martes, 10 de septiembre de 2013

Jennifer Mujica, Resumen Cap IV

Constituito Libertatis
IV
La autora realiza una diferenciación entre los hombres de las revoluciones y los hombres profesionales posteriores, establece que las revoluciones estallan y alcanzan la victoria cuando hay hombres preparados en el momento que se produce el colapso del poder, para organizarse y actuar unidos al asumir el poder, siguiendo un objetivo común.
Posteriormente realiza un análisis acerca de las razones que llevaron al estallido de la revolución francesa, y expresa que a pesar de las  necesidades del pueblo, se venía presentando una pérdida de la autoridad por parte del cuerpo político. Cita a Montesquieu quien 40 años previos a la revolución ya mostraba preocupación ante el descontento existente por parte del pueblo ante el modelo político, así como la desconfianza existente hacia las leyes y las autoridades que los gobernaban. Sin embargo, esta desconfianza no solo se presentaba en Francia ante el antiguo régimen; la revolución americana también fue recibida con gran entusiasmo ante la posibilidad de cambiar las estructuras existentes.
Para Arendt, Montesquieu predijo de forma clara las consecuencias que traería la pérdida de autoridad de las estructuras existentes; su caída sería fácil, inminente y necesaria para el desarrollo de la edad moderna. La forma más clara de observar la ruina, era verla desde la perspectiva de la trinidad romana: religión, tradición y autoridad, los 3 elementos habían dominado los esferas terrenales y espirituales del pueblo por siglos, pero comenzaban a debilitarse ante la pérdida de la tradición y el irrespeto a las creencias religiosas institucionalizadas, anticipando así la ruina de la autoridad política.
Pasa a otro punto y establece que tanto los revolucionarios europeos como los americanos tuvieron algo en común, su preocupación por la libertad publica. Pero estos hombres según Tocqueville no buscaban una revolución violenta, ni siquiera veían la violencia como un medio.  Mientras Jhon Adams afirma que la revolución comenzó antes de iniciarse la guerra, en las asambleas donde se desarrollaron los sentimientos del pueblo.
La autora plantea una diferenciación entre las dos revoluciones. La Europea, desarrollada en Francia estaba prepara de forma teórica, guiada por la pasión y el gusto, siendo sus ideas y principios, conocimientos establecidos en la antigüedad. Mientras la revolución americana estaba basada en experiencia adquirida en las asambleas, donde el pueblo asistía por deber y no por servir a sus propios intereses.  De esta forma los franceses  se jactaron de ser maestros de la Ciencia Política al aplicar conocimientos y sabiduría del pasado, sin embargo los sucesos inesperados construyeron la posibilidad de establecer instituciones duraderas.
La autora dice que los hombres de letras que plantearon  las ideas de revolución se encontraban insatisfechos ante los títulos y distinciones que les otorgaba el antiguo régimen, a pesar de no pertenecer a la pobreza. Para ellos era su incapacidad de participar en la vida pública lo que los obligaba a estar en un estado de ocio obligatorio.  Pero fue en este tiempo de ocio que buscaron y encontraron en los textos de los antiguos el concepto de libertad pública. Sin embargo su carencia de experiencia no les permitía ver el significado de libertad publica para el individuo, pero de haberla conocido hubiese coincido con la idea de felicidad publica de los americanos.
Los hombres como los filósofos de la ilustración en Francia fueron los que establecieron los principios de la revolución que se avecinaba. Su importancia radico en el empleo que le dieron al concepto de libertad, la cual solo podía existir en lo público, era una realidad que se hacía tangible en el espacio público o en la plaza pública, según los antiguos era el único lugar donde se podía ver la libertad.
En el absolutismo ilustrado del siglo XVIII se caracterizo por la ausencia de libertades políticas donde el mundo de los asuntos públicos, no era casi desconocido sino invisible, tanto para los pobres como para los hommes de letters, estaban imposibilitados a observar y  no participar en la esfera pública. Lo que diferenciaba a estos hombres de la pobreza era la posesión de una virtud, una sustitución de la importancia de la política que los limito a lo privado donde anhelaron la pasión de la libertad publica.
Sin embargo fueron incapaces de plantearse una revolución y mucho menos realizar la idea central de esta que es la fundación de la libertad y de un cuerpo político capaz de garantizar la existencia de un espacio público, donde los hombres puedan participar.
Otro punto importante que toca la autora es la necesidad para la fundación de una nueva estructura política, luego de la revolución es la creación de una constitución. Esta característica se hizo fundamental, luego del proceso de deliberación y redacción que culmino con la unión de los  Estados Americanos y la fundación de los Estados Unidos.
En el contexto de la revolución francesa la constitución de 1791, no paso de ser la consecuencia de muchas asambleas y deliberaciones que no fueron de mayor interés para el pueblo.  Este hecho convirtió a los que debían ser los padres fundadores en predecesores de expertos políticos encargados de redactar constituciones, pero ajenos a la realidad política y lejos de ser actores dentro de ella. La necesidad de la creación de una constitución era clara, era un instrumento que fijaba los límites de la nueva esfera política y definía las reglas que la gobernasen.
Lugo del establecimiento de la constitución, el segundo objetivo de la revolución, es fundar y construir un espacio público donde se ejerciera la pasión por la libertad o la felicidad publica.  A pesar de ser este uno de los puntos cardinales de la revolución, la empresa fue difícil hasta en América donde la revolución había  triunfado y se había logrado fundar un nuevo cuerpo político. Pero la tarea no solo era crear el espacio público, sino motivar a los ciudadanos a participar en él  y este punto se frustro.
La felicidad publica era así el derecho que posee el ciudadano a participar en la esfera pública, en el poder público la posibilidad de participar en el gobierno de los asuntos, lo cual es todo lo contrario a lo existente en una monarquía o tiranía, donde los súbditos son limitados a buscar su felicidad privada. Desde esta perspectiva Arendt establece que la participación en los asuntos públicos creaba la posibilidad de alcanzar una felicidad, que es inalcanzable en otros ámbitos, sin embargo algunos hombres de la época consideraban que la participación en los asuntos públicos, no daba felicidad sino que era una carga, es decir donde el gobierno era un medio y no un fin, y los ciudadanos  tenían que cargar con el peso de la felicidad social.
En la revolución americana se presento una dificultad al tratar de saber si el nuevo gobierno debía establecerse la búsqueda de la felicidad pública o debía servir como medio y garantizar la felicidad privada. En el caso de la revolución francesa se trataba de establecer el propósito del gobierno revolucionario, si debía ser un gobierno constitucional o una revolución permanente en nombre de la libertad publica.  Este conflicto entre intereses públicos y privados fue de gran importancia en ambas revoluciones y se puede decir que los verdaderos hombres de la revolución fueron aquellos que pensaron y actuaron firmemente en nombre de los asuntos públicos.
Este periodo se caracterizó por el conflicto existente entre el anhelo de Jefferson por alcanzar la felicidad publica, la pasión de Jhon Adams por la emulación y los deseos egoístas y antipolíticos existentes, que buscaban deshacerse de los deberes públicos que representaba participar en los asuntos públicos, fuese siquiera en la elección de los gobernantes, ya que no le permiten por completo al hombre dedicarse a sus asuntos privados.

En conclusión abundancia y miseria son siempre iguales, ya que oprimen al hombre y los vuelve incapaces de comprender la libertad. Aunque es cierto que la libertad solo puede llegar a quienes tienen satisfecha sus necesidades, también es cierto que nunca la conocerán aquellos que vivan a merced de sus deseos. 

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