martes, 10 de septiembre de 2013

Capítulo II. La Cuestión social


Larry Tadino

II La Cuestión social

       En el capítulo II, se comienza a hablar que la idea de la revolución  asociada a la metáfora astronómica de un cambio irresistible perdió su significado, y se llena de un simbolismo biológico que de acuerdo a Arendt se denomina Cuestión Social, es decir, el hecho de la pobreza.
       La pobreza es más que carencia, es un estado de indigencia y miseria extrema que coloca a los hombres bajo el imperio absoluto de sus cuerpos, es decir, bajo el dictado de la necesidad. Bajo el imperio de esta necesidad, la multitud se lanzó en apoyo de la Revolución Francesa, la inspiró, la llevo a cabo, y firmó su sentencia de muerte.
       Los líderes de la revolución habían abandonado el “despotismo de la libertad”, es decir, la dictadura en nombre de la libertad, en función de los “derechos de los sans culottes”, es decir, vestido, alimentación y reproducción. Fue esta necesidad del pueblo la que desencadeno el terror y la que llevo a su tumba a la revolución. La 
revolución ya no apuntaba a la libertad sino hacia la felicidad del 
pueblo.

       La transformación de los Derechos del Hombre en derechos de los sans 
culottes, fue el momento crítico de la Revolución Francesa y del resto 
de las revoluciones modernas. ¿Por qué? En primer lugar porque de 
acuerdo a lo que señala Arendt, todas las revoluciones se van a situar 
bajo la influencia de la revolución francesa, particularmente en la 
cuestión social. Y segundo, porque esto se debe al hecho de que Carlos 
Marx, el padre teórico de las revoluciones, dejó a un lado la 
motivación principal por la que el hombre lleva una revolución, es 
decir, fundar la libertad, y se interesó en el curso de los 
acontecimientos revolucionarios. Marx estaba convencido de que la 
razón por la cual había fracasado en fundar la libertad había sido su 
fracaso en solucionar la cuestión social, llegando a la conclusión de 
que libertad y pobreza eran incompatibles. Otro de los puntos que Marx 
obtuvo de la Revolución Francesa es que la pobreza puede constituir 
una fuerza política de primer orden. Esta transformación de la 
cuestión social en fuerza política se encuentra inserta en el término 
“explotación”, en la idea de que la pobreza es el resultado de la 
explotación operada por una clase gobernante que posee los 
instrumentos de violencia. Marx, considera que al reducir las 
relaciones de propiedad a las antiguas relaciones de violencia entre 
los hombres, se apelaba al espíritu de rebeldía. Así como también 
logra persuadir de que la pobreza es en si mismo un fenómeno político, 
resultado no de la escasez, sino de la violencia y la usurpación. Si 
la miseria se caracterizaba por engendrar revoluciones, era necesario 
traducir las condiciones económicas a factores políticos y explicarlo 
a través de la política.

       El modelo de explicación marxista consistía en que la clase gobernante se había apoderado de los instrumentos con que forzar  a una clase 
sometida a soportar, en beneficio de aquella, las cargas de la vida. 
La esperanza de Marx, expresada en términos hegelianos de “conciencia 
de clase”, encontró su fundamento en el hecho de que en los tiempos 
modernos habían emancipado a esta clase a punto de ponerla en 
condiciones de recuperar su capacidad de acción, acción que sería 
irresistible, debido a que la emancipación de la clase trabajadora 
había supuesto para esta un estado de necesidad completo.

                                                            II
         No es posible comparar el éxito de la Revolución Americana con el 
fracaso de la Revolución Francesa. Ya que el éxito de la primera no se 
debió únicamente a la sabiduría de los fundadores de la República, 
sino también a que no existían las mismas condiciones sociales en 
Norte América y en Francia. No existía en Norte América pobreza, es 
decir, miseria e indigencia. Sin embargo, debido a que los 
industriosos de América eran pobres, no se vieron constreñidos por la 
indigencia, de modo que la revolución no arrollada por ellos. Dicha 
revolución plateaba un problema político y no social, el 
establecimiento de un nuevo cuerpo político, y no la ordenación 
social. El problema consistía en que la falta de tiempo de la mayor 
parte de la población suponía su exclusión de una participación activa 
en el gobierno, aunque no necesariamente de la representación política 
y de la elección de sus representantes. Por lo tanto, la molestia del 
pobre, a pesar de que ve asegurada su propia conservación, consiste en 
una vida sin sentido y en permanecer fuera de la esfera pública, a 
oscuras. Esta oscuridad es lo que molestaba a los pobres, y no tener 
ninguna influencia sobre la historia de la revolución. Sin embargo, 
Arendt escribe que la ausencia de la cuestión social en la escena 
americana fue ilusoria, ya que la miseria degradante se encontraba por 
doquier en forma de esclavitud y del trabajo negro asalariado. 
La esclavitud significa una vida más tenebrosa que la pobreza, quien 
era totalmente ignorado era el esclavo, no el pobre. De hecho, se 
creía que la esclavitud no formaba parte de la cuestión social, podía 
considerarse inexistente para todo lo que tuviera que ver con la 
acción, y por tanto, para la pasión de la compasión. 
Por otro lado, Arendt considera que la historia nos enseña que el 
espectáculo de la miseria mueve a los hombres a la piedad. La pasión 
de la compasión ha obsesionado e inspirado a los mejores hombres de 
todas las revoluciones, siendo la americana la única revolución donde 
la compasión no desempeño papel alguno en la motivación de sus 
actores. Si algunos padres fundadores tuvieron consciencia del crimen 
sobre el que se sustentaba la sociedad americana, si estremecían al 
pensar en la justicia divina, se debía a que estaban convencidos de 
que la esclavitud era incompatible con la fundación de la libertad, 
pero no porque se movieron por piedad o un sentimiento de solidaridad 
hacia sus prójimos.

       La cuestión social que para Arendt interesa no debe ser identificada 
con la falta de oportunidades o con el problema del estatus social. 
Este problema de mejorar la posición social brillo por su ausencia en 
la sociedad de los siglos XVIII y XIX. Esto puede entenderse mejor a 
través de la cuestión de la educación, que a pesar de que fue 
importante para ellos, no era con el propósito de capacitar a los 
ciudadanos para escalar socialmente, sino que era necesaria la 
formación de los ciudadanos para el funcionamiento de las 
instituciones políticas. De hecho se divide la educación en dos 
clases: la trabajadora y la ilustrada.

                                                                III
        La compasión es otro de los temas que interesa a Arendt, que se 
manifiesta al observar la difícil situación de la pobreza. Contra la 
tiranía y la opresión, no contra la explotación y la pobreza, habían 
definido los derechos del pueblo en la Revolución Francesa. Sin 
embargo, la liberación de la tiranía solo significo libertad para 
algunos y no para la mayoría que seguía encontrándose en la miseria, 
por lo cual tenían que ser liberados una vez más. En esta liberación, 
se requería de los hombres de la Revolución un esfuerzo especial, que 
fue denominado por Robespierre como virtud. Que significaba la 
preocupación por el bienestar del pueblo, la identificación de la 
voluntad de uno con la voluntad del pueblo. Por cual, la libertad fue 
sustituida por la felicidad de la mayoría.

        Arendt menciona que para Robespierre la única fuerza que podía y 
debía unir a las diferentes clases de la sociedad de una nación era la 
compasión de las clases altas por el pueblo bajo. Si la bondad del 
hombre en un estado de naturaleza había llegado a ser un axioma para 
Rousseau, ello se debió a que la compasión constituía la reacción 
humana más natural frente a los padecimientos de los demás. Además, 
Robespierre al igual que Rousseau, concluyen que la razón representa 
un estorbo para la compasión, ya que la razón hace al hombre egoísta, 
y no permite que se identifique con aquellas personas que padecen 
sufrimiento. La magia de la compasión consistía en que abría el 
corazón del que padece a los sufrimientos de los demás, por lo que 
establecía y confirmaba el vínculo “natural” entre los hombres que 
solo los ricos habían perdido. Donde terminaba la pasión, es decir, la 
capacidad para el padecimiento, y la compasión (la capacidad de 
padecer con los demás), comenzaba el vicio.

        Desde una perspectiva histórica, la compasión solo llegó a ser la 
fuerza motriz de la Revolución cuando los girondinos demostraron 
incapaces de dar nacimiento a una constitución y establecer un 
gobierno republicano. La voluntad general sustituyo la voluntad de 
todos o consentimiento. La voluntad tiene que ser una e indivisible. 
Sustituir la república por el pueblo significaba que la unidad 
perdurable del futuro cuerpo político iba a ser garantizada no por las 
instituciones sino por la voluntad del pueblo. La voluntad general es 
el vínculo que liga a muchos en uno. Rousseau extrae esta idea de la 
experiencia común que enseña que cuando dos intereses opuestos entran 
en conflicto con un tercero que se opone a ambos, aquellos se unen. La 
identificación del enemigo existía dentro de cada ciudadano, es decir, 
su voluntad e interés particular.

        La compasión es desde un punto de vista político, irrelevante e 
intrascendente, debido a que anula la distancia, el espacio mundano 
interhumano donde están localizados los asuntos políticos, la 
totalidad de la actividad humana. La compasión fue descubierta y 
comprendida como una emoción o un sentimiento y el sentimiento que 
corresponde a la pasión de la compasión es la piedad. La piedad no es 
otra cosa que la perversión de la compasión, pero la alternativa de la 
solidaridad. La solidaridad, debido a que participa de la razón, es 
capaz de abarcar conceptualmente una multitud, no solo la multitud de 
una clase, una nación, sino toda la humanidad. Si se compara con el 
sentimiento de la piedad, puede parecer fría y abstracta, pues siempre 
queda circunscrita a ideas y no a ninguna especie de “amor” por los 
hombres. La piedad, sin la existencia de la desgracia, no existiría. 
En términos estrictos, la solidaridad es un principio que puede 
inspirar la acción, la compasión es una pasión y la piedad un 
sentimiento.



        Por último, como dice Arendt: todo gobierno encuentra su razón de ser 
original y más legítima en el deseo del hombre de emanciparse de la 
necesidad vital, y los hombres lograron tal liberación por medios 
violentos obligando a otros a que soportasen las cargas que impone la 
vida. En esto consistió la esencia de la esclavitud, y se ha debido 
únicamente a la aparición de la tecnología, y no al nacimiento de las 
ideas políticas modernas, la negación de la antigua y terrible verdad 
de que sólo la violencia y el gobierno sobre otros hombres podían 
liberar a unos cuantos. Hoy estamos en condiciones de afirmar que nada 
era tan inadecuado como intentar liberar a la humanidad de la pobreza 
por medios políticos. El resultado fue que la necesidad invadió el 
campo de la política, el único campo donde los hombres pueden ser 
auténticamente libres.

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