Hannah
Arendt: “La Condición Humana”
(Cap. V) "La Acción"
La pluralidad humana, cumple un carácter
fundamental como condición, tanto para el discurso, como para la acción en si
misma; ya que ésta permite la distinción entre humanos, que si bien son iguales
en el sentido natural, al momento de presentarse unos a otros lo hacen de
manera distinta, mediante el discurso y la acción.
Con la palabra y el acto, según Arendt, se
inserta el humano en el mundo, donde sufre una especie de segundo nacimiento,
esto implica la capacidad de acción que tiene todo ser humano, por que
introduce algo nuevo y único en el mundo. Aquí se ve a la acción como un comienzo correspondida por el hecho de
nacer, donde el discurso es lo que inserta un carácter de distinción.
La acción y el discurso están estrechamente
relacionados, ya que sin el discurso la acción perdería su sentido revelador,
ya que los hombres utilizan éste para dar a conocer quienes son, revelando así
su única y personal identidad, en pocas palabras realizando una aparición en el
mundo.
Los hombres actúan y hablan, unos para otros,
es decir la acción y discurso se da como relación entre los hombres, quienes
movidos por los distintos intereses humanos, se unen y relacionan entre si.
Esto crea una especie de trama, en donde se dan las relaciones humanas.
Donde quiera que los hombres vivan juntos va
a existir una trama, que formará la esfera de los asuntos humanos, donde
ocurren la revelación del “quien” mediante el discurso, y el establecimiento de
un nuevo comienzo mediante la acción.
Estos dos últimos formarán a su vez, un nuevo
proceso que al final emerge como historia del recién llegado, que solo afectara
a otros que entren en contacto con él. Es decir, la historia se genera a través
de la acción y el discurso; según Arendt ésta revela a un agente, que no es
autor o productor de su propia historia, ya que aún no está hecha, a posteriori
es que se puede decir a modo de narración (desde el nacimiento a la muerte)
cual era la historia del individuo.
La acción nunca es posible en el aislamiento,
esto sería carecer de la posibilidad de actuar, ya que la acción y el discurso
necesitan de la presencia de otros. El actor siempre se mueve entre y en
relación con otros actuantes.
Arendt dice que se ha generado una falacia
con respecto al concepto de “hombre fuerte”, es decir el hombre que se
encuentra aislado y en contra de los demás, ya que al estar en aislamiento el
hombre no consigue la coacción de sus semejantes, y por ende, la falta de ayuda
para realizar su actuar.
Toda acción está dividida en dos partes, la
primera el comienzo, que puede darse por una sola persona, y la segunda es el
final, la cual implica la unión de muchas personas para llevarla a cabo.
La realidad del mundo para los hombres viene
dada por la presencia de otros, y la oportunidad de aparecer ante ellos.
El espacio de aparición surge cuando los
hombres se agrupan por el discurso y la acción y por lo tanto precede a toda
formal constitución de la esfera pública donde los hombres actúan y hablan.
El mantenimiento de esta esfera pública se da
mediante el poder, éste emana de la pluralidad como atributo del grupo, se ve como potencial y no como fuerza, que
sólo se hace realidad donde la palabra y el acto no se han separado. El poder
surge cuando los hombres actúan juntos y desaparece cuando éstos se dispersan.
La acción y el discurso a pesar de su
carácter material fútil, al permitir a los individuos en su única distinción,
aparecer y confirmarse dentro de la esfera pública, crea una permanente
cualidad propia dentro de los hombres, la memoria.
Contra está noción se levanta, la convicción
del homo faber al ver a los objetos
que crea en un plano superior que los hombres (y no sólo más duraderos) o la
del Animal Laborans, que ve a la vida
como el más elevado de los bienes.
Ambos son apolíticos, y se inclinan a ver a
la acción y el discurso como ociosidad. El homo faber en la esfera pública (el
mercado de cambio) no ve una relación entre hombres, y por ende una aparición,
ya que las personas, no se muestran a si mismas, si no a los productos que
hicieron, y la potencialidad que mantiene a este mercado no es más que un
combinado poder de cambio.
Arendt dice que en la modernidad se ha dado
una sustitución de hacer por actuar llevando a degradar a la política, como
medios para obtener un fin más elevado, hecho que se viene dando desde la época
de los antiguos, y que se refleja en la Época Moderna con la productividad y el
progreso de la sociedad.
La época moderna definió al hombre
fundamentalmente como homo faber, creador y productor de utensilios, dejando de
un lado el tradicional desprecio por la fabricación. Esto llevo a interpretar a
la acción en términos de hacer, lo que permitió declarar que el trabajo de los
artesanos ocupará un lugar más elevado que las opiniones y hechos constitutivos
de la esfera de los asuntos humanos.
Aunque la instrumentalización de la acción y
la degradación de la política como medio
para algo más, nunca ha lograda la eliminación de la acción o destruir la
esfera de los asuntos humanos.
La autora nos dice que las acciones poseen
una irreversibilidad, que solo es redimible mediante el perdón. Está
irreversibilidad viene dada por que al momento de actuar, hay una imposibilidad
de predecir, lo que trae consigo una caótica inseguridad respecto al futuro.
El remedio para ello se halla en la facultad
de hacer y mantener las promesas. Estas facultades van de la mano, el perdón
sirve para deshacer los actos del pasado y las promesas para dar cierta
seguridad respecto al futuro. Ambas dependen de la pluralidad, de a presencia y
actuación de otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario