Constituito
Libertatis
IV
La autora realiza una diferenciación
entre los hombres de las revoluciones y los hombres profesionales posteriores, establece
que las revoluciones estallan y alcanzan la victoria cuando hay hombres
preparados en el momento que se produce el colapso del poder, para organizarse
y actuar unidos al asumir el poder, siguiendo un objetivo común.
Posteriormente realiza un análisis
acerca de las razones que llevaron al estallido de la revolución francesa, y
expresa que a pesar de las necesidades
del pueblo, se venía presentando una pérdida de la autoridad por parte del
cuerpo político. Cita a Montesquieu quien 40 años previos a la revolución ya
mostraba preocupación ante el descontento existente por parte del pueblo ante
el modelo político, así como la desconfianza existente hacia las leyes y las
autoridades que los gobernaban. Sin embargo, esta desconfianza no solo se presentaba
en Francia ante el antiguo régimen; la revolución americana también fue
recibida con gran entusiasmo ante la posibilidad de cambiar las estructuras
existentes.
Para Arendt, Montesquieu predijo de
forma clara las consecuencias que traería la pérdida de autoridad de las
estructuras existentes; su caída sería fácil, inminente y necesaria para el
desarrollo de la edad moderna. La forma más clara de observar la ruina, era
verla desde la perspectiva de la trinidad romana: religión, tradición y
autoridad, los 3 elementos habían dominado los esferas terrenales y
espirituales del pueblo por siglos, pero comenzaban a debilitarse ante la pérdida
de la tradición y el irrespeto a las creencias religiosas institucionalizadas,
anticipando así la ruina de la autoridad política.
Pasa a otro punto y establece que tanto
los revolucionarios europeos como los americanos tuvieron algo en común, su
preocupación por la libertad publica.
Pero estos hombres según Tocqueville no buscaban una revolución violenta, ni
siquiera veían la violencia como un medio.
Mientras Jhon Adams afirma que la revolución comenzó antes de iniciarse
la guerra, en las asambleas donde se desarrollaron los sentimientos del pueblo.
La autora plantea una diferenciación
entre las dos revoluciones. La Europea, desarrollada en Francia estaba prepara
de forma teórica, guiada por la pasión y el gusto, siendo sus ideas y
principios, conocimientos establecidos en la antigüedad. Mientras la revolución
americana estaba basada en experiencia adquirida en las asambleas, donde el
pueblo asistía por deber y no por servir a sus propios intereses. De esta forma los franceses se jactaron de ser maestros de la Ciencia
Política al aplicar conocimientos y sabiduría del pasado, sin embargo los
sucesos inesperados construyeron la posibilidad de establecer instituciones
duraderas.
La autora dice que los hombres de letras
que plantearon las ideas de revolución
se encontraban insatisfechos ante los títulos y distinciones que les otorgaba
el antiguo régimen, a pesar de no pertenecer a la pobreza. Para ellos era su
incapacidad de participar en la vida pública lo que los obligaba a estar en un
estado de ocio obligatorio. Pero fue en
este tiempo de ocio que buscaron y encontraron en los textos de los antiguos el
concepto de libertad pública. Sin embargo su carencia de experiencia no les
permitía ver el significado de libertad publica para el individuo, pero de
haberla conocido hubiese coincido con la idea de felicidad publica de los
americanos.
Los hombres como los filósofos de la
ilustración en Francia fueron los que establecieron los principios de la
revolución que se avecinaba. Su importancia radico en el empleo que le dieron
al concepto de libertad, la cual solo podía existir en lo público, era una
realidad que se hacía tangible en el espacio público o en la plaza pública,
según los antiguos era el único lugar donde se podía ver la libertad.
En el absolutismo ilustrado del siglo
XVIII se caracterizo por la ausencia de libertades políticas donde el mundo de
los asuntos públicos, no era casi desconocido sino invisible, tanto para los
pobres como para los hommes de letters, estaban imposibilitados a observar
y no participar en la esfera pública. Lo
que diferenciaba a estos hombres de la pobreza era la posesión de una virtud,
una sustitución de la importancia de la política que los limito a lo privado
donde anhelaron la pasión de la libertad publica.
Sin embargo fueron incapaces de plantearse una revolución
y mucho menos realizar la idea central de esta que es la fundación de la
libertad y de un cuerpo político capaz de garantizar la existencia de un
espacio público, donde los hombres puedan participar.
Otro punto importante que toca la autora es la necesidad
para la fundación de una nueva estructura política, luego de la revolución es
la creación de una constitución. Esta característica se hizo fundamental, luego
del proceso de deliberación y redacción que culmino con la unión de los Estados Americanos y la fundación de los
Estados Unidos.
En el contexto de la revolución francesa la constitución
de 1791, no paso de ser la consecuencia de muchas asambleas y deliberaciones
que no fueron de mayor interés para el pueblo.
Este hecho convirtió a los que debían ser los padres fundadores en
predecesores de expertos políticos encargados de redactar constituciones, pero
ajenos a la realidad política y lejos de ser actores dentro de ella. La necesidad
de la creación de una constitución era clara, era un instrumento que fijaba los
límites de la nueva esfera política y definía las reglas que la gobernasen.
Lugo del establecimiento de la constitución, el segundo
objetivo de la revolución, es fundar y construir un espacio público donde se
ejerciera la pasión por la libertad o la felicidad publica. A pesar de ser este uno de los puntos
cardinales de la revolución, la empresa fue difícil hasta en América donde la
revolución había triunfado y se había
logrado fundar un nuevo cuerpo político. Pero la tarea no solo era crear el
espacio público, sino motivar a los ciudadanos a participar en él y este punto se frustro.
La felicidad publica era así el derecho
que posee el ciudadano a participar en la esfera pública, en el poder público
la posibilidad de participar en el gobierno de los asuntos, lo cual es todo lo
contrario a lo existente en una monarquía o tiranía, donde los súbditos son
limitados a buscar su felicidad privada. Desde esta perspectiva Arendt
establece que la participación en los asuntos públicos creaba la posibilidad de
alcanzar una felicidad, que es inalcanzable en otros ámbitos, sin embargo
algunos hombres de la época consideraban que la participación en los asuntos
públicos, no daba felicidad sino que era una carga, es decir donde el gobierno
era un medio y no un fin, y los ciudadanos
tenían que cargar con el peso de la felicidad social.
En la revolución americana se presento
una dificultad al tratar de saber si el nuevo gobierno debía establecerse la
búsqueda de la felicidad pública o debía servir como medio y garantizar la
felicidad privada. En el caso de la revolución francesa se trataba de
establecer el propósito del gobierno revolucionario, si debía ser un gobierno
constitucional o una revolución permanente en nombre de la libertad
publica. Este conflicto entre intereses
públicos y privados fue de gran importancia en ambas revoluciones y se puede
decir que los verdaderos hombres de la revolución fueron aquellos que pensaron
y actuaron firmemente en nombre de los asuntos públicos.
Este periodo se caracterizó por el
conflicto existente entre el anhelo de Jefferson por alcanzar la felicidad
publica, la pasión de Jhon Adams por la emulación y los deseos egoístas y antipolíticos
existentes, que buscaban deshacerse de los deberes públicos que representaba
participar en los asuntos públicos, fuese siquiera en la elección de los
gobernantes, ya que no le permiten por completo al hombre dedicarse a sus
asuntos privados.
En conclusión abundancia y miseria son
siempre iguales, ya que oprimen al hombre y los vuelve incapaces de comprender
la libertad. Aunque es cierto que la libertad solo puede llegar a quienes
tienen satisfecha sus necesidades, también es cierto que nunca la conocerán
aquellos que vivan a merced de sus deseos.
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