba saber si el propósito del gobierno revolucionario consiste en el establecimiento de un “gobierno constitucional” que pusiera fin al reinado de la libertad pública mediante una garantía de los derechos y libertades civiles, o si había que proclamar una Revolución permanente en nombre de la “libertad pública”. (pág. 134).

La discusión del conflicto de los intereses privados versus los intereses públicos jugó un gran papel en ambas revoluciones, y de allí se derivó la conclusión de que eran considerados genuinos revolucionarios aquellos que eran movidos por el amor a la libertad pública.


IV. Fundación I – Constitutio Libertatis

Hannah Arendt en este cuarto capitulo de su obra Sobre la Revolución, pretende explicar como dentro de las revoluciones se debe buscar el diseño y la conformación de un espacio político, ya que el mismo será capaz de generar libertad. Pero hablar de Constitutio Libertatis contiene su grado de dificultad según esta autora, y es que la palabra constitución  contiene dos significados totalmente diferentes, el primero es el acto constituyente (el acto de constituir, de crear algo) y el segundo se refiere a la ley y norma de gobierno, por ende es imposible llamar con el mismo nombre dos hechos tan diferentes, Arendt comenta:

Es completamente imposible llamar con el mismo nombre y esperar los mismos resultados de aquella “constituciones que un gobierno no revolucionario adopta a causa de que el pueblo y su revolución han sido incapaces de constituir su propio gobierno y aquellas otras “constituciones” que “procedían- según la expresión de Gladstone- del despliegue de la historia” de una nación o eran resultado del designio consciente de todo un pueblo para fundar un nuevo cuerpo político. (pp.146)

Cuando la autora habla de la constitución como una ley y norma de gobierno, toma como ejemplo la diferencia entre aquellas constituciones de países anglosajones y no anglosajones, en el primero mediante la constitución el pueblo constituye su propio gobierno y en el segundo  donde existe una constitución impuesta por el gobierno sobre el pueblo. Posteriormente Arendt hace una critica sobre las constituciones del resto del continente americano (sin contar Estados Unidos), ya que estas se habían basado  en la interpretación   de los derechos inalienables, estas constituciones significaban el establecimiento de un sistema de poder nuevo, pero los hombres de esa época no se preocuparon en comprender la importancia de la fundación, creación y significado de una Republica. En esta crítica se puede llegar a pensar si realmente la autora es republicana, y de serlo, cual seria el republicanismo por el que ella se inclina.

Sin embargo, Arendt no se trata de enfocar principalmente en la constitución vista como una ley o norma, sino trata de enfocarse en el poder constituyente, el cual es visto como aquel poder que puede establecer la norma fundamental de un ordenamiento jurídico, dando como resultado el origen de un Estado como tal. Así mismo la autora define que la aplicación de un gobierno constitucional significa el establecimiento de un gobierno limitado por el derecho y la salvaguarda de las libertades civiles (libertades negativas – se puede hacer lo que no este prohibido por la ley), por medio de la constitución, y la misma incorporación de nuevos derechos vino en función de limitar el poder del gobierno, ya que esta limitación para Arendt tiene como fin ultimo evitar la opresión.

Por otra parte Arendt como buena pensadora política hace a lo largo del capitulo una serie de comparaciones entre la revolución francesa y la revolución norteamericana, con la finalidad de comprender si ambas fueron revolucionarias en si, si fueron exitosas o por lo contrario fueron reflejo de un fracaso. Pero la diferenciación más importante es la que realiza en cuatro ámbitos diferentes, el de la exigencia, lo que proclaman, el propósito, autores de inspiración.

Con respecto a la exigencia la revolución norteamericana exigía que los derechos ahora fueran disfrutados por todos y no solo por los ingleses, exigía un gobierno constitucional, por el contrario la revolución francesa exigía la existencia de unos derechos inherentes a todo hombre desde su nacimiento. En lo que proclamaban estas revoluciones, en la norteamericana proclamaba la existencia de gobiernos civilizados para la humanidad y en la francesa proclaman la existencia de derecho con independencia y al margen de todo el cuerpo político. Con lo que respecta a sus propósitos, en la norteamericana se buscaba crear nuevos centros de poder, ya que los padres fundadores se preocuparon por aplicar una confederación, a fin de que se diera una republica en una gran extensión de la tierra; y en la francesa su propósito en términos arendtianos era proclamar la existencia de los derechos humanos. Los autores de inspiración para estas  revoluciones fueron, en la norteamericana  Montesquieu y en la francesa Rousseau.

Otras comparaciones que realiza Arendt entre estas dos revoluciones son con respecto  a  el pacto social y la perspectiva histórica , en la primera la autora define que la revolución norteamericana está vinculada con el thrust de Locke, traducido como un fideicomiso donde el gobierno estaba en la obligación de cumplir porque de lo contrario se tenía que ir, y en la revolución francesa existía un vinculo con el contrato o pacto social de Hobbes, donde el hombre debía ceder su capacidad de hacer justicia por sus propias manos a un ente superior, con la finalidad de que los hombres vivieran dentro de un orden y no dentro de su estado de naturaleza.

 En la segunda Arendt comenta que la revolución norteamericana  se da frente a una herencia dejada por una monarquía limitada, es más, esta revolución no se da en contraposición a una figura de un tirano sino de un régimen, por el contrario en la revolución francesa se puede ver como esta si respondía frente un poder absoluto. Es a partir de este punto cuando Arendt vuelve a expresar pero indirectamente su descontento frente la filosofía occidental, la cual trata de adaptar la concepción de la naturaleza humana en las ciencias sociales como un hecho metafísico, y es cuando ella habla del problema de la creación de un absoluto, visto este como un poder incuestionable, metafísico, que trasciende todas las esferas.

Para la autora el problema más grande que tuvo la mal llamada revolución francesa fue que utilizo el absoluto como un contrincante que debía ser derrocado, produciendo así que la revolución se desvirtuara totalmente, ya que no se buscaba encontrar la libertad en términos arendtianos sino que se buscaba una lucha entre buenos y malos.


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