lunes, 9 de septiembre de 2013

María José Omaña, Resumen 5. Sobre la revolución. Hannah Arendt

María José Omaña C.I: 20.489.953
Seminario Hannah Arendt
Resumen N°5

Fundación (II): Novus ordo saeclorum

En el quinto capítulo del libro, Hannah Arendt expone la distinción entre los conceptos de poder, autoridad y poder, violencia. Se hace esta distinción en relación a las revoluciones con las que se ha venido trabajando hasta ahora, que son la revolución francesa y la revolución americana, por otro lado, la autora  habla de un carácter en común que tuvo estas dos revoluciones  fue el tener de convicción o dogma  que la fuente de poder  debe provenir del pueblo (concordancia superficial).
En este sentido, los resultados diferentes a los que llevó el conflicto en Francia  entre el rey y el parlamento y el de los cuerpos constituidos americanos y el gobierno inglés por otro lado, fueron consecuencia de la naturaleza diferente de estos cuerpos. Por lo tanto, en  Francia no existía la organización de un pueblo que manifestara su voluntad, debido a que el interés público era manejado por el monarca en cuestión a su parecer, ya cuando la revolución francesa se encuentra en marcha cuya bandera reflejaba que el poder residía en el pueblo, los hombres revolucionarios, al no distinguir entre violencia y poder, abrieron la esfera política a esta fuerza natural y prepolítica de la multitud y fueron barridos por ella.

Los de la revolución americana, por el contrario, entendieron que el poder nacía donde los hombres actuaban en común acuerdo y se relacionaban mediante promesas, acuerdos, compromiso, responsabilidades. Sin embargo, esto no bastaba para establecer una unión perpetua, para fundar una nueva autoridad y alcanzar la perpetuidad. En este sentido, al referirse a la concepción del poder los hombres revolucionarios americanos y franceses tuvieron sus diferencias de acuerdo a al origen que le dio significado a este concepto.
            Hannah Arendt, planteo el problema de la autoridad  como un tema de la norma superior, que de por sí se dio en ambos países como la necesidad de un absoluto. La razón por la cual esta necesidad no llevó a los americanos a cometer los mismos errores en que cayeron los franceses, consistió en que los americanos  distinguieron entre el origen del poder que germina desde abajo y la fuente de la ley, cuyo lugar está arriba.
La emancipación del pueblo que se dio en la revolución francesa, fue consecuencia inevitable del intento de hacer derivar la ley y el poder de la misma fuente, esto fue parte de la herencia del absolutismo, que a su vez tuvo raíz de la carga de la continuidad de una tradición vinculada al cristianismo, donde no existía ninguna esfera secular que no se fundase en la sanción de la iglesia.
 Por otro lado, el éxito que los americanos lograron fue que la revolución triunfase en la fundación de un nuevo cuerpo político estable, fue decidido en el preciso instante en que comenzó a darse culto a la constitución. La revolución americana se diferenció de todas las revoluciones que la siguieron, fue la autoridad implícita en el acto de fundación antes que la creencia en un legislador inmortal, la que aseguró la estabilidad a la nueva república.

Otro punto que toca la autora, es el modelo romano (la república romana) que tomaron los americanos. La diferenciación institucional americana entre poder y autoridad contiene rasgos romanos, su propio concepto de autoridad es totalmente diferente. En Roma, la función de la autoridad era política y consistía en dar consejo, en tanto en la república americana la función de la autoridad es legal y consiste en la interpretación. La idea de los americanos no se trataba de fundar Roma de nuevo, sino fundar una nueva Roma.
Esta revolución no fue resultado de un estallido, sino que fue preparada por hombres que obraban de común acuerdo y con la fortaleza que derivaba de las promesas mutuas. El principio que se abrió paso durante los años de las fundaciones fue el de la promesa mutua y la deliberación en común.
El gran problema que redondea este capítulo es de  hallar una forma de gobierno que coloque a la ley por encima de los hombres.


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